
Saliendo del pantano: Datos y percepciones sobre la situación económica
Los resultados de la encuesta CEP publicados recientemente muestran, en las preguntas sobre percepción económica, una tendencia a la baja en el número de personas que consideran que la situación de la economía chilena es mala y que empeorará en un año. A su vez, los datos refuerzan una tendencia al alza en la evaluación de la situación económica personal, tanto en el presente como hacia el futuro.
Sin profundizar en los datos, puede plantearse la hipótesis de que las chilenas y chilenos perciben una mejora en su situación personal y que el país no se está deteriorando, luego de superar una crisis productiva provocada por la pandemia y por la contracción de la oferta monetaria ejecutada por el Banco Central para controlar la inflación.
Sin embargo, considerando la guerra comercial entre los principales socios comerciales de Chile y el efecto negativo de los aranceles que Trump impuso a las materias primas que nuestro país exporta a Estados Unidos -medidas ampliamente difundidas antes y después del llamado “día de la liberación”-, este optimismo resulta especialmente llamativo.
No es descabellado ni contraintuitivo suponer que dicho optimismo se fundamenta en la mejora de los ingresos y/o la estabilidad laboral, y en la percepción de que estas condiciones se mantendrán en los próximos meses. Pero si se atribuye esta mejora a las acciones del Gobierno, algunos sectores de derecha rechazarán tajantemente dicha afirmación.
Vamos a los datos.
En materia de ingresos laborales, este Gobierno se ha comprometido con el aumento del sueldo mínimo. En marzo de 2022, este alcanzaba los 350.000 pesos, mientras que en abril de 2025 llegó a 510.636 pesos. Esto representa un crecimiento nominal de 45,9 % y un crecimiento real de 20,67 %, lo que ha permitido a trabajadoras y trabajadores recuperar poder adquisitivo.
Si el sueldo mínimo se hubiese mantenido en 350.000 pesos, un hogar promedio con esa única fuente de ingresos estaría bajo la línea de pobreza. Con el valor actual, se ubica un 17% por sobre ella, y si se aprueba la próxima modificación, alcanzaría un 18%. En el período comprendido entre marzo de 2022 y marzo de 2025, la serie empalmada del índice de remuneraciones reales creció un 5,82%.
En el ámbito laboral, según los datos reportados por las encuestas periódicas del INE, en marzo de 2022 la población ocupada era de 8.797.000 personas, mientras que en marzo de 2025 alcanzó los 9.388.000, con la creación de 591.000 nuevos empleos, lo que representa un crecimiento del 6,72% en el período. Y solo un 3,72% de estos nuevos puestos son informales, lo que indica que el crecimiento del empleo no se ha basado en la informalidad.
Tampoco se ha sustentado en la expansión del empleo público: según datos de la DIPRES, entre diciembre de 2021 y diciembre de 2024, el Gobierno Central solo incorporó 28.000 nuevos funcionarios y funcionarias, principalmente en áreas como salud, educación y fuerzas policiales.
Los avances no se limitan a la creación de empleos, sino también a la mejora en la conciliación de la vida personal, familiar y laboral, así como al reconocimiento de las labores de cuidado. Un ejemplo de esto es la ley de reducción de la jornada laboral a 40 horas, junto con la Ley 21.645, que establece derechos como el trabajo a distancia, ajustes en turnos y feriados preferentes para personas con responsabilidades de cuidado de niños o personas con discapacidad.
Existe también una estrategia comercial orientada al posicionamiento y a la apertura de nuevos canales para el posicionamiento internacional del país. Entre abril y mayo se anunció el plan de acción del corredor bioceánico vial, una infraestructura de más de 2.400 kilómetros con una veintena de proyectos en las regiones de Tarapacá, Antofagasta y Atacama.
Frente al auge del proteccionismo global, el presidente Boric y su Gobierno han impulsado una agenda de apertura económica para atraer socios e inversionistas. En este marco, se firmó un acuerdo con los Emiratos Árabes Unidos y se iniciaron negociaciones con India.
Recientemente, se anunciaron inversiones por 16.000 millones de dólares en la región de Magallanes para la producción de hidrógeno y amoníaco verde, y de 4.000 millones para la instalación de un centro de datos en la Región Metropolitana. En 2024, la inversión extranjera directa alcanzó un récord de 56.000 millones de dólares.
Claramente, los ingresos laborales y el poder adquisitivo han mejorado, se ha recuperado el empleo y ha aumentado la productividad. Además, se anuncian inversiones que abren la posibilidad de una diversificación de la matriz productiva y se ha fortalecido la ejecución de la inversión pública. Todo esto contribuye a una mejor percepción ciudadana respecto del presente y del futuro económico.
Este es un gobierno que ha planteado como consigna y objetivo presupuestario la noción de seguridad económica, y es evidente que las personas hoy cuentan con mayor certeza en esta materia. Mantener esa línea, entregando certidumbres sobre la mejora futura de las condiciones económicas de la población, constituye una tarea clave para el progresismo y las izquierdas.
No obstante, persisten tareas pendientes. En el ámbito laboral, si bien los avances son innegables, es necesario implementar una estrategia integral para fomentar el tránsito a la formalidad, garantizar trayectorias laborales y educativas ascendentes, y aumentar la participación laboral femenina. Asimismo, urge avanzar hacia un sistema unificado y pertinente de formación continua de competencias laborales pertinentes para los desafíos productivos del presente.
Tampoco puede ignorarse la tendencia decreciente de la productividad agregada de la economía desde 2010 a la fecha. Desde Nodo XXI planteamos que este fenómeno refleja el agotamiento relativo del modelo de crecimiento que Chile ha seguido durante el siglo XXI.
La oposición argumenta que reducir los plazos para la inversión es la solución mágica para elevar el crecimiento tendencial. Si bien acortar esos plazos tiene efectos positivos, carecer de una estrategia clara de desarrollo nos condena a continuar atrapados en un modelo primario-exportador, cuyos límites ya han sido evidenciados.
Mejorar las condiciones económicas y el bienestar implica complejizar la estructura productiva, exportando materias primas, pero también incorporando manufactura. Desde nuestra perspectiva el Estado debe desempeñar un rol fundamental en garantizar las condiciones habilitantes para ese tránsito, coordinando esfuerzos y produciendo cuando sea necesario, todo ello sobre la base de una estrategia de desarrollo. Esta es una tarea que un próximo gobierno progresista debe asumir con decisión.