
Las muertes inevitables
Santiago, Avenida Providencia 1208, estudios de Radio Agricultura, mañana del 16 de abril de 2025. Ante una pregunta sobre el golpe de Estado de septiembre de 1973, Evelyn Matthei, candidata presidencial de “Chile vamos” expresa: “Mi posición es que no había otra. Que nos íbamos derechito a Cuba. Probablemente, al principio, en el 73, 74, era bien inevitable que hubiesen muertos (…)”.
La respuesta diseñada para congraciarse con los auditores de derecha pinochetista de esa emisora, quienes la motejan de “comunista”, o abanderada de la “derechita cobarde”, muestra el verdadero pensamiento de la candidata, pero también de parte de quienes la respaldan.
En efecto, para muchas personas que adhieren a las ideas de derecha, el golpe de septiembre de 1973 y las violaciones de los derechos humanos fueron inevitables, es algo que debió pasar para “salvar a Chile” de caer en las garras del comunismo internacional, y que evitó que nuestra patria se transformarse en otra Cuba.
Para esta cosmovisión el hombre y la mujer de izquierda son algo dañino para la patria, por lo que debe ser destruido, neutralizado. Para ellos, los asesinados y desaparecidos están bien muertos porque eran comunistas, terroristas y estaban cooptados por la URSS. Por eso, entre esa gente de derecha, el respaldo a la dictadura de Augusto Pinochet es enorme, como quedo de manifiesto cuando por orden de un juez español el General fue detenido en Londres.
Hace 27 años, a mediados de octubre de 1998, en una calle de Providencia, mientras de fondo se oyen "vivas" a Augusto Pinochet e insultos al gobierno de Frei, Evelyn Matthei, entonces una joven senadora de la UDI, visiblemente molesta, expresaba: “Repudio activo a España e Inglaterra. No se van a atrever siquiera a salir a las calles, porque [si los vemos] les vamos a plantar [tirar] un huevo o un tomate".
"La idea es hacerles la vida imposible acá a los productos españoles, a los productos ingleses, a las industrias españolas, a las industrias inglesas y también a la gente de las embajadas que está aquí en Chile”, agregó.
Además, de las furiosas declaraciones de Evelyn Matthei, es histórico el discurso del, en ese momento, candidato presidencial de la derecha, Joaquín Lavín en defensa del dictador y su obra.
Lo que Matthei declara muertes inevitables son el 80% de más de 1.000 detenidos desaparecidos, más de 2.000 ejecutados y más de 40.000 torturados, casi 200 niños ejecutados y 40 desaparecidos. A continuación, recordamos al lector, algunas muertes inevitables.
El 11 de septiembre, desde La Moneda, Antonio Aguirre Vásquez y Osvaldo Ramos Rivera integrantes de la escolta presidencial, salieron heridos de gravedad por lo que fueron trasladados a la Posta Central, donde permanecieron hasta fines de septiembre de 1973, desde allí, en operaciones distintas, fueron sacados por efectivos Militares. Permanecen desaparecidos.
El mismo martes 11 de septiembre, los miembros restantes de la escolta presidencial fueron detenidos en La Moneda y trasladados al Regimiento Tacna, a unas pocas cuadras, donde los mantuvieron amarrados de pies y manos en las caballerizas del recinto. Dos días después, los llevaron al campo militar de Peldehue, donde los asesinaron, los arrojaron a una fosa común a la que lanzaron explosivos y; en 1978, en la “Operación Retiro de Televisores”, sacaron sus restos y los lanzaron al mar en la costa de San Antonio.
Días después del 11 de septiembre, en la madrugada del aniversario de la Primera Junta de Gobierno, en el Fundo San Juan, en la ribera sur del río Laja, en un claro del bosque de pinos, fueron asesinados por Carabineros y enterrados en una fosa común:
Manuel Becerra; Luis Armando Ulloa de 41 años, casado y con cinco hijos; Juan de Dios Villarroel, 34 años y cuatro hijos; Jack Gutiérrez, militante del MAPU; Heraldo Muñoz, militante del Partido Socialista de Chile; Federico Riquelme; Alfonso Macaya, regidor de la comuna; Wilson Muñoz y Fernando Grandón, de 34 años, ocho hijos; Luis Alberto Araneda de 43 años, maquinista, dirigente del sindicato Federación Santiago Watt de la Empresa de los Ferrocarriles del Estado, militante del PS y presidente de la Junta de Abastecimientos y Precios; Juan Antonio Acuña, 33 años, tres hijos, maquinista y dirigente del sindicato de Ferrocarriles; el empleado de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, Dagoberto Garfias, de 23 años; Mario Jara, de 21 años; Raúl Urra, de 23 años; Óscar Sanhueza, de 23 años, director de la Escuela n° 45 de San Rosendo; Jorge Zorrilla, obrero de 25 años que se presentó voluntariamente ante carabineros; Jorge Lamana; Juan Carlos Jara, de 17 años; y Rubén Campos, director de la Escuela Consolidada de Laja. Además, Luis Sáez, dirigente sindical y militante del MAPU, quien habría sido buscado por la autoridad, desapareció días después al entregarse a carabineros.
Cuatro meses después, en la madrugada del 18 de enero de 1974, una patrulla militar de la Escuela de Caballería de Quillota, al mando del Capitán Francisco Pérez E., asesinó a seis prisioneros políticos.
A saber, Manuel Hurtado Martínez, funcionario de Tesorería, Secretario Regional del Partido Socialista en el Departamento de Quillota; Hugo Aranda Bruna, agricultor y dirigente vecinal; Julio Loo Pardo, Dirigente sindical de Rayón Said, militante comunista; Eduardo Manzano Cortés, presidente del Sindicato Rayón Said, militante del MIR; Víctor Fuenzalida Fuenzalida, jefe del Departamento Técnico de la CORA, Secretario local del Partido Comunista y Ángel Díaz Castro, obrero textil y dirigente vecinal; el ex alcalde Pablo Gac Espinoza; el abogado y Fiscal de la CORA Rubén Cabezas Parés; el dirigente campesino Levi Arraño Sancho. Se justificó este crimen colectivo acusando a las víctimas de haber intentado escaparse.
Estas personas tenían un denominador común: ser militantes o simpatizantes de alguna organización de izquierda. Ese había sido su delito. Todas ellas fueron asesinadas sin juicio. En el caso de la escolta presidencial acabaron con sus vidas por haber defendido al presidente Constitucional de Chile. Estas personas son solo un breve ejemplo de las muertes inevitables que defiende como legitimas Evelyn Matthei. Juzgue usted.