Súmate a nuestro canal en: WhatsApp
Cuando se le teme a la democracia
Agencia Uno

Cuando se le teme a la democracia

Por: Constanza Heredia | 25.05.2025
Lo que ocurre en la Universidad no es una excepción: es su reflejo más claro. Una postdictadura universitaria que invoca el pluralismo mientras excluye; que habla de participación mientras concentra el poder; que utiliza la “excelencia” como excusa para conservar los privilegios de una élite ilustrada. Una estructura de gobierno vaciada de contenido emancipador, desconectada de la justicia, la igualdad y la transformación colectiva.

La reciente carta de un grupo de senadores y senadoras universitarias académicas de la Universidad de Chile, publicada el domingo 18 en El Mercurio, revela el profundo temor de ciertos sectores a compartir el poder con quienes también somos parte fundamental de esta comunidad. Temen la triestamentalidad, temen la deliberación amplia.

Se escudan en la “responsabilidad diferenciada” para justificar la exclusión. Argumentan que abrir espacios de decisión a funcionarias, funcionarios y estudiantes “diluye” la excelencia, como si gobernar con otros y otras fuera una amenaza en vez de una necesidad. 

[Te puede interesar] Organizaciones ecologistas se movilizan para exigir rechazo a ley de permisos sectoriales por debilitar estándares ambientales

Esta resistencia no es aislada ni inocente: expresa una matriz más profunda, la crisis del modelo de democracia liberal heredado del pacto de la transición. Una democracia que en Chile se ha reducido a procedimientos formales y rituales institucionales vacíos, donde la soberanía popular se subordina a la tecnocracia y la política se distancia de los pueblos. Bajo la promesa de neutralidad, ha servido para sostener estructuras patriarcales, racistas y de clase. 

En el ámbito universitario, esta democracia mal comprendida adopta una forma de gobernanza elitista, vertical y excluyente. Lejos de abrirse, impone barreras que niegan la participación política de amplios sectores de la comunidad, mientras desconoce y desvaloriza sistemáticamente el saber de funcionarias, funcionarios y estudiantes. 

No se trata solo de exclusión: se reproduce una lógica jerárquica casi medieval -como lo ha señalado recientemente un académico de esta misma universidad-, donde el poder se concentra en unos pocos y se ejerce con desconfianza hacia el resto. Esto no es una falla del sistema, es el sistema funcionando tal como fue diseñado. Por eso urge transformarlo desde su raíz. 

[Te puede interesar] “La misteriosa mirada del flamenco”: Película chilena que obtuvo importante premio en Festival de Cannes

Lo que ocurre en la Universidad no es una excepción: es su reflejo más claro. Una postdictadura universitaria que invoca el pluralismo mientras excluye; que habla de participación mientras concentra el poder; que utiliza la “excelencia” como excusa para conservar los privilegios de una élite ilustrada. Una estructura de gobierno vaciada de contenido emancipador, desconectada de la justicia, la igualdad y la transformación colectiva. 

En este contexto, no sorprende que aún se reproduzcan formas de poder que desconfían del diálogo y niegan la deliberación triestamental. Pero reflexionar críticamente sobre la democracia universitaria no la debilita, la fortalece y la empuja a ser coherente con sus principios fundacionales.

Lo verdaderamente peligroso es sostener estructuras que excluyen y silencian. Lo dañino es actuar como si nada pasara, mientras crecen la desafección, la desigualdad interna y el desencanto. 

Lo decimos fuerte y claro: quienes se oponen a abrir los espacios de participación no están cuidando la democracia. Están cuidando sus cuotas de poder.

[Te puede interesar] Cuando la objeción de conciencia se convierte en una barrera estructural