Cómo el marido de Titi Ahubert generó el negocio de las facturas falsas para defraudar a cientos de inversionistas
El Caso Factop, que involucra a la empresa de factoring del mismo nombre, liderada por los hermanos Daniel y Ariel Sauer junto con su socio Rodrigo Topelberg, ha revelado uno de los esquemas de fraude financiero más sofisticados y perjudiciales en Chile.
La trama, que operó durante más de una década, afectó a cientos de inversionistas, incluyendo a empresarios y familias que confiaron sus ahorros en un modelo de negocio que prometía ser seguro y rentable. Se estima que serían más de $17 mil millones de pesos en fraudes en seis años.
El mecanismos de Factop SpA: Ofrecer la posibilidad de obtener altos rendimientos mensuales, que oscilaban entre el 1% y el 2.5%.
Estas tasas eran significativamente superiores a las ofrecidas por el mercado financiero tradicional, lo que se convirtió en el principal gancho para atraer a potenciales inversionistas.
La empresa de los hermanos Sauer proyectaba una imagen de éxito y estabilidad, respaldada por contratos mercantiles, pagarés y cheques que, en teoría, garantizaban las inversiones. Sin embargo, estos documentos no eran más que herramientas para reforzar una falsa sensación de seguridad.
Cabe recordar que uno de los hermanos Sauer, Daniel, es el esposo del rostro televisivo que inauguró la farándula, Titi Ahubert, quien ha afirmado sentirse "enjuicida" por la gente en esta causa.
“Uno cree en su marido, de verdad, si yo hubiese sabido que se iba a ir preso me hubiera mandado a cambiar a Israel o a cualquier parte. Porque qué voy a hacer acá”, dijo Ahubert que aseguró sentirse “juzgada” por la gente, enfatizó tras el estallido del caso.
Amigos y familiares los más defraudados
Los hermanos de Factop, que operaba desde sus oficinas de Sanhathan, utilizaban tácticas diseñadas para generar confianza. La captación de clientes no se realizaba a través de campañas publicitarias masivas, sino por medio de recomendaciones personales y redes de confianza, según la estrategia jurídica defendida por la fiscalía.
Según los fiscales, tanto amigos cercanos, familiares y conocidos de los hermanos eran los primeros en ser persuadidos para invertir, quienes luego servían como embajadores informales del negocio, trayendo nuevos interesados.
Las reuniones se realizaban en oficinas de lujo en Las Condes, donde los imputados presentaban gráficos y proyecciones que mostraban un crecimiento exponencial de las operaciones.
En estas presentaciones, los inversionistas eran convencidos de que estaban participando en un negocio exclusivo, reservado para un selecto grupo de "familiares y amigos".
Los responsables incluso ofrecían visitas a las oficinas de STF Capital, otra empresa del holding, para consolidar la percepción de legitimidad y éxito.
Además, las víctimas eran seducidas con la flexibilidad del negocio: podían retirar sus intereses mensuales o reinvertirlos junto con el capital inicial, supuestamente sin riesgo alguno.
Este modelo generó un efecto de bola de nieve, al estilo estafa piramidal, atrayendo a más personas que, al ver los primeros pagos de intereses, convencían a otros de unirse.
Modus operandi con facturas falsas
El corazón del esquema era la emisión y utilización de facturas falsas para simular operaciones de factoring.
Según documentos de Fiscalía a los que tuvo acceso El Desconcierto, estas facturas se emitían en nombre de sociedades controladas por los imputados y otras empresas relacionadas.
De esta manera, los responsables creaban la apariencia de un flujo constante de transacciones comerciales que justificaban las rentabilidades prometidas.
El dinero captado de los inversionistas no era destinado a financiar facturas reales ni operaciones de factoring, como se les aseguraba. En cambio, era redirigido a tres fines principales:
1. Mantener el esquema Ponzi: Los fondos de nuevos inversionistas se usaban para pagar los intereses de aquellos que solicitaban retiros, reforzando la ilusión de solvencia y éxito del negocio.
2. Enriquecimiento personal: Una parte considerable del dinero era transferida a cuentas personales de los responsables o utilizada para adquirir propiedades y bienes de lujo.
3. Triangulación de activos: Se movían fondos entre múltiples sociedades del holding para dificultar su rastreo, creando una compleja red financiera destinada a eludir la supervisión de las autoridades.
La estrategia de utilizar facturas falsas no solo engañaba a los inversionistas, sino también a las instituciones regulatorias, como el Servicio de Impuestos Internos (SII).
Estas facturas mostraban ingresos inflados y operaciones ficticias que respaldaban las cifras presentadas en los estados financieros de las empresas.
Caso más desgarrador
El esquema fraudulento de Factop no solo dejó pérdidas económicas devastadoras, sino que también generó un impacto emocional significativo en las víctimas.
Entre las numerosas víctimas del Caso Factop, una de las historias más desgarradoras es la de Alan Blamberg Weitzman, un inversionista que, al igual que muchos otros, confió en las aparentes garantías y promesas de alta rentabilidad del negocio.
Blamberg, motivado por la confianza que le inspiraban los responsables del esquema y sus conexiones familiares, decidió invertir $73.998.000 en el factoring de Factop.
Durante varios años, Blamberg recibió los pagos de intereses prometidos, lo que reforzó su percepción de que se trataba de un negocio legítimo y sólido.
Sin embargo, en 2023, las sospechas sobre la estabilidad de la empresa comenzaron a crecer, al igual que los rumores de irregularidades financieras.
Fue en ese contexto que Blamberg enfrentó una emergencia familiar que cambiaría su vida para siempre: su padre necesitaba una cirugía cardíaca urgente, cuya realización dependía de los fondos que él tenía invertidos en Factop.
En mayo de 2023, Blamberg solicitó el rescate total de su inversión, confiado en que los fondos estarían disponibles de inmediato, tal como lo habían asegurado los responsables de la empresa.
No obstante, al intentar cobrar los cheques que le habían entregado como garantía, estos fueron protestados por "orden de no pago" y "cuenta cerrada".
Desesperado, Blamberg buscó alternativas para financiar la operación, pero el tiempo jugaba en su contra.
Sin los recursos necesarios para llevar a cabo la intervención quirúrgica en el centro médico que había tratado a su padre anteriormente, la familia se vio obligada a trasladarlo a otra clínica con menos experiencia en procedimientos complejos.
Pese a los esfuerzos médicos, el padre de Blamberg falleció el 26 de mayo de 2023.