Semillas del futuro: Lucrecio y la conexión global
"Nada, pues, de la nada puede hacerse,
Puesto que necesita de semilla
Cualquiera cosa para ser criada,
Y del aire salir al aura tierna”
Lucrecio, De Rerum Natura
En su poema De la naturaleza de las cosas, Tito Lucrecio Caro (c. 99 a. C.-c. 55 a. C.) describe cómo los átomos, en constante movimiento, interactúan y generan todas las cosas del universo. A través de su poética materialista, Lucrecio nos muestra que de las combinaciones de átomos surgen fenómenos complejos, como la vida o el pensamiento, algo que no puede reducirse a las características de las partes individuales.
En su escrito, Lucrecio insiste en que los procesos naturales, desde el movimiento atómico hasta la evolución de la vida, no requieren la intervención divina. Fiel seguidor de Epicuro, destaca que los eventos tienen múltiples causas, desafiando las explicaciones simplistas que solemos dar a los problemas complejos. Nos invita a observar la interconexión de los elementos, porque es en esa red de relaciones donde encontramos las dinámicas que configuran el todo visible.
Siglos después, la Teoría Sistémica retoma esta perspectiva, centrando su atención en las relaciones e interacciones entre las partes de un sistema. Esta teoría subraya que el comportamiento del todo no puede entenderse desde un análisis fragmentado; las partes están intrínsecamente conectadas y sus interacciones generan resultados que trascienden a sus componentes individuales.
Al 2025 no terminamos de comprender que las acciones de cada persona y los acontecimientos que estas generan afectan -inevitablemente- a su entorno, que a su vez impacta recíprocamente en quienes lo habitan.
Por ejemplo, cuando un país decide, democráticamente, elegir gobernantes declaradamente negacionistas, machistas, homofóbicos, antiderechos y con inclinaciones fascistas, el resto del mundo debería preocuparse. Cada acción de ese líder repercutirá inevitablemente más allá de sus fronteras, afectando la estabilidad global.
Si además ese gobernante cuenta con el respaldo de los hombres más ricos del planeta, propietarios de plataformas digitales y empresas de tecnología la preocupación debería duplicarse.
Lucrecio nos recordaba que “nada nace de la nada”, y en este contexto, es crucial preguntarnos: ¿cuáles son las semillas que estamos plantando en este planeta?
Para los negacionistas del cambio climático y quienes rechazan la diversidad en todas sus formas, esta pregunta puede parecer irrelevante. Pero para quienes valoramos la diversidad, la biodiversidad, los derechos humanos y la salud del planeta, se trata de una cuestión imprescindible para orientar nuestra acción.
No es solo un país ni su gente lo que corre peligro cuando la violencia se normaliza y la democracia pende de un hilo frágil y fácil de romper. Aunque pueda ser incómodo para quienes sostienen ideologías individualistas, el riesgo es global.
Dependerá -principalmente- de quienes tienen el poder, los gobiernos demócratas de derecha, centro e izquierda, detener esta oscura y violenta amenaza a la democracia. Y será necesario, como hicimos en el pasado, recoger las semillas de los derechos que hemos conquistado, cuidarlas con esmero y replantarlas. Solo así podremos sembrar un mundo más justo y habitable para todas.