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En estas primarias el desafío es construir mayorías, no moderarse
Agencia Uno

En estas primarias el desafío es construir mayorías, no moderarse

Por: Francisco Guilardes Morales | 06.05.2025
La nostalgia del centro moderado de los 90 no ofrece respuestas para el Chile de hoy. La izquierda debe leer las necesidades reales de las mayorías, no volver al pasado.

En las últimas semanas comienza a instalarse en sectores del oficialismo chileno una tesis que ya hemos visto en otros países de la región: la idea de que, para derrotar a la derecha, hay que apostar por un "centro moderado". Bajo este prisma, figuras como Carolina Tohá serían las candidatas más "responsables" para encabezar una eventual elección presidencial.

Aunque dentro de la izquierda las preferencias parecen inclinarse más hacia Jeannette Jara o Gonzalo Winter, se sugiere que el electorado de esa línea debería ser "sabio" y apostar por Tohá, aún contra su inclinación natural, porque ella ofrecería mayores garantías para una victoria en segunda vuelta.

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La lógica es conocida: se supone que una candidatura más moderada tendría mayor capacidad de "captar el centro" y neutralizar el avance de la derecha. Esta hipótesis, sin embargo, ha demostrado ser frágil.

En Brasil se creyó que Fernando Haddad, ofreciendo un perfil más moderado dentro del Partido de los Trabajadores, podría frenar a Bolsonaro en 2018. No fue así. Y cuando Bolsonaro fue finalmente derrotado en 2022, no fue frente a un candidato de "centro moderado", sino frente a Luiz Inácio Lula da Silva, un líder de izquierda claramente definido y reconocible.

En contraste, otras experiencias también refuerzan esta idea: en México, Claudia Sheinbaum ganó ampliando la base popular de Morena sin abdicar a su identidad; en Colombia, Gustavo Petro triunfó ofreciendo una alternativa definida frente a la derecha tradicional; y en Chile mismo, Gabriel Boric superó la segunda vuelta de 2021 no atenuando su proyecto, sino reafirmándolo con mayor definición frente a José Antonio Kast.

Tampoco los datos locales respaldan la creencia de que "el centro garantiza el triunfo". En las elecciones parlamentarias de 2021, el pacto Apruebo Dignidad (que incluye al Frente Amplio y al Partido Comunista) obtuvo más votos que el bloque PS-PPD, a pesar de contar con menos estructuras tradicionales.

En el plano municipal, el Frente Amplio pasó de ser casi irrelevante en 2016 a gobernar en 2021 algunas de las comunas más emblemáticas del país, como Maipú, Ñuñoa y Estación Central, administrando el 15,9% de la población nacional. Aunque en las municipales de 2024 hubo una caída general del oficialismo, figuras como Tomás Vodanovic en Maipú ratificaron su liderazgo con más del 70% de los votos, mostrando que propuestas claras y ancladas en las mayorías populares pueden consolidarse más allá de las modas coyunturales.

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Así mismo, el ejemplo de Viña del Mar es muy claro, ante un candidato como Iván Poduje respaldado por el programa de extrema derecha Sin filtro y toda la derecha unida, perdió frente la apuesta frenteamplista de Macarena Ripamonti quien, propuso mejor gestión, pero también propuestas de cambio.

Finalmente, Valparaíso tuvo unas primarias amplias del oficialismo donde resulto ganadora la frenteamplista Camila Nieto, quien se impuso al candidato Republicano Rafael González, derrotando a la extrema derecha con un programa claro de avance.

El desafío no es adaptarse al centro imaginario de los años 90, sino construir mayorías sólidas desde las necesidades reales de hoy. El "centro" sociológico de la vieja Concertación está vaciado; ya no existe como sujeto político.

Hoy, el centro es la necesidad de las personas de vivir una vida mejor: mejores pensiones, frenar la violencia contra las mujeres, fortalecer sus derechos reproductivos, ganar más tiempo para la familia con jornadas laborales más humanas, como se ha hecho, y construir un país seguro y un modelo productivo de desarrollo para el siglo XXI, como exige el presente.

El Frente Amplio supo en su momento poner estas demandas en el centro de su proyecto, sin necesidad de radicalismos, pero también sin resignarse a nostalgias agotadas. La experiencia internacional enseña que para frenar a la extrema derecha no basta con reciclar propuestas del pasado: se requiere leer con lucidez las necesidades materiales y culturales de las mayorías, y apostar por un futuro que las interprete. No es la tibieza, sino la claridad y la sintonía social, lo que moviliza victorias populares.

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