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Desde Argentina Pepe Gallinato recuerda Música libre y el Maijope show, hitos de la TV de los 70'
Captura Youtube

Desde Argentina Pepe Gallinato recuerda Música libre y el Maijope show, hitos de la TV de los 70'

Por: Iván Gajardo | 27.04.2025
Luego de casi medio siglo sin conceder entrevistas, el destacado músico, coreógrafo, productor, abre las puertas de su casa a El Desconcierto para charlar de su vida actual, sus recuerdos y los éxitos de la TV de los 70' que marcaron a una generación en una convulsionada época de la historia chilena.

Pepe Gallinato me recibe en su casa, el ex Palacio Tucci en el barrio de Palermo, un laberinto de escaleras por el que vamos subiendo y dejando atrás, antiguas puertas de madera, vidriadas algunas, e innumerables habitaciones, varias de ellas vacías o en refacción.

Me recibe en su pequeña oficina, justo al lado de un enorme estudio de ballet ubicado en el último piso del edificio en la calle Marcelo T. De Alvear, donde me invita a charlar luego de preparar dos cafés instantáneos. No me permite grabar la charla. Dice que las grabaciones lo ubican en “un personaje” y él prefiere que la charla fluya con más naturalidad de su parte.

En el gran salón contiguo, llama la atención una foto de la coreógrafa Mirta Furioso, su mujer y compañera de ruta, fallecida en el año 2001, a quien recuerda permanentemente durante todo el encuentro.

Gallinato destacó en Chile, fundamentalmente en las décadas de 1960 y 1970, como cantante, compositor, productor y coreógrafo. Fue una figura clave en los géneros de la Nueva Ola y el neo-folklore en momentos en que la musicología no tomaba muy en serio los géneros concebidos para el entretenimiento y le asignaba escasa importancia estética a los fenómenos ligados a la cultura de masas.

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Entre dos géneros musicales e influenciado por Violeta

Él, junto a otros como Willy Bascuñán, Pedro Messone, Jorge Yáñez y los Moros, Patricio Manns, Rolando Alarcón, etc., impulsaron el denominado neo-folklore y le imprimieron volumen y contundencia al género que a partir de la estilización de lo tradicional e incorporando arreglos vocales polifónicos, permitió la popularización y difusión masiva de la música chilena.

Paralelamente, la “Nueva canción chilena” buscaba también fundir la música folclórica con ritmos e instrumentos de toda Latinoamérica, y con letras de fuerte contenido social, político y crítico, que reflejaban el contexto de profundos cambios y tensiones en el país en ese período.

Gallinato navegó sin prejuicios por las aguas de estos dos géneros que de algún modo se disputaron la representación de la música folclórica, incorporando innovaciones musicales y poéticas, y que estuvieron influenciadas por figuras como Violeta Parra.

Fue también testigo y partícipe directo de momentos bisagra de la televisión chilena, con programas musicales emblemáticos que marcaron a una generación.

Tras más de 48 años sin conceder entrevistas y pese a su decisión innegociable de mantener un perfil bajo, abre generosamente las puertas de su casa y poco a poco va relajándose y contando historias que marcaron esos años.

"Rafaella Carrá me contrató como bailarín"

-¿Cuándo y por qué te viniste de Chile?

Me vine siguiendo a Mirta, porque había posibilidades de trabajo y de estudio. Y porque ya había hecho varias cosas en Chile. Con “Maijope show” y “Música libre” habíamos tenido un tremendo éxito. Soy un gran agradecido de lo que me dio mi país, pero necesitaba aires nuevos.

- ¿Extrañabas a Mirta?

Te lo voy a responder con una frase de Schopehauer. El amor es fundamentalmente un impulso biológico y una manifestación de la voluntad de vivir que se manifiesta como deseo sexual y atracción—dice sonriendo con picardía antes de retomar la respuesta—. Mirta era una mujer hermosísima, fue primera bailarina del ballet de La Plata. De ahí fue contratada a Chile, entonces la conocí. Luego, cuando nos radicamos en Buenos Aires en el año 1978, trabajó en el Instituto Superior de Arte (ISA), del Teatro Colón, como maestra.

- ¿Cómo fue tu vida acá cuando llegaste?

Aquí en Buenos Aires al principio daba clases de gimnasia jazz. Me fue excelente y tenía muchas alumnas. Después me incorporé más fuerte al espacio artístico local y montamos musicales como la ópera rock “Amerinka Operandina”, de mi autoría. Siempre tuvimos éxito, no me puedo quejar. También preparé muchos alumnos del instituto del Colón, algunos de ellos mandé también al ballet municipal de Chile. Tenía actividades varias. En una oportunidad, trabajé con Rafaella Carrá, que me contrató como bailarín para un especial y me pagaron bastante bien. Económicamente fui construyendo la solidez necesaria para estar tranquilo.

- ¿Y en la actualidad?

Mira, yo he vivido más tiempo en Argentina que en Chile. Ahora me levanto todos los días a las 5 de la mañana y practico yoga. Hago mucho ejercicio permanentemente, tengo cinturón negro de aikido reconocido por Japón. Mi sensei, Sakanashi, falleció hace pocos años. Yo daba clases en su Dojo de Córdoba y Callao.

Durante las tardes tengo a una de mis ex alumnas, Allegra Adelfang, a cargo de las clases de danza clásica en mi estudio. Ella es una excelente maestra y tiene varios grupos.

Música libre

En la medida en que las preguntas apuntan a su pasado en Chile, Gallinato cambia de posición en la silla. Es obvio que va reconectando con una etapa fundamental en su vida. Ante varias consultas, inclina la cabeza y sus ojos miran en diagonal hacia arriba, como buscando que la memoria recupere la nitidez necesaria para responder. Baja el tono y el tempo, pero intuyo que disfruta esta parte de la entrevista.

- ¿Qué recuerdos tenés de Música libre?

Recuerdo mucho a los muchachos. A Isabel Castro, al “Diuca”, a Pablo Ureta, a Camilo Fernández que decidía sobre la música. Sobre todo recuerdo el gran trabajo de guion y de coreografía que implicaba. Cada uno tenía un guion, un personaje específico y los temas se seleccionaban en relación a las características de ese personaje.

Con muchos de ellos mantengo una relación hermosa aún. No hace mucho, antes de la pandemia, nos reunimos varios. Charlamos, nos reímos y recordamos también a los que ya no están, como Araceli, como Coto. Pero de todos guardo un bello recuerdo.

- ¿Por qué terminó un programa tan exitoso?, ¿por qué los militares no aprovecharon ese éxito?

Mira, a mí no me interesa la política. Solo voy a decirte que me hostigaron, me hostigaron y renuncié. Y a partir de eso, el programa se hundió— agrega con indisimulable orgullo.

Después de eso, me llamaron del canal 9 de Chile con un programa que se llamó “Viva la música”. Les levanté el rating un montón, antes no lo veía nadie —dice con entusiasmo—Por allí pasaron futuras figuras como Óscar Andrade, el Negro Piñera, que falleció hace poco. A él yo lo convencí de que migrara un poco hacia el folklore, que usara otras texturas y otras sonoridades. Y el cambio le vino muy bien.

Maijope show

Otra bisagra en la historia de los musicales de la televisión chilena se produjo a mediados de 1967 con Maijope show, que se presentaba en el programa Special, de canal 9. Además de Gallinato, el elenco estaba integrado por Maitén Montenegro y Jorge Rebel.

Gallinato se engancha cada vez más. Responde de a ratos con acento chileno, y otros con tono porteño. Luego, por varias horas más, continúa la charla por whatsapp, agregando detalles y precisiones.

-¿Cómo nació la idea del Maijope?

Nació por una invitación de Jorge Pedreros, quien trabajaba como productor en canal 9. Con Jorge (Rebel) éramos muy amigos y practicábamos canto y composición. Entonces se acercó Maitén (Montenegro) para que hagamos juntos una actuación solicitada por Pedreros. Nos pusimos a ensayar y cantar juntos, y el debut llamó la atención en los medios, entonces nos llovieron las solicitudes. Eso modificó el ritmo y nos pusimos a trabajar para la productora de Eduardo Ravani y Fernando Alarcón (ambos ex “Jappening con ja”).

Ganamos todos los premios, actuamos en el Festival de Viña del Mar. Mi lugar en el grupo fue de director. Y Jorge y Maitén, muy talentosos ambos, estaban en la parte creativa. Y se terminó porque vino Mirta a participar en un show y me capturó. Siempre Shopenhauer, acoto yo y Pepe sonríe y aprueba.

Ella fue el gran amor de mi vida. Solo su muerte nos separó luego de 31 años de vida juntos, agrega y deja flotando un largo silencio.

Gallinato persiste en su perfil bajo. Responde de modo escueto, elude las preguntas sobre la gravitación que tuvo su figura en la cultura popular chilena, así como cualquier adjetivo que dé cuenta de esa relevancia.

Cuando le pregunto sobre su cercanía con Manns, Messone, Víctor Jara, los Parra, Luis “chino” Urquidi , los Cuatro Cuartos o las Cuatro Brujas, responde rápido o relativiza su participación, una participación que sí está perfectamente documentada en el libro “Historia social de la música popular en Chile 1950-1970” (González, Ohlsen y Rolle) que detalla puntillosamente ese período.

Paradojas del campo del arte en Chile. Cuando la academia le negaba un lugar preponderante a la música popular, era el pueblo el que servía de sostén a esa expresión, y ahora que la academia sí les asigna un puesto en el rico mosaico de nuestro patrimonio sonoro, algunos de sus impulsores pasaron a un virtual olvido.

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