Desafíos y beneficios de la IA para pequeños emprendedores
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Desafíos y beneficios de la IA para pequeños emprendedores

Por: Pri Bruna | 22.10.2024
La inteligencia artificial es una herramienta poderosa con un potencial enorme para transformar nuestra sociedad. Sin embargo, es vital mantener expectativas realistas y comprender claramente sus capacidades y limitaciones actuales.

En los últimos meses, la inteligencia artificial (IA) ha cobrado protagonismo en nuestras conversaciones sobre tecnología y el futuro del trabajo. Para aquellos que están comenzando a explorar este fascinante campo, es fundamental tener una visión equilibrada y realista sobre lo que la IA puede y no puede hacer.

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La realidad de la IA es muy diferente de las representaciones extremas que a menudo encontramos en redes sociales o en los medios de comunicación.

Por un lado, se tiende a exagerar sus capacidades, presentándola como una solución mágica para cualquier problema. Por otro lado, se alimentan temores infundados sobre un futuro distópico al estilo de "Terminator". La verdad se encuentra en un punto medio: la IA es una tecnología avanzada y poderosa, pero todavía enfrenta muchas limitaciones.

Aunque la segunda edición del Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial (ILIA 2024) posicionó a Chile como líder en el desarrollo de IA en América Latina, es importante poner este logro en contexto, por cuanto detrás de este logro hay un desconocimiento generalizado sobre sus verdaderas capacidades.

Según un estudio de Microsoft Latin America (2021), el 59% de los usuarios de internet en América Latina cree erróneamente que la IA está cerca de alcanzar una inteligencia similar a la humana.

En realidad, modelos como ChatGPT no piensan ni razonan en el sentido humano. Estos sistemas están diseñados para emular el funcionamiento de las redes neuronales humanas, pero operan procesando grandes cantidades de información rápidamente y basándose en patrones estadísticos. Las respuestas que generan no provienen de un proceso consciente, sino de una combinación sofisticada de datos previos y algoritmos.

Es crucial entender esta diferencia porque explica por qué la IA no capta el contexto ni los matices como lo hacemos nosotros. La IA simplemente sigue patrones de datos, lo que puede llevar a respuestas que parecen coherentes pero carecen de una comprensión profunda o sentido común.

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A pesar del entusiasmo constante por los avances en IA, la realidad es que no hemos visto un salto cualitativo significativo en su capacidad en los últimos años. Las mejoras han sido más sobre optimizar la claridad y coherencia de las respuestas que sobre revolucionar su funcionamiento.

Por ejemplo, aunque el uso de IA creció un 45% entre 2020 y 2022 en América Latina (Everest Group, 2022), estos avances son más bien incrementales. Las empresas han logrado aumentar la precisión y coherencia de las respuestas, pero estas mejoras no equivalen a un cambio radical en lo que la IA puede hacer.

En el caso específico de Chile, a pesar de su liderazgo regional, aún enfrentamos limitaciones significativas para maximizar el potencial de la IA. Existen brechas en infraestructura digital, especialmente en zonas rurales, escasez de profesionales especializados y desafíos regulatorios para equilibrar innovación y protección de datos.

Además, aunque la inversión en investigación y desarrollo está creciendo, todavía está por debajo de los niveles alcanzados por países líderes a nivel global.

Otro aspecto clave es el sesgo presente en los algoritmos de IA. Un estudio reciente reveló que el 80% de los algoritmos utilizados en empresas chilenas presentan algún grado de sesgo (Futuro IA, 2023), lo que puede resultar en decisiones inexactas o injustas. Este problema subraya la importancia de desarrollar y utilizar la IA con ética y responsabilidad, asegurando que los datos sean diversos y representativos.

La inteligencia artificial es una herramienta poderosa con un potencial enorme para transformar nuestra sociedad. Sin embargo, es vital mantener expectativas realistas y comprender claramente sus capacidades y limitaciones actuales.

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La IA no es ni una panacea mágica ni una amenaza inminente; es una tecnología en evolución que puede contribuir significativamente al progreso si se utiliza responsablemente. El desafío para Chile y otros países radica en fomentar su desarrollo y aplicación con información clara y crítica, maximizando sus beneficios mientras se mitigan sus riesgos potenciales.