La poco convincente crítica de Ignacio Walker a Sebastián Edwards
Agencia Uno

La poco convincente crítica de Ignacio Walker a Sebastián Edwards

Por: Roberto Pizarro Hofer | 06.01.2025
Primera columna de una entrega doble sobre la crítica de Ignacio Walker al libro "El Proyecto Chileno, la historia de los Chicago Boys y el futuro del neoliberalismo", de Sebastián Edwards.

Ignacio Walker dedica en El Mostrador (30,31-12-2024) una extensa crítica al libro de Sebastián Edwards, recientemente publicado en español, El Proyecto Chilenola historia de los Chicago Boys y el futuro del neoliberalismo (Ediciones UDP, 2024).

Le disgusta que el autor sostenga que las políticas de la Concertación fueron una continuidad del neoliberalismo, instalado por los Chicago Boys. Y, le molesta especialmente que Edwards afirme que el neoliberalismo alcanzó su verdadera consolidación y carta definitiva de ciudadanía bajo los gobiernos de la Concertación.

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Coincido con Edwards. Para mí es clara la continuidad del neoliberalismo chileno después de Pinochet y a lo largo de los gobiernos de la Concertación/Nueva Mayoría. Y, no debiera molestar a Walker la utilización del término “neoliberalismo inclusivo” porque valora la reducción de la pobreza, a pesar de la incuestionables desigualdades de nuestro país,

Me concentraré en los aspectos económicos de la controversia, aunque el neoliberalismo va mucho más lejos; es, en realidad, un proyecto de sociedad que abarca todas las esferas de la vida -la económica, política, social y cultural- y, además, ha instalado una nueva subjetividad en el comportamiento humano, exaltando el individualismo por sobre la solidaridad. Margaret Thatcher supo caracterizarlo crudamente, cuando señaló: “no existe algo llamado sociedad, solo existen hombres y mujeres individuales”.

Los rasgos distintivos de la economía chilena se ajustan plenamente a la propuesta descrita por John Williamson, en 1989, con el respaldo del FMI, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos.

Esa propuesta se denominó Consenso de Washington, aunque posteriormente se popularizó como neoliberalismo y se resume en las siguientes diez políticas: asegurar la disciplina fiscal; eliminar los subsidios; ampliar la base impositiva, pero con tasas marginales reducidas; liberalizar las tasas de interés; flexibilidad cambiaria; liberalizar el comercio exterior; liberalizar los flujos de inversión extranjera; privatización de las empresas públicas; desregulación económica; y, garantizar los derechos de propiedad.

El resúmen de esas políticas es destacado por Sebastián para caracterizar el neoliberalismo chileno, primero con Pinochet y luego en democracia. Pero Walker rechaza esa continuidad y se esfuerza por atribuirle a esas políticas un sentido distinto, de carácter positivo. Dice que “son más propias de una economía de mercado abierta, competitiva, pujante, con protagonismo privado, que de una aproximación ideológica a la misma”. Agrega, en su defensa argumentativa que en el neoliberalismo “hay matices, distinciones”.

Los matices no rompen con el modelo neoliberal

Las distinciones y matices en la implementación de todo modelo económico (neoliberal o de otro tipo) no rompen con la esencia del mismo. También en Chile, en el siglo pasado, existían matices que diferenciaban las políticas públicas de gobiernos radicales, el de Ibáñez, Alessandri o Frei; pero ninguno rompió con el modelo económico de industrialización con Estado interventor del siglo pasado. Y, del mismo modo, se reconocen matices en el Estado de Bienestar, dónde la gestión económica de los países nórdicos es distinta a la de Alemania o Francia.

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No me parece que Sebastián Edwards, con formación en Chicago y profesorado en California, confunda economía de mercado con neoliberalismo, ni tampoco que su argumentación sea un “reduccionismo economicista de mercado”. Así las cosas, no resulta acertado utilizar al CIEPLAN y sus economistas (varios ministros de la Concertación) como instrumento de defensa para sostener la separación de los gobiernos de la Concertación del modelo neoliberal. Es lo que intenta Walker.

Muy por el contrario. Los economistas del CIEPLANpasaron, desde una muy positiva crítica radical a las políticas económicas de Pinochet para luego compartirlas, cuando se instalan en el gobierno, especialmente los ministros de Hacienda.

En efecto, el libro de Alejandro Foxley (junto a otros economistas de CIEPLAN), Reconstrucción Económica para la Democracia (1983) cuestiona categóricamente “…la creencia ingenua en el libre mercado no regulado” (p.15) y la pasividad del Estado en la economía. Además, criticaban la “…total ausencia de una concepción global del desarrollo del país” (p.16).

Esos economistas también criticaban que “la discusión en estos años ha estado dominada por la macroeconomía” (p.16). Incluso sostenían la necesidad de la reindustrialización de Chile. Proponían para ello utilizar todos los instrumentos de la política económica, discriminando selectivamente en favor de la industria: líneas de crédito especiales, subsidios, aranceles y tratamientos tributarios de excepción.

Los economistas democristianos del CIEPLAN (siempre, con la digna excepción de Ricardo Ffrench-Davis) cambiarían radicalmente su concepción económica, a la que siguieron disciplinadamente los socialistas, con el reconocimiento de Edgardo Boeninger.

No necesito detallar que la postura macroeconómica, la apertura económica radical al mundo, la ausencia de una política industrial y la “neutralidad” (no discriminación) de la política económica son propias del Consenso de Washington, de los Chicago Boys y están lejos de “matices” de diferenciación con el modelo neoliberal.

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Más aún. Foxley llegó incluso al extremo vergonzante de alabar, y aquí sin matices, al propio Pinochet:

Pinochet… realizó una transformación, sobre todo en la economía chilena, la más importante que ha habido en este siglo. Tuvo el mérito de anticiparse al proceso de globalización que ocurrió una década después, a la cual están tratando de incorporarse todos los países del mundo. Hay que reconocer su capacidad visionaria y la del equipo de economistas que entró a ese gobierno el año 73, con Sergio de Castro a la cabeza…”.

Añadiendo, “Esa es una contribución histórica que va a perdurar por muchas décadas en Chile y que, quienes fuimos críticos de algunos aspectos de ese proceso en su momento, hoy lo reconocemos como un proceso de importancia histórica para Chile” (Revista Cosas, 05-05-2000).

*Primera entrega de una columna doble.