
Enfoque de género y educación sexual integral: Una relación necesaria
La semana pasada se conmemoró un nuevo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, espacio que ha ayudado a reivindicar luchas históricas de las mujeres en términos de igualdad y equidad de género, erradicación de la violencia y disminución de brechas educativas y sociales.
Es frecuente que en ese contexto se reconozcan los logros de mujeres relevantes en nuestra historia y se impulsen iniciativas para avanzar en estas materias. Sin embargo, el 8M nos invita a ir un paso más allá, a pensar también en una mejor sociedad.
Cifras recientes muestran la urgencia de ahondar en este tema. La encuesta de violencia contra las mujeres 2024 (Subsecretaría para la prevención del delito, 2024) muestra un incremento en los últimos cuatro años de creencias que promueven la desigualdad de género y justifican la vulneración de derechos.
Afirmaciones como: “La vestimenta de la mujer y su forma de maquillarse debe ser aprobada por su esposo/pareja” aumento de un 7,5% a un 9,1%, “Una mujer debe tener relaciones sexuales con su esposo/pareja, aunque ella no quiera” se movió de un 1,9% a 4,2%, “Es aceptable que el hombre agreda a su pareja en caso de infidelidad” aumentó de 1,2% a un 3,3%, “Las mujeres deberían aceptar maltratos por el bien de la familia y de los hijos e hijas” que subió de un 1% a 3,6%, “Está bien que la pareja se moleste si llega a la casa y la mujer no tiene la comida preparada”, que alcanzó un 5,4% (presente sólo en 2024).
Además, la última encuesta de sexualidad e identidad de género 2022-2023 (Ministerio de Salud, 2023) muestra que el 44,7% de quienes fueron encuestados señala que su educación sexual fue mala o muy mala, mientras que un 20.3% de las mujeres reporta haber sufrido algún tipo de violencia en el último año.
Frente a estas cifras, la educación puede ser una puerta de entrada para cuestionarnos y transformar estas creencias arraigadas en nuestra sociedad y disminuir las manifestaciones de violencia que sufren las mujeres y diversidades sexo-genéricas. En esta columna proponemos que el enfoque de la Educación Sexual Integral (ESI) puede ser una alternativa para esta situación. La ESI plantea un análisis integrado de enfoque de género, de derecho, un abordaje desde las interseccionalidades, diversidades, interculturalidad, cuidados, entre otros.
La ESI aporta en tanto promueve el reconocimiento de la identidad propia, la empatía por las demás personas y la valoración por la diversidad. Hablar de enfoque de género ha sido un paso fundamental para reconocer la existencia de relaciones asimétricas, que generan que algunos grupos tengan menos privilegios y se encuentren en situaciones de mayor vulnerabilidad, como por ejemplo las mujeres y las diversidades sexo-genéricas.
Con la incorporación de la ESI se amplía la mirada integrando otras perspectivas que permiten una visión más amplia de las asimetrías, privilegios y violencias. La ESI es lo suficientemente amplia para trabajar en el reconocimiento y la valoración de las otredades, por tanto, es clave para reconocer la importancia del bienestar propio y de las demás personas, permitiendo pensar y construir cambios culturales profundos para gestionar de mejor manera la convivencia y por tanto la forma en que nos vinculamos.
Además, al considerarse dentro de la ESI el enfoque de derechos, se genera conciencia del reconocimiento de los derechos propios y el respeto de los derechos de las demás personas. La ESI reconoce que los seres humanos somos seres interdependientes socialmente, y en ese sentido permite identificarnos desde nuestras diferencias como un aspecto fundamental para la interacción social.
Desde la educación sexual integral se abre un espacio para la transformación social y cultural, que requiere del apoyo de toda la comunidad. En ese sentido es fundamental el trabajo de los centros educativos con las familias, planificando en conjunto los contenidos de acuerdo con las edades y etapa de la vida.
La ESI aborda de una manera amplia la organización social en cuanto invita a construir sociedades más respetuosas, saludables, amigables, inclusivas y democratizadoras. Cuando se adopta la perspectiva de la ESI se está abogando por el desarrollo de una sociedad más justa e igualitaria, en donde las personas se sientan valoradas y reconocidas, más allá de sus diferencias. ¿Quién podría no estar de acuerdo con estos cambios?