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Acerca de lo confuso que es entender a Boric sobre Ucrania
Agencia Uno

Acerca de lo confuso que es entender a Boric sobre Ucrania

Por: Mario Olguín Kemp | 26.02.2025
Los países como nuestro Chile deberían presionar, con sus pares, a una paz en favor de los pueblos y no de un gobierno, ni de alianzas geoestratégicas. Por una paz que apunte también a principistas y no solo a pragmátismos.

Leyendo algunas interpretaciones sobre nuestra política internacional del gobierno de Boric y de la guerra en Ucrania, creo que lo principal y más urgente está en ver, primero, que a Europa no la tiene secuestrada la OTAN y EE.UU., ni es un paraíso de la democracia liberal que en el camino se fue torciendo, sino más bien son parte de un conjunto con pretensiones mayores de hegemonía mundial, donde, desde luego, hay socios mayores y menores con sus respectivas pugnas y diferencias.  

Este tipo de alianzas frente a lo “oriental” son tan viejas como la misma Liga de Delos en la Grecia clásica y sus problemas tan parecidos como el aporte y reparto del tesoro de esa liga: el que pone los barcos quiere los mayores réditos.  

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Una democracia liberal (que algunos tienen arquetípicamente como la de algunos países europeos) no es tampoco ajena a un sistema social y económico ni tampoco es ajena a su historia. Como bien sabemos, el capitalismo europeo es capaz de reproducir condiciones de explotación y de exclusión dentro y fuera de sus fronteras.

Ni las fuerzas de izquierda y progresistas europeas pueden detener la barbarie en su mismo bloque continental, pero no por una cosa de acumulación de fuerzas y de votos, sino que como en otras partes del mundo, mandan allí también los poderosos y el sistema político, social y económico es en gran parte de ellos.

Son los límites de la democracia liberal. Y sobre el derecho internacional, es en la práctica el que le dan uso y abuso de los países hegemónicos mayormente. Una buena referencia a este debate está en I. Wallerstein: El Universalismo europeo, el discurso del poder.  

En segundo lugar, Rusia, con todas las críticas que pueda haber con Putin, se ve siempre o se excusa en el jardín de misiles que tiene la OTAN plantado a lo largo de la frontera europea-rusa. De paso, digamos que es algo similar con lo que sucede con las bases militares de EE. UU. en el Sudeste Asiático. 

Frente a ese escenario de guerra en el oriente europeo, que lleva miles de muertos y desplazados, las peticiones urgentes por una paz son correctas y deseables, pero pueden ser ambiguas cuando se expresan con omisiones como el rol de Biden, la OTAN y Zelenski.

Me refiero a qué tipo de paz se puede alcanzar con un gobierno como el de Zelenski, caído más en las manos de occidente que de proponer un proyecto para su país, quien para despistar a su vasallaje eleva el tono en algunas ocasiones por la cuantía y velocidad de las ayudas militares, pero que tiene sumido a su país en una tiranía, con una ofensiva cultural contra los ucranianos de etnia rusa, y contra los partidos de izquierda a los cuales los tiene ilegalizados, por no hablar de su apoyo a Israel y su apoyo en la  derecha.

Gabriel Boric dice en su reciente tuit 'qué presidente dejaría que le invadan su país', pero en la misma se deriva otra cuestión: qué presidente de una nación poderosa, centenaria y orgullosa como la rusa dejaría que le pongan cientos de misiles frente al patio de su casa.

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Aunque eso no justifica (al menos para los partidarios de la paz) una invasión ni los crímenes cometidos por el avance ruso. Ese escenario generado por el conflicto no es un “caramelo” que un todopoderoso y tiránico como Putin deje escapar, al menos como oportunidad para mantenerse sine día en el poder.

Un escenario ideal para sumar las pretensiones personales con el orgullo patrio y la industria de la guerra, entre otras. Huelga decir que esto es válido para Zelenski. 

Ahora, por mucho que el gobierno de Chile diga posicionarse en una "neutralidad", de facto, por qué el presidente Boric fue a darle el apoyo a Zelenski  (junio y septiembre de 2024) y ahora critica únicamente a Trump. El asunto a este entender es que a Boric poco le incomoda el imperialismo de los demócratas, pero sí el de Trump y el de los republicanos

¿Acaso hay dos EE. UU. tan diferentes en la práctica cuando hablamos de geoestrategia en la historia? Hemos visto auténticos desastres de intervenciones estadounidenses, apoyando a regímenes y tiranos, sean de republicanos y demócratas: verbi gratia. Después de pelear con los talibanes, terminaron dejándoles el poder. Me parece, y lejos de simplificar, que hablamos de las dos caras de una misma moneda. 

Pero, para mayor confusión ideológica, y para tratar de entender al presidente Boric, debemos destrabar este tipo de ecuaciones: Con Zelenski y con Palestina, pero contra Ortega, Maduro y Putin, pero hay una incógnita con Cuba; contra Trump, pero con Biden, con los "democráticos" Emiratos Árabes Unidos, con los derechos humanos sean donde sean, pero Piñera era "un demócrata".  

Un deseo de paz más profundo que inocente

Creo humildemente, y lejos de resolver aquello, que lo correcto y más sensato para alguien de izquierda, o con simpatía con las ideas de solidaridad e igualdad, sería pedir la Paz para los pueblos ruso y ucraniano, pero a sabiendas que ello no se logrará con Zelenski agarrado de las faldas de la UE, la OTAN y los EE.UU; ni con un Putin,exaltado y oportunista, al que empujan desde occidente a hacer lo que quiera.

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Los países como nuestro Chile deberían presionar, con sus pares, a una paz en favor de los pueblos y no de un gobierno, ni de alianzas geoestratégicas. Por una paz que apunte también a principistas y no solo a pragmátismos.

De fondo, el deseo es que los pueblos rusos y ucranianos puedan liberarse de sus opresores y que aquella paz no sea a costa de sumar nuevas cadenas (¡obviamente!) y que sean sociedades de seres libres con autodeterminación, y que puedan construir un camino juntos en solidaridad con otros pueblos.