
El sindicalismo que necesitamos
Hoy el escenario mundial pareciera no ser auspicioso para el mundo del trabajo. Guerras comerciales, nuevas formas de organización del empleo, precarización, aumento de informalidad producto de la automatización del trabajo -en un contexto poco preparado, que hace sentir el avance de la tecnología como una amenaza más que como una aliada- y una crisis generalizada de las instituciones, de lo que no se escapa el mundo sindical, están afectando el empleo a nivel global.
Tener un diagnóstico de la situación no es suficiente para abordar el problema. Como actores y actrices del mundo del trabajo debemos encontrar soluciones a la crisis actual y en esa ardua tarea tenemos una herramienta elemental: la fuerza y unidad de la clase trabajadora que se organiza, construye un proyecto colectivo y se moviliza por alcanzarlo, hace sindicalismo.
Pero, ¿cómo es el sindicalismo que necesitamos?
Antes que todo, el sindicalismo que necesitamos no puede ser otro que el sociopolítico, porque debe tener una estrecha relación con las organizaciones sociales de todo tipo, como las juntas de vecinos, organizaciones estudiantiles, clubes de adulto mayor.
El sindicalismo debe estar presente cuando un joven recién salido del colegio va a firmar su primer contrato de trabajo para evitar cláusulas abusivas, también debe estarlo cuando un grupo de adultos mayores desconoce los alcances de la nueva ley de pensiones y cómo mejorará sus ingresos.
El sindicalismo debe hacerse parte de las respuestas ante la crisis medioambiental, involucrándose con las comunidades, proponer modelos productivos sustentables, tanto para la mantención del empleo actual, como para asegurar los futuros.
El sindicalismo que necesitamos debe estar cruzado por una profunda ética sindical. Debe entregar confianza a trabajadores y trabajadoras teniendo un comportamiento ético en el actuar sindical, sin conflictos de intereses y con la mayor transparencia posible a quienes forman parte de los sindicatos y asociaciones.
Debe respetarse la autonomía sindical, entendiendo que todos tenemos posiciones políticas y que estas pueden diferir dentro de la organización, pero la dirigencia sindical debe tener siempre como objetivo, llevar adelante los mandatos que sus bases plantean, para que que cuando un dirigente se siente en la mesa con la institucionalidad no puede ser parte y contraparte al mismo tiempo.
Debe hacerse cargo de la formación sindical, generando espacios de educación a dirigentes y bases, entregando herramientas que faciliten el trabajo de las dirigencias y manteniendo bases informadas de las leyes laborales y sus constantes cambios, pero también es necesaria la formación política de las bases, el sindicalismo debe asumir que como organización civil que defiende intereses no puede restarse de hacer política.
El sindicalismo que necesitamos debe esforzarse por comprender y entregar propuesta a las nuevas formas de empleo, ayudando a la organización de los trabajadores de plataformas digitales, reconociendo a mujeres cuidadoras como trabajadoras considerando todo lo que ello conlleva, y entendiendo que la tecnología puede ser una aliada si se le regula, evitando que los empleadores la utilicen como excusa para despidos y reducción de remuneraciones, abarcar a trabajadores y trabajadoras informales, que se emplean de manera atípica, incluso aquellos que tienen como única fuente de ingresos trabajos remotos, comercio digital, y muchas otras formas que están en plena invención.
Tiene que ser capaz de sentarse de igual a igual en mesas con actores de gobierno y empresarios, mediante el tripartismo y el diálogo social, exigiendo respuesta a sus demandas, pero también proponiendo un modelo de desarrollo para el país, que se haga cargo de la convergencia entre formación técnica y profesional de la clase trabajadoras y la matriz productiva o de la modernización del Estado, presentando una alternativa de país en el mundo del trabajo privado y público. Sin olvidar a todas las herramientas que le da su historia, en la calle, con la huelga y la movilización como instrumentos que ayudan a emparejar la cancha.
Como cuenta un viejo dicho “un pie en la mesa el otro en la calle”. Consolidar el Dialogo Social vinculante (no solo consultivo) en nuestras relaciones laborales es una obligación para alcanzar igualdad.
El sindicalismo que necesitamos debe ser parte esencial de un partido político de izquierda, porque como tal debe poner en el centro de su quehacer al mundo del trabajo, ya que la clase trabajadora es la que sostiene el funcionamiento de la sociedad.
La tarea es ardua y el desafío mayúsculo, porque los tiempos que vivimos son complejos para la organización social, sin embargo, si existe un actor que ha estado presente en todos los conflictos de la historia contemporánea, y que les ha sobrevivido, es la clase trabajadora. Y como tal, es también la llamada a entregar propuestas para los momentos que vivimos.
Cada primero de mayo tenemos una gran oportunidad, este es el día de los y las trabajadoras, este día es nuestro y todos los ojos están sobre nosotros y nosotras: trabajadores, empleadores, estudiantes, mujeres, diversidades, parlamentarios, candidatos, etc. Pero debemos trabajar para que todos los días del año sean visibilizadas las demandas y las propuestas que le hacemos a la sociedad, que ellas no sean parte solo de una marcha o de un discurso. De nosotros/as depende que así sea.
Con fuerza y unidad la clase trabajadora prevalecerá.