COP16: En suspenso quedaron acciones en beneficio de la biodiversidad global
La COP16 sobre biodiversidad y ecología, celebrada en Cali, Colombia, concluyó recientemente sin asegurar el financiamiento necesario para enfrentar la deforestación, sobreexplotación, cambio climático y contaminación.
El evento reunió a delegados de 140 países y a más de 23 mil asistentes, triplicando la participación respecto a la COP15 en Montreal de 2022. Sin embargo, aunque no se llegó a un acuerdo claro sobre la preservación de la naturaleza, se lograron avances significativos en áreas específicas, como la creación de un mecanismo para regular la gestión de la secuenciación genética de semillas, plantas y animales en países megadiversos como Perú, Colombia y Brasil.
Este acuerdo pone freno al uso y abuso de información científica por parte de laboratorios, farmacéuticas y empresas de cosmetología y de biotecnología, imponiendo un gravamen a las ganancias obtenidas de la biodiversidad. Se propuso el “Fondo de Cali”, cuyo objetivo es redistribuir el 1% de los ingresos de estas empresas a los países o comunidades que preservan la biodiversidad.
Aunque los detalles de operación del fondo aún no están definidos, existe un amplio consenso sobre la justicia redistributiva de este impuesto, lo que garantiza su viabilidad y su potencial para financiar la conservación de flora y fauna en territorios poco explotados.
Otro logro clave de la COP16 fue el reconocimiento histórico del rol de los pueblos indígenas en la preservación de la naturaleza. Por primera vez, estos pueblos, guardianes de un saber ancestral de 10 mil años, tuvieron un protagonismo destacado en una conferencia de esta magnitud.
Se espera que su participación sea aún más relevante en la COP30 en Belem, Brasil, en 2025, donde los debates se centrarán en la protección del Amazonas y en asegurar condiciones equitativas para las comunidades indígenas más vulnerables.
El encuentro también destacó la necesidad de incluir a comunidades locales, afrodescendientes y otros pueblos nativos en la agenda global, con demandas como el acceso directo al financiamiento y la protección de los defensores ambientales. La presencia de una flor amazónica, la flor de Inírida, símbolo de la biodiversidad de Colombia, representó el valor de esta diversidad y el papel de quienes la han custodiado durante siglos.
Pese a estos avances, la COP16 no logró consensuar acuerdos clave sobre cómo avanzar en la hoja de ruta del acuerdo Kunming-Montreal de 2022, que proponía la movilización de 200 mil millones de dólares anuales para financiar la preservación de la naturaleza hasta 2030. Las naciones más desarrolladas no lograron conciliar sus intereses con las en desarrollo, lo que frustró los intentos de asegurar dicho financiamiento.
La ministra colombiana de Medio Ambiente, Susana Muhamad, expresó su descontento con este resultado, aunque destacó los avances logrados con el “Fondo de Cali” y el papel de los pueblos indígenas.
En medio de estas frustraciones, la atención ahora se dirige a la COP29 en Bakú, Azerbaiyán, en noviembre, donde los delegados de más de 190 países se reunirán para continuar implementando el Acuerdo de París, con un enfoque en la reducción de las emisiones de carbono y en la lucha contra el cambio climático.
Sin embargo, el financiamiento sigue siendo el principal obstáculo, ya que los países industrializados se resisten a reconocer su deuda histórica con las naciones en desarrollo, negándoles la compensación necesaria para mitigar los efectos del calentamiento global.
La expectativa es que en la COP29 se logren acuerdos más concretos, ya que, de lo contrario, según advertencias del secretario general de la ONU, António Guterres, el mundo podría estar encaminándose hacia una catástrofe ambiental sin retorno. Sin avances significativos en el financiamiento, los logros paralelos, como los relacionados con la biodiversidad y la sabiduría indígena, podrían no ser suficientes para frenar el deterioro climático.
En conclusión, aunque la COP16 alcanzó importantes logros en materia de justicia ambiental y reconocimiento indígena, no logró resolver el desafío central del financiamiento, lo que deja en suspenso la hoja de ruta hacia la preservación global.