Bolivia deposita material genético de maíz y porotos en la llamada Bóveda del Juicio Final
En 2022 comenzó el proceso para que Bolivia almacenara semillas de maíz y porotos dentro de la bóveda que se ubica en Svalbard, en la zona ártica de Noruega. Este banco genético protege alrededor de 1.3 millones de muestras de recursos fitogenéticos y semillas de 6300 especies de plantas de todo el mundo.
Martha Serrano, directora del Instituto de Agroecología y Seguridad Alimentaria de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, se manifestó respecto al depósito de 20 cajas con estos ejemplares.
“Para nosotros fue sumamente emocionante ver el momento en que estaban entrando las cajas. No sólo eran las 500 muestras de las semillas, sino que era la esperanza, la cultura de la gente y su historia de vida las que entraban en esas cajas”, declaró.
De Bolivia para el mundo
Provenientes de Bolivia y otros 20 países, fueron más de 30.000 nuevas muestras de semillas, incluidos siete bancos de genes internacionales, los que llegaron a las instalaciones en el archipiélago de Svalbard, que alberga gran diversidad de cultivos con el propósito de cuidar variedades genéticas ante el riesgo del cambio climático, guerras y otras crisis que puedan ocurrir en el planeta.
Estudiantes y docentes del Instituto de Agroecología y Seguridad Alimentaria (IASA), de la Facultad Ciencias Agrarias de la Universidad de Chuquisaca, trabajaron para obtener los duplicados de seguridad: copias genéticas de los ejemplares que fueron seleccionados.
Esta labor se realizó junto con las comunidades de agricultores y campesinos, con quienes la universidad trabaja desde hace más de 20 años.
Protegiendo los cultivos
Martha Serrano, cuenta cómo fue el proceso de selección de cada semilla: “los cultivos agrícolas cada vez se veían más debilitados, porque hay mucha introducción de otros que no son nativos”.
“En la zona del Chaco boliviano, por ejemplo, los cultivos transgénicos de maíz están arrasando y eso es aterrador. Los mismos agricultores manifestaban que no les rendía sembrar las variedades nativas, pero que ellos mantenían sus parcelas con esas variedades, que utilizan para múltiples propósitos”, añade.
Cuando llegó la convocatoria del proyecto de conservación en Noruega se dieron cuenta que era la oportunidad para contar con duplicados de seguridad de sus plantas nativas a largo plazo. “Nuestra tarea, en esta ocasión, fue enfocarnos en el cultivo de maíz y porotos, que estaban incluidos en el listado de la convocatoria”, finaliza Serrano.
Las condiciones de temperatura de -18º de la bóveda permiten un almacenamiento óptimo. Además, el permafrost y la roca gruesa que cubren las instalaciones garantiza que las semillas se mantengan a una baja temperatura, inclusive si se corta el suministro eléctrico.