Trump, redes sociales y el 'capitalismo de vigilancia': El rol urgente de la educación
El martes 7 de enero de este año, Meta, la empresa liderada por Mark Zuckerberg, fundador de Facebook y dueño de otras importantes RRSS, ha tomado la polémica decisión de poner fin al programa de verificación de datos. argumentando que “ha ido demasiado lejos” en la moderación de contenidos por “presión social y política” y adoptará en sus plataformas de Instagram y Facebook el sistema de notas que ya fue muy criticado y que hoy usa X, del multimillonario, Elon Musk.
Esto sin duda es un acercamiento a los ya numerosos lideres de empresas tecnológicas, entre los que destacan el mismo Musk, y que se interpreta como un gesto político de de apoyo a las posturas extremas que ha promovido Donald Trump.
El argumento señalado por Zuckerberg, es que "Los sistemas de verificación han destruido más confianza de la que han creado", sin embargo ya son muchas las voces que han indicado sus enormes riesgos a la democracia, entre otros aspectos éticos, puesto que abre la puerta a la “desinformación generalizada” y los “discursos de odio”, tal como se indicó en un comunicado de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) .
Esta misma Federación señala que el hecho de que “una plataforma tan importante” haya tomado una decisión que “resta prioridad a la verdad” también “aumenta la presión sobre unos medios de comunicación ya asediados(...) y podría erosionar aún más la confianza pública en las redes sociales y los medios de comunicación”.
Esta es sin duda una alerta muy significativa que debe llamar la atención de los sistemas educativos de nuestro país y las instituciones que han intentado poner freno a la proliferación de noticias falsas (fake news) y el potenciar el uso ético en la ciudadanía en las RRSS.
Ya la encuesta denominada Radiografía Digital de la empresa Claro-Criteria del 2023, nos señalaba que un 31% los niños y adolescentes pasan mas de 4 horas diarias conectadas a distintos tipos de RRSS, lo que sin duda es una tremenda alerta, especialmente ante la ya mencionada exposición a un factor que modela la construcción de realidades, y que va determinando las formas de apropiación de la ciudadanía futura.
Ya en el texto llamado “Ciudadanía Digital para los desafíos de las comunidades educativas” del Ministerio de Educación de Chile, se indicaba que “el rol que desempeña el mundo digital y las formas en que los sujetos se relacionan con este son cruciales para ilustrar cómo condicionan nuestros comportamientos y el de la comunidad”.
Por ello además señala que “es necesario dilucidar, por ejemplo, cuánto afecta la difusión de las noticias falsas a la vida en democracia, cómo favorece o no al manejo de información válida y diversa que nos permita comprender la pluralidad existente en la sociedad, qué tipo de relaciones e interacciones se generan entre las personas, los grupos y la comunidad en general”. Y profundiza, asegurando que “internet y todas las tecnologías asociadas constituyen escenarios para la participación democrática”.
De esta manera, se explica lo esencial de profundizar en las revisiones críticas y alfabetizadas en el uso de las tecnologías en el sistema educativo chileno, puesto que es la forma más potente y significativa que tenemos para hacer frente a este nuevo orden llamado Capitalismo de Vigilancia o Tecnoplutocracia, que se entiende como un nuevo régimen en el que magnates de la tecnología, junto a los tecnócratas y los llamados “outsiders” transformados en políticos, ejercen un control en áreas tan significativas como el ámbito económico, político y por sobre todo en la vida cotidiana, al consolidar su influencia sobre la información, la comunicación y el comportamiento humano.
La urgencia se hace mas necesaria con el auge de la Inteligencia Artificial (IA) generativa, que se alimenta de datos vinculados a las interacciones en RRSS, publicaciones en páginas webs o cualquier otro recurso que se encuentre disponible en las redes digitales. Esto implica que los sesgos, que ya poseen, pueden ser parte constitutiva de su información y de la construcción de nuevos escenarios que hacen que la estabilidad democrática se ponga en riesgo.
Al respecto, la académica chilena experta en temas de ética y sesgos en la IA, Gabriela Arriagada Bruneau, indica en su libro, "Los sesgos del algoritmo", que “la IA es parte de un ecosistema que entrelaza la tecnología, la sociedad y los valores humanos”. Indicando que el enfoque sociotécnico que la sustenta “va mas allá de cómo funciona y para qué la vamos a usar. Lo que nos interesa son las dimensiones culturales, económicas, políticas y éticas de su despliegue” (Arriagada Bruneau, 2023, p. 27).
Y esto es de toda lógica, ya que los valores que comienzan a ser instalados van construyendo el escenario futuro de la humanidad, y terminarán afectando negativamente las comprensiones de la vida social, pero ahora a nivel planetario.
Para enfrentar este desafío, las instituciones educativas chilenas deben priorizar políticas de formación docente que integren la ética y la ciudadanía digital como ejes transversales. Esto incluye fomentar prácticas pedagógicas que utilicen tecnologías digitales de manera reflexiva, crítica y orientada hacia la justicia social.
Asimismo, es esencial un compromiso estatal mucho mas explicito que lo ya indicado en la Política Nacional de Inteligencia Artificial de nuestro país, que garantice la regulación efectiva de las plataformas digitales y el desarrollo de políticas públicas que promuevan el acceso equitativo a una educación digital inclusiva y ética.
Tal como ha quedado expuesto, el abandono de los mecanismos de verificación de datos por parte de Meta no es solo un cambio en las políticas de una empresa tecnológica, sino un síntoma de un fenómeno más amplio: la consolidación de un "capitalismo de vigilancia" que exige una respuesta coordinada desde la educación.
Chile tiene la oportunidad de liderar esta respuesta, adoptando un enfoque que no solo prepare a sus ciudadanos para participar en el mundo digital, sino que también los capacite para transformarlo éticamente en beneficio de todos. La educación es, sin duda, la herramienta más poderosa para resistir los riesgos de desinformación, polarización y control social que se ciernen sobre nuestra democracia.