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¿Qué patrimonios caben dentro del día de los patrimonios?
Agencia Uno

¿Qué patrimonios caben dentro del día de los patrimonios?

Por: Natalia Castro Aravena | 24.05.2025
Hoy, en el día de los patrimonios no hay que dejar de reflexionar en torno a sus usos, valores y sentidos, en perspectiva de un patrimonio -o muchos patrimonios- que actúen como instrumentos políticos de cohesión social y sostenibilidad, que trasciendan en el tiempo posicionándose como algo más que solo "la fiesta cultural de Chile".

El día de los patrimonios cumple 26 años desde su primera versión, cuando Lagos firmó en Valparaíso el Decreto Supremo 252, estableciendo el último domingo de cada mayo como el Día del Patrimonio Cultural en Chile.

Pero hoy, después de tanto tiempo y de un proceso de transformación gradual respecto a dicha conmemoración, donde primero se expande de uno a dos días (sábado y domingo), y luego se modifica a Día de “Los Patrimonios”, a modo de reconocer la diversidad cultural del país y no sólo de una única forma o expresión del concepto, es a lo menos sugerente pensar y cuestionarse si acaso, además del cambio de singular a plural como un acto simbólico de expresar que estamos frente a una apertura de reconocimiento de “todos los patrimonios”, existe algo más de fondo que realmente contribuya a nivel social.

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Mucho se habla de la visibilización y reconocimiento de “los patrimonios” pero poco discutimos en torno al cómo se definen esos patrimonios y qué cosas movilizan a nivel político, económico, social y cultural. Los patrimonios autorizados, como diría Smith (2011).

¿Qué se enmarca en el día de los patrimonios? ¿Es posible pensar que estos patrimonios autorizados y reconocidos por el Estado de Chile, unifican y crean identidades comunes? Los inmuebles y monumentos históricos que se visitan en el día de los patrimonios ¿llegan a representar o se acercan a las realidades materiales e inmateriales de las personas? ¿Generan, en alguna medida, un sentido de pertenencia? Sería interesante, quizás, indagar en ello.

Hoy, después de 26 años transcurridos desde el origen de este día, cabe preguntarse ¿Qué patrimonios caben dentro del día de “los patrimonios”? Tal como se lo cuestionó Larkham (1995), ¿Es finalmente el patrimonio todas las cosas para todas las personas?

Al profundizar en los estudios críticos del patrimonio, se puede ver que el concepto, con sus múltiples definiciones, ha sido asociado comúnmente a una herencia cultural colectiva, que bajo el yugo de los Estados Modernos ha tendido a reforzar los símbolos de las identidades nacionales, convirtiendo muchas de las realidades locales en abstracciones político- culturales que invisibilizan los conflictos (García Canclini, 1999), aun así cuando bajo sus propuestas multiculturalistas intentan hacer creer lo contrario.

En Chile se ha suscitado una aparente apertura hacia las prácticas y reconocimientos en torno a “los patrimonios”, ¿pero qué hay de su contenido? ¿qué valores, sentidos y significados hay en esos reconocimientos? ¿Existe un germen movilizador a nivel social y cultural en los patrimonios promovidos, o simplemente, al igual que en los setenta, lo único que se refuerza son lógicas de contemplación desinteresadas y pasivas?

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La invitación es a reflexionar sobre el poder implícito que guarda el patrimonio, el cual debe ser visto más que nunca como un proceso social de escala temporal ampliada (Harvey, 2001) , y por lo tanto cambiante.

Año a año se habla de las cada vez más altas convocatorias del día de los patrimonios en diferentes lugares del país, pero poco se discute sobre la manera en que las personas que visitan estos lugares patrimoniales autorizados se apropian de ellos ¿Por qué va la gente a estos espacios culturales? ¿Cómo los relacionan con su vida cotidiana? ¿Con qué se quedan de estos lugares?

No se puede negar que se ha avanzado de muchas formas en las discusiones en torno al patrimonio. No obstante, este no ha dejado de ser un recurso a través del cual se reafirman herencias culturales hegemónicas poco cuestionadas, y al mismo tiempo, altamente desconectadas de los contextos y realidades espaciales actuales.

En este sentido, es importante señalar que el patrimonio no puede pretender seguir trascendiendo desde la inercia que lo ancla única y exclusivamente a un pasado irrefutable, ya que muy por el contrario, es urgente que se movilice, transforme y gestione acorde a los movimientos de una sociedad que demanda participación.

Es imprescindible que el patrimonio llegue a convertirse en un vehículo movilizador de carácter performativo, que contribuya a la democratización de la cultura y despierte la participación protagónica de las personas en los debates de producción de identidad, poder y autonomía.

Hoy, en el día de los patrimonios no hay que dejar de reflexionar en torno a sus usos, valores y sentidos, en perspectiva de un patrimonio -o muchos patrimonios- que actúen como instrumentos políticos de cohesión social y sostenibilidad, que trasciendan en el tiempo posicionándose como algo más que solo "la fiesta cultural de Chile".

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