
Pesca de krill antártico como superalimento para humanos y salmones amenaza alimentación de ballenas
Son los mamíferos más grandes de mundo, pero las ballenas se alimentan principalmente de un diminuto crustáceo llamado krill. Una de las especies más numerosas de este crustáceo vive en la Antártica, donde su sobrepesca está reduciendo a pasos acelerados la disponibilidad del crustáceo, amenazando a su vez a las ballenas y otros animales como pingüinos y focas.
Por ser una fuente alta en proteína y ácidos grasos omega 3, el krill es cada vez más apetecido como superalimento tanto para humanos como para centros de cultivo de salmones. Flotas pesqueras de Chile, Noruega y hasta China están pescando krill antártico, levantando alertas en el mundo científico.
En lugares de Asia y Norteamérica se está vendiendo carne de krill antártico enlatada, así como cápsulas de aceite de krill, que prometen un suplemento nutricional con beneficios antioxidantes y enriquecido con vitaminas para el consumo humano.
El uso de harina de krill antártico también ha crecido para alimentar a los salmones en centros de cultivo. La práctica comenzó en Noruega tras estudios que demostraban como este alimento beneficiaba la salud de los salmones y mejoraba la calidad de su carne. Desde la misma industria se generaron seminarios para difundir esta información a las salmoneras en Chile, y extender su uso.
La amenaza al principal alimento de muchas ballenas se suma a estudios satelitales que muestran cómo estos mamíferos enfrentan cada vez más obstáculos para alimentarse y desplazarse libremente debido a los choques con embarcaciones y el ruido submarino que las aturde y desorienta.
Uno de los voceros que más han criticado la presión pesquera sobre el krill antártico es el experto en políticas oceánicas Maximiliano Bello, que tras un viaje al polo sur denunció en sus redes la práctica que afecta una zona ya diezmada por el calentamiento global.
¿Qué se puede hacer?
Se estima que desde 1970 la población mundial de krill ha disminuido en un 80%, y un estudio publicado en la Smithsonian Magazine, alerta que el aumento de la pesca industrial en el océano Austral está capturando krill más rápido de lo que sus poblaciones pueden recuperarse, llamando a tomar medidas urgentes.
Intentos para crear áreas marinas protegidas en la Antártica y poner límites que restrinjan la pesca de krill no han logrado acuerdos en la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos. Organizaciones y medios internacionales han apuntado a China y Rusia de ponerse de acuerdo para bloquear estas negociaciones.
Krill contra el calentamiento global
El krill antártico no solo es un eslabón clave en la cadena alimenticia de mucha biodiversidad marina, sino que es reconocido como una de las mayores bombas biológicas del planeta, que cumple un rol fundamental en capturar carbono de la atmósfera mitigando el calentamiento global.
Esto porque el krill se alimenta de fitoplancton que, al hacer fotosíntesis, captura carbono y libera oxígeno. Estos crustáceos comen fitoplancton, lo descomponen y los desechos se hunden en el fondo del océano, secuestrando ese carbono en las profundidades.