La ultraderecha avanza (pero no tiene todo a su favor)
Agencia Uno

La ultraderecha avanza (pero no tiene todo a su favor)

Por: Luis Herrera | 18.12.2024
Es preocupante el crecimiento de la extrema derecha en el mundo; sin embargo, sus contradicciones ponen en entredicho su coherencia ideológica y estratégica, introduciendo fundadas dudas sobre su viabilidad a largo plazo. Ello pone de manifiesto su vulnerabilidad.

Como decíamos con Roberto Pizarro en el artículo de El Desconcierto (31-05-2024), la extrema derecha crece en buena parte del mundo.

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Esa evolución se nutre especialmente de los espacios dejados por una socialdemocracia en retroceso universal, cooptada por derivas neoliberales. Se oxigena también con el fracaso del así llamado “Socialismo del Siglo XXI” en América Latina, que ha terminado por engendrar dictaduras y autoritarismos impresentables.

En el día a día, la ultraderecha crece en distintos países en torno a temas comunes, como el nacionalismo, y la lucha contra la inmigración, el multilateralismo, la libertad de las mujeres y las disidencias sexuales y, por cierto, la oposición radical a los movimientos progresistas.

A primera vista, el fenómeno es percibido como algo homogéneo, sólido y arrollador. Sin embargo, la realidad es otra. Sus heterogéneas prioridades y la diversidad de las realidades nacionales en las que se desarrolla ponen en cuestión su cohesión y estrategia a largo plazo.

Para un análisis comprehensivo del avance ultraderechista (y de sus limitaciones), resulta entonces útil identificar al menos algunas de sus contradicciones internas más relevantes, que surgen en distintos niveles:

Nacionalismo vs. Cooperación Multilateral

Los movimientos de extrema derecha suelen hacer hincapié en la soberanía nacional y se oponen a instituciones supranacionales como la Unión Europea y los organismos de Naciones Unidas. Resulta contradictorio entonces que, por ejemplo, Polonia y Hungría critiquen a la Unión Europea como una “fuerza globalista liberal” y, sin embargo, se encuentren entre los principales beneficiarios de sus subvenciones y apoyo financiero.

También se presentan contradicciones entre intereses nacionalistas contrapuestos. En efecto, los movimientos de extrema derecha suelen dar prioridad a su identidad y a los intereses propios de su nación, los que pueden entrar en conflicto con los de otros grupos nacionalistas. Ello ha sido evidente en las disputas sobre políticas migratorias entre estados miembros de la UE.

La extrema derecha cuestiona las políticas que protegen el medioambiente y niega el cambio climático, calificándolo como una “demagogia de las izquierdas”. Sin embargo, algunos sectores, sin aceptar el multilateralismo en esta materia, adoptan el “eco-nacionalismo, promoviendo una conservación del medio ambiente vinculado a la “preservación de la patria para las generaciones futuras”.

Este cambio provoca fracturas ideológicas dentro del movimiento. Precisamente es esta línea, Jair Bolsonaro en Brasil, niega el cambio climático y ha promovido la deforestación en el Amazonas para favorecer al empresariado y el crecimiento económico, pero simultáneamente afirmaba su derecho a defender la “soberanía natural” de Brasil contra las críticas ambientales extranjeras.

Políticas Económicas: Proteccionismo y Globalización

Algunas organizaciones de extrema derecha abogan por políticas económicas proteccionistas, y cuestionan la globalización, en defensa de las industrias nacionales y de los trabajadores locales. Sin embargo, otras organizaciones favorecen un radicalismo de libre mercado (el destacado caso de Javier Milei en Argentina), creando tensiones entre las facciones proteccionistas y neoliberales.

Donald Trump promete medidas proteccionistas radicales pero, al mismo tiempo, conforma un gabinete con los más conspicuos millonarios de Estados Unidos, muchos de los cuales se han enriquecido gracias a negocios globales. Elon Musk, por ejemplo, quien será miembro del gabinete de Trump, ha acordado recientemente con el gobierno chino potenciar la producción de los autos eléctricos de su empresa, Tesla, en el gigante asiático. Este ejemplo de cooperación con China entra en contradicción con la propuesta de Trump de bloquear el comercio entre ambos países.

La Cuestión de Identidad

En las corrientes de extrema derecha se puede identificar una división entre las facciones que hacen hincapié en la homogeneidad étnica (por ejemplo, el nacionalismo blanco), y las que promueven el nacionalismo cívico, que incluye la asimilación cultural de los inmigrantes. Grupos extremistas como Amanecer Dorado en Grecia y movimientos en los países nórdicos, como el Movimiento de Resistencia Nórdico (NRM), son explícitos en adoptar posturas supremacistas blancas, vinculándolas con símbolos y retóricas neonazis o ultranacionalistas.

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Los movimientos de extrema derecha suelen promover valores tradicionales (por ejemplo, derechos anti-LGBTQ+, roles de género estrictos). Sin embargo, a veces se adaptan a las tendencias modernas para atraer a seguidores más jóvenes y diversos, lo que provoca fricciones entre tradicionalistas y pragmáticos, y entre jóvenes y adultos.

Mientras algunas facciones de extrema derecha (por ejemplo, en Estados Unidos o Polonia), defienden un fuerte conservadurismo religioso, otras (como la Agrupación Nacional de Marine Le Pen en Francia), restan importancia a la religión, para atraer a votantes laicos. De hecho, el partido de Marine Le Pen (Francia), se desentiende de las posturas conservadoras tradicionales, como la oposición a los derechos LGBTQ+, y se centra en el nacionalismo laico. Esto ha afectado a los tradicionalistas de línea dura dentro del movimiento.

La Cuestión Migratoria

Viktor Orbán (Fidesz), se ha enfrentado a otros líderes europeos de extrema derecha en políticas migratorias y de soberanía económica, lo que denota la dificultad de unir las agendas nacionalistas en un marco europeo compartido.

En efecto, mientras Giorgia Meloni busca la coordinación de la Unión Europea para gestionar la migración, incluido el apoyo a la integración de los refugiados, el húngaro se opone firmemente a esas políticas en el marco de la UE y promueve medidas de línea dura, como el rechazo a los planes de reubicación obligatoria de refugiados.

Al mismo tiempo, algunos movimientos derechistas se esfuerzan por ganarse el apoyo de la clase trabajadora culpando a los inmigrantes de los problemas económicos. A su vez, otros sectores, que dependen de la mano de obra inmigrante (por ejemplo, la agricultura, salud o la construcción), presionan a los gobiernos de extrema derecha para que moderen sus políticas antiinmigración.

Es el caso del del Reino Unido, cuyos líderes de extrema derecha y radicales antieuropeos, como Theresa May y Boris Johnson, defendieron el Brexit como una herramienta para contener la inmigración. Sin embargo, la escasez de trabajadores resultante, sobre todo en la agricultura y la logística, les ha presionado para permitir trabajadores extranjeros temporales, contradiciendo su postura original.

Giorgia Meloni ha luchado por conciliar su dura retórica contra la inmigración con la dependencia de Italia de la mano de obra inmigrante en los sectores agrícola y sanitario, porque las políticas destinadas a frenar la inmigración han provocado escasez de mano de obra.

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En Suecia, los Demócratas Suecos (partido de extrema derecha), apoyan políticas de inmigración restrictivas, al tiempo que se enfrentan a la presión de las industrias que dependen de los trabajadores extranjeros.

Alineación Internacional

Sorprende que muchos sectores de extrema derecha sean simpatizantes de Rusia, compartiendo su ideología neoliberal y antiglobalizadora. Sin embargo, las acciones de Rusia, como la invasión de Ucrania, han creado divisiones, con facciones de extrema derecha, algunas condenándola y otras apoyándola.

Como consecuencia de la invasión, el original apoyo de Marine Le Pen a Vladimir Putin provocó reacciones violentas en su propio partido y entre los votantes franceses. Entretanto, el húngaro Orbán mantiene estrechos vínculos con Rusia, a pesar de que otros líderes europeos de extrema derecha se distancian de esa postura.

Por otra parte, los movimientos de extrema derecha suelen criticar la creciente influencia económica mundial de China y, al mismo tiempo, adoptan frecuentemente políticas pragmáticas que, de hecho, la refuerzan.

Más aún, algunos líderes de extrema derecha que se oponen retóricamente a ella por razones ostensiblemete políticas, suelen al mismo tiempo alabar su modelo autoritario como alternativa a las democracias liberales y mantienen con China lazos comerciales de envergadura no menor. Los casos de Javier Milei y de Elon Musk ilustran el doble discurso ante China.

Existen otras contradicciones adicionales, de relevancia variable, de carácter generacional y regional, que trascienden los límites de esta columna. Sin embargo, las aquí expuestas ponen de manifiesto una significativa complejidad y fragmentación interna de la extrema derecha a escala mundial.

Es preocupante el crecimiento de la extrema derecha en el mundo; sin embargo, sus contradicciones ponen en entredicho su coherencia ideológica y estratégica, introduciendo fundadas dudas sobre su viabilidad a largo plazo. Ello pone de manifiesto su vulnerabilidad.

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Las contradicciones y escasa coherencia ideológica de la extrema derecha es lo que puede permitir a la izquierda recuperar el camino perdido. Pero ello le exige renunciar al neoliberalismo, garantizar transformaciones en favor de la igualdad económica y social, defender el multilateralismo, las libertades culturales y los derechos de las minorías, y colocar el énfasis en el reencuentro con el mundo popular.