Cine y medicina: Fuente de historias para reflexionar la medicina rural
Por más que hagamos memoria, los que hemos desarrollado nuestra vida mayoritariamente en la ciudad, habiendo asistido a sistemas de salud públicos o privados, nos cuesta recordar los médicos que nos vieron crecer y, al mismo tiempo, pudieron ver a nuestros padres. Esos que en relatos hemos visto que además se encargan de atender a los hermanos, primos y a veces a los abuelos de las personas.
Escasean en el medio urbano aquellos colegas que son capaces de entender en profundidad nuestras historias, establecer una profunda confianza con nosotros en cuanto personas y que conocen bien a qué dedicamos nuestros esfuerzos cotidianos.
Gracias a un nuevo movimiento que está revalorizando el poder de las historias (medicina narrativa) podemos intentar recuperar lo que antaño fue una norma, porque la vida que incluye una enfermedad no se hace por fragmentos, ni menos por exámenes y textos que atestiguan lo que está descompuesto en nuestros cuerpos.
La historia médica incluye atisbos de la vida que la acompaña, a veces un accidente, un trauma profundo, una crisis familiar y también anhelos, sueños, y grandes proyectos que se caen cuando aparece una enfermedad compleja. Esta visión es muy clara para quien ejerce la profesión como un médico de cabecera, dado que se convierte en un celador de historias y a diferencia de lo que nos pasa en la ciudad la relación que se establece con las personas se permea de un conocimiento profundo, que es mutuo.
Pensando en esto, es que desde el año 2018 hemos utilizado al Cine para mostrar historias de la medicina rural y comenzar discusiones con estudiantes. Particularmente destacamos a Médecin de Campagne (Francia, 2016). Se trata de una de las obras del también médico de familia y cineasta francés, Thomas Lilti. Ahí se nos muestran las andanzas de un médico rural, una historia sobre la vocación de quienes ejercen la medicina en la ruralidad y se encargan de curar todo tipo de dolencias, más allá de lo físico.
En esas esferas el profesional es una figura respetada por la comunidad, si sabe entender las claves del oficio. El profesional será un cuidador y consejero, afrontará la adolescencia, los problemas psicológicos de sus pacientes, la maternidad, y el nacimiento de nuevas vidas, al mismo tiempo que se encargará del cuidado del fin de la vida y las noticias dolorosas que tantas veces forman parte del quehacer.
Visionando un film como éste y escribiendo nuevas historias que surgen de esas reflexiones, los estudiantes comprenden el valor de la profesión que se ha escogido y al mismo tiempo la responsabilidad que enfrentarán.
Parece que se hablara sólo del romanticismo de la medicina pero debemos reconocer que Chile es un país diverso y alargado donde a no tantos kilómetros de centros urbanos pueden existir localidades que hace poco tiempo conocieron el cajero automático, por ejemplo. En esas localidades un médico o médica se hace cargo de los niños, ancianos y las familias sin distinción y para ayudarlos debe ser un guardián de historias, de lo contrario no podrá cuidarlos como el deber exige.
Fue en ese mismo 2018 que conocimos a Sofía una estudiante, en ese momento de quinto año de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, quien hoy encarna los valores comentados en esa clase, a través de su trabajo en Pumanque, VI Región, como médica rural.
Son tantas las experiencias acumuladas en estos años, que, aunque sea a distancia hoy es una fiel colaboradora, encargada de hacer tutorías con estudiantes que eligen conocer en profundidad al ser humano a través de historias, en su recorrido para llegar a ser médicos.
En su testimonio Sofía dice:
"Realizar tutorías en el laboratorio de medicina narrativa ha sido una experiencia muy gratificante para mí. A la vez, muy enriquecedora para los estudiantes con los que he contactado. Las conversaciones nos permiten que se construya un relato donde los estudiantes van vislumbrando cómo es en la práctica ser médica en una comuna rural, específicamente lo que significa ejercer la medicina desde una posta rural. El relato de la misma tutoría, al cruzarse con la película, permite que la aproximación desde esa narrativa cinematográfica vaya acercando a los estudiantes a la experiencia de la ruralidad.
La película se parece mucho a lo que yo he vivido en mi práctica laboral. Este ejercicio que se genera con los estudiantes, permite vislumbrar una medicina distinta, que no es la que ellos acostumbran a ver en sus internados, dado que la mayoría de sus prácticas son realizadas en la ciudad, en un Cesfam o en centros hospitalarios.
No es lo que ocurre en las postas rurales, alejadas de grandes urbes y así a través de esta tutoría los estudiantes pueden acercarse a una realidad distinta, donde la posta rural constituye la base y entrada al sistema de atención primaria de salud. Es en la posta precisamente donde contamos con muy pocos recursos para atenderlos y el discurso y narrativa de los pacientes se vuelven lo esencial para acercarnos a ellos.
La semiología se ve enriquecida con el poder de las historias, profundizar en ellas y haber tenido la posibilidad de hacerlo desde el trabajo que llevamos a cabo en el laboratorio, se vuelve esencial cuando no contamos con imágenes o exámenes específicos. Acá reforzamos el valor de las narrativas y la experiencia que las personas tienen de su salud y su enfermedad. Mi misión ha sido que los estudiantes sean capaces de visualizarlo a través del cine y esta tutoría".
En la medicina rural un profesional de salud pasa a ser parte del mundo cotidiano de los ciudadanos y el enriquecimiento es mutuo. Revalorizar estas ideas con historias es de vital importancia. Se trata de representar el compromiso con la equidad en la salud.
Un Chile más humano, más justo y solidario en términos sanitarios requiere ciertas estrategias que es resorte de las autoridades proporcionar, mientras los encargados de formar profesionales ofrecemos posibilidades para reflexionar profundamente los roles a encarnar.