
La soledad que mata: Gene Hackman y la urgencia de los cuidados sociocomunitarios
El reciente fallecimiento del legendario actor Gene Hackman, a los 95 años, ha dejado un sabor agridulce en el mundo del espectáculo. A la admiración por su prolífica carrera se suma la tristeza por las circunstancias que rodearon sus últimos días.
Tras la muerte de su esposa y principal cuidadora, el veterano artista quedó solo y desorientado en su hogar, víctima del implacable avance del Alzheimer. Su historia última, marcada por la soledad y el abandono, nos interpela como sociedad y nos obliga a reflexionar sobre la imperiosa necesidad de fortalecer los cuidados sociocomunitarios.
Se trata de un sistema de vínculos y afectos que permiten incorporar a la comunidad, los barrios, vecindades y organizaciones, en el trabajo de cuidados, permitiendo democratizar estos últimos y que no solo queden en la esfera intima familiar. De ahí que esta situación nos invita a comprender cómo la discapacidad, la dependencia y los cuidados, es una tarea que nos compete a todos y todas.
En nuestro estudio Fondecyt, sobre los “cuidados sociocomunitarios de las personas con discapacidad en la Región de O'Higgins”, descubrimos que una cuestión importante tenía relación con las organizaciones de cuidadoras, donde a través de medios virtuales, mantenían una comunicación y seguimiento que servía de sostén y apoyo mutuo.
Por el contrario, la tragedia de Hackman evidencia las devastadoras consecuencias de la ausencia de una red de apoyo sólida, donde se termina sobrecargando al cuidador, generalmente una mujer, tal como señala la gran mayoría de la literatura científica de los cuidados.
Esto, sin embargo, también tiene una explicación cultural, las sociedades moderno-coloniales tienden a la individualización y a abandonar a las personas mayores, dependientes o que dejan de ser productivas. El caso del actor nos recuerda que la vulnerabilidad es inherente a la condición humana, una idea que Judith Butler desarrolla en su obra y que invita a concientizar nuestra dimensión ontológica del ser humano, entendido como un ser frágil y vulnerable.
Hackman, otrora figura imponente en la pantalla grande, se vio enfrentado a la fragilidad y la dependencia, recordándonos que todos, en algún momento de nuestras vidas, necesitaremos del cuidado de otros.
Es aquí donde la interdependencia adquiere un papel fundamental. Como sociedad, debemos reconocer que no somos seres aislados, sino que nos necesitamos mutuamente para sostener la vida. Este caso, releva la importancia de "tejer redes de interdependencia y resistencia de los cuidados", una tarea que implica construir comunidades que se hagan cargo de sus miembros más vulnerables.
La historia de Gene Hackman es un llamado de atención para que las familias, las comunidades y el Estado asuman su responsabilidad en la provisión de cuidados. Chile está incipientemente dando pasos en esta línea, con el Sistema Nacional de Cuidados, sin embargo, es fundamental que se implementen mayores políticas públicas que promuevan la corresponsabilidad, que se fortalezcan las redes de apoyo comunitario y que se garantice una vida digna a todas las personas, especialmente a aquellas que enfrentan enfermedades como el Alzheimer.
La soledad y el silencio que rodeó los últimos días de Gene Hackman debe transformarse en un grito colectivo que exija un cambio cultural y social. Debemos construir una sociedad donde el cuidado no sea una carga individual, sino un compromiso compartido, donde la vulnerabilidad sea reconocida y atendida, y donde la interdependencia sea el principio rector de nuestras relaciones. Solo así podremos evitar que tragedias como esta se repitan y garantizar que todas las personas puedan vivir con dignidad hasta el final de sus días.