
Transparencia, no especulación, para proteger a los consumidores
Como asociación de consumidores, observamos con preocupación la nota titulada “Correos evidencian protección del SERNAC a distribuidoras eléctricas ante reclamos por mega apagón”, recientemente publicada en El Mostrador.
Los antecedentes que allí se exponen son graves y, más allá de la declaración institucional emitida por el SERNAC el 22 de marzo, siguen demandando una explicación pública más clara, directa y específica.
En su declaración, el SERNAC reafirma que “no protege empresas”, lo cual valoramos como principio. Sin embargo no se aclara, por ejemplo, si las instrucciones contenidas en los correos -como la de “cuidar el lenguaje” para no incomodar a las distribuidoras- fueron aisladas, parte de un protocolo institucional o una directriz de alto nivel. Tampoco se informa si esas comunicaciones fueron efectivas, si el tono empleado fue apropiado o si se ha considerado una revisión de prácticas a partir de lo ocurrido.
En este contexto, llama aún más la atención la columna publicada el mismo 22 de marzo, que -utilizando un discurso francamente especulativo- busca abonar la campaña impulsada por abogados de empresas contra la reforma “SERNAC te protege”. Este tipo de intervenciones no solo no contribuye al debate público, sino que desinforma, trivializa los derechos de los consumidores y desvía la atención de lo realmente importante.
Hoy, las y los consumidores exigen justicia individual frente a los problemas concretos que enfrentan a diario, y esa justicia, simplemente, no está garantizada. Para avanzar en esa dirección, se requiere un SERNAC con facultades efectivas, asociaciones de consumidores fortalecidas y tribunales con los recursos necesarios para asegurar un acceso real y oportuno a la justicia.
Junto con esto, necesitamos también una conversación pública seria, informada y basada en hechos, no en prejuicios ni especulaciones. La mejor protección al consumidor se construye con instituciones sólidas, una ciudadanía empoderada y un debate honesto, a la altura de las necesidades del país.