Chile y sus relaciones equilibradas: Oasis de paz
Desde 1945, con el uso del arma nuclear y luego de la crisis de los misiles en 1962, que llevó al borde de una guerra nuclear, el mundo vuelve a enfrentar una amenaza inminente: en Ucrania.
Hay voces que sugieren desarrollar armas nucleares propias; Rusia ha ampliado las circunstancias bajo las cuales podría considerar el uso de armas nucleares; y potencias nucleares como Estados Unidos, Francia e Inglaterra autorizaron el uso de misiles convencionales para atacar territorio ruso. En este contexto, Suecia y Finlandia, países que hasta hace poco eran neutrales, distribuyen manuales a la población para sobrevivir una guerra.
En pleno Siglo XXI, mientras Europa, África y el Oriente Medio enfrentan guerras que impactan a millones de personas y, en algunos casos, modifican fronteras, Latinoamérica disfruta una estabilidad única.
Desde fines del Siglo XIX las fronteras han permanecido prácticamente inalteradas y desde hace casi 100 años no se han producido grandes guerras entre estados, con las excepciones de la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay en 1932-1935, la guerra-incidentes entre Ecuador y Perú en 1941, 1978 y 1995. Y excluyendo la Guerra de Las Malvinas en 1981, ya que fue entre Argentina y una potencia extra continental, Gran Bretaña.
Ciertamente en Colombia persisten los restos de un conflicto armado interno, el cual nunca se regionalizó; asimismo, en varios países aún existen controversias fronterizas, pero se han resuelto por vía diplomática; además, aunque Latinoamérica enfrenta altos niveles de violencia producto del crimen organizado, el problema se limita a la seguridad pública y no se trata de una guerra.
Desde hace 10 años la región se ha declarado Zona de Paz libre de armas de destrucción masiva, orientando la política exterior y de defensa de cada país. Pero la paz tiene una paradoja: mientras más se disfruta de ella, menos se aprecia el valor que tiene. Desde las rutinas diarias y las enconadas luchas políticas internas, cuesta valorar el enorme privilegio de una región establecida como zona de paz, sin armas nucleares y con fronteras estables.
La paz es un recurso estratégico porque permite enfocarse en el desarrollo económico; en resolver los problemas que afectan la vida de todos, como el trabajo, la educación y la salud. Pero este oasis de paz puede deteriorarse, no se mantiene solo. Para preservarlo se requiere una política pública activa.
Primero, es fundamental reafirmar la importancia de mantener a la región como Zona de Paz. La política exterior debe impulsar gestiones diplomáticas que frenen la amenaza del uso de armas de destrucción masiva, contribuyan a desescalar conflictos e impulsen negociaciones de paz. Internamente, es necesario mantener una narrativa que valore este activo estratégico para el país.
Segundo, en el contexto de un sistema internacional caracterizado por la pugna entre grandes potencias (la guerra en Ucrania es una expresión de ello), la presión por alinearse con alguna es la principal amenaza estratégica que enfrenta Chile. Sin embargo, ninguna gran potencia o grupo de potencias medias garantiza los intereses nacionales, como muestra la historia de las relaciones internacionales una y otra vez.
Para proteger sus intereses, Chile debe plantearse el objetivo el mantener relaciones equilibradas con todas las potencias, empleando como método la cooperación en economía (comercio, finanzas, etc.), tecnología, cultura y defensa.
Tercero, es necesario resolver los diferendos territoriales en Sudamérica antes de que puedan ser utilizados por potencias extra regionales, bajo el principio de “divide y vencerás”. Para ello, es necesario privilegiar la vía diplomática y los mecanismos jurídicos internacionales. Y de manera más estructural, utilizar los recursos y la posición de paso bioceánico y Antártica del país en iniciativas estratégicas, más allá de las consideraciones técnico-económicas que se realizan a nivel de empresa.
Ejemplos de estas iniciativas son las oportunidades que ofrecen el corredor terrestre bioceánico desde Brasil hasta los puertos de Chile, una política Antártica común o posibles acciones trinacionales relacionadas con el litio.
Cuarto, es necesario seguir profundizando las medidas de transparencia, fomento a la confianza y cooperación en política exterior y defensa; además, se debe mantener la limitación de armamentos. Especialmente, resulta crucial adoptar acciones prácticas que sienten bases para construir una concepción de defensa libre de doctrinas diseñadas por potencias extra regionales.
Mantener mañana el oasis de paz que disfrutamos, depende de la política pública que desarrollemos hoy.