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Mindful... ¿qué?: Una experiencia de 'mindfulness' en medicina y educación
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Mindful... ¿qué?: Una experiencia de 'mindfulness' en medicina y educación

Por: Pía Flores y Pamela Jofré | 23.01.2025
La medicina como la educación se fundamentan en relaciones humanas, que precisan ser de alta calidad para su buen desempeño. El paso por una institución de educación superior no sólo se trata de un proceso instruccional, es esencial que los estudiantes puedan comprender una serie de situaciones que experimentan a diario.

Mindfulness es una palabra que ya no suena raro, ha cobrado espacio y se ha difundido por estas latitudes, podemos ver avisos de retiros, talleres, mindfulness en jardines, colegios, universidades, incluso series que sarcásticamente usan mindfulness dentro de su trama.

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Se tiende a asociar mindfulness con el bienestar y el descanso, como una pastillita que podríamos tomar y hacer que todo esté mejor, o más bien, que resuelva algo que nos complica. Esta columna es una invitación a mirar en detalle, acercarnos a entender de qué se trata el mindfulness y conocer nuestra experiencia en educación.

El concepto no tiene una traducción exacta al español, se le acerca el de "atención plena", pero al mismo tiempo no alcanza a expresar todo lo que significa. Mindfulness es la capacidad de estar presente, con una disposición de apertura y aceptación, una forma de estar con ciertas cualidades, y con un bagaje de principios que se originan en el budismo.

Quizás incluso podríamos decir que es una semilla del budismo para nuestros tiempos, una semilla que ha sido ampliamente estudiada, y que ya comprendemos a través de la evidencia y la neurociencia que ella transforma nuestro cerebro.

Es una cualidad, un estado que todos hemos experimentado en algún espacio de nuestras vidas. Por lo mismo, en los talleres con estudiantes, me gusta partir preguntado, ¿cuando te sientes presente?, ¿que te lleva a estar presente?. Indagando en sus experiencias y sus propios conceptos, para proponer experiencias de mindfulness como una forma de cultivar un hábito y una experiencia que ya es parte de ellos y ellas.

En los talleres de medicina narrativa que realizamos en el Laboratorio de Medicina Narrativa de la Universidad de Valparaíso, hemos involucrado espacios de mindfulness, son parte del inicio de las sesiones y les llamamos “el aterrizaje”, un instante para permitirnos llegar por completo y despojarnos de lo que ha sucedido antes.

Es un momento en el cual utilizamos la respiración, los sentidos y el movimiento para disponernos a las actividad del taller en apertura y amabilidad, dando también espacio a reconocer que sucede en cada uno de nosotros. Estos espacios cobran aún mayor relevancia por la alta carga académica y los desafíos a los cuales se enfrentan los y las estudiantes.

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En palabras de ellos y ellas: “Lo valioso de darse un minuto de sentir, contemplar, para luego seguir y proceder”, “estar presente y escuchar” y “para llegar a este momento de atención plena no es necesario esforzarse, quizás a veces sí, pero usualmente es una práctica sencilla, esto no le quita el hecho de que sea un tiempo desafiante y transformador, ya que nuestro modo de vivir constante no está acostumbrado a este tipo de momentos que te llevan a un autoanálisis y a concientizar el ser uno mismo.”

En nuestro caso, al estar dentro de la escuela de medicina, además hemos dado espacio a reflexionar y experimentar la importancia de estar presente para la comunicación, que en el caso de las profesiones de salud es clave para una atención humana, ética y de calidad.

Continúo citando a los estudiantes, cuyas palabras me recuerdan una y otra vez, la importancia de estos espacios: “Respecto a esta situación, si el médico de turno se hubiese tomado el tiempo de estar en el presente y realmente escuchar a mi mamá hubiese sido tratada mucho antes, sin poner en mayor riesgo su vida.”

Reconocer la importancia de estas estrategias, implica también que seamos cuidadosos y les demos su justo lugar. Mindfulness no implica desarrollar habilidades para resistir. Es evidente que la educación debe hacerse cargo de ciertos problemas como la sobrecarga de horarios y de exigencias, las injusticias sociales, las inequidades de distinto tipo que se expresan en este espacio, así como la discriminación que experimentan los que pertenecen a grupos minoritarios, todo lo cual afectará el bienestar de los estudiantes.

A mi parecer, este es uno de los puntos críticos: saber darle espacio a mindfulness y a las prácticas contemplativas, sin esperar que resuelvan otras temáticas que los afectan, de las cuales también debemos hacernos cargo.

La medicina como la educación se fundamentan en relaciones humanas, que precisan ser de alta calidad para su buen desempeño. El paso por una institución de educación superior no sólo se trata de un proceso instruccional, es esencial que los estudiantes puedan comprender una serie de situaciones que experimentan a diario y que al hacerlo puedan ser conscientes de sus necesidades, buscar ayuda y no sucumbir a la lógica del rendimiento.

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En este sentido las prácticas contemplativas adosadas a políticas que mejoren la vida estudiantil -mientras se aprende a ser un profesional de salud competente-, podrían ser una buena contribución a la forma en que los estudiantes perciben sus años en la anhelada “educación superior” y de paso, para que puedan experimentar y recordar con cariño esos años de su juventud.