Creación del Banco Central: 21 de Agosto de 1925
El Banco Central de Chile resulta ser un organismo muy relevante para el desarrollo de la economía y control de la inflación en nuestro país. Desde sus inicios su rol ha sido fundamental en la estabilización económica del país, sobre todo para palear los desastres naturales y las crisis financieras internacionales que han desestabilizado la economía.
Sin duda, un esfuerzo que no ha estado ausente de interpelaciones, lecturas y relecturas en torno a sus objetivos y principios propiamente tal. Hoy, a casi 100 años de su creación, recordamos parte de sus orígenes y desafíos hacia el presente siglo XXI.
Fue a mediados del siglo XIX que Chile experimentó la llegada de los Bancos que propiciaban funciones de crédito y emisión monetaria, de esa forma cada entidad fabricaba sus billetes y documentos inscritos. No obstante, posterior a la Guerra del Pacífico el control resultó ser exhaustivo y estricto, por ende, delimitó el control y ejercicio de las instituciones bancarias, ya que la disputa y usura entre “oreros” y “papeleros” era constante.
En este contexto, la idea de un Banco Central resultaba interesante, verosímil y garante de neutralidad en el ejercicio financiero circulante. Cabe señalar que los esfuerzos que se suscitaron en todo el proceso y a lo largo de los años fueron bastantes, entre ellos encontramos los siguientes:
Comisión de Legislación Bancaria y Monetaria formada en 1912.
Se estableció que el 10% del capital de cada banco que operase en Chile, sea nacional o extranjero, debía estar suscrito en la nueva institución.
El Banco Central tuvo la facultad de mantener reservas en el extranjero, además de detentar el derecho único de la emisión de billetes.
Con la llegada de la nueva ley de bancos se estableció la creación de la Superintendencia de Bancos como institución fiscalizadora del sistema financiero en general.
No olvidemos que los inicios no fueron fáciles, más aún cuando el Banco Central desde sus comienzos vinculaba las emisiones monetarias a las necesidades del mercado más que a los requerimientos del Estado.
En el año 1955 se propuso al Congreso una mayor autonomía para el Banco Central, ella fue rechazada debido a que el Estado recurría muy frecuentemente a él para solventar el déficit fiscal, mantener la inversión, los salarios y el crecimiento de nuestro país.
La web oficial del Archivo de Memoria Chilena comenta lo siguiente:
“El Banco Central fue de gran importancia para el proyecto económico que se planeó para el gobierno de la Unidad Popular, pues sus políticas ayudaron a que los primeros años de esta administración fuesen de una prosperidad económica inaudita.
Sin embargo, durante las postrimerías del mandato, la gran emisión de circulante sin respaldo, es decir, sin ningún patrón que garantizara su valor, provocó que el signo monetario fuese devaluado, causando un fuerte aumento de la inflación, que llegó a un 1000%, con un déficit fiscal a cargo de la entidad bancaria
[…] En el año 1982 se suscitó una crisis significativa, frente a la cual el Banco Central tomó una posición activa salvando de la quiebra a diversas instituciones bancarias privadas. En el año 1989 se logró definitivamente la autonomía del Banco Central y se delimitaron sus principales responsabilidades que le atañen hasta hoy en día, tomando un rol activo en el mercado financiero e innovando en la elaboración de billetes de polímero, como lo fue el de $2.000 pesos el año 2004 y el de $5.000 el año 2009”.
Tal vez estamos en presencia de un organismo que ha experimentado altos y bajos, aplausos y recelos, sin embargo, su historia resulta indispensable para entender el desarrollo de la banca, sistema financiero y dimensiones adyacentes a partir de su creación.
Por último, la autonomía del Banco Central es una característica que explica en parte importante el buen trabajo de este, las altas exigencias que se deben cumplir para poder designar y remover a los consejeros que integran el Consejo, que al final, es el órgano que toma las decisiones del Banco.
Por tanto, si eventualmente se modificaran las reglas de designación y remoción en el sentido de hacerlas menos exigentes o en el sentido, por ejemplo, de que la remoción dependa del Presidente de turno, la verdad es que sería tremendamente perjudicial para Chile, como ha sido en otros momentos de su historia.
Sin duda, la historia de la creación del Banco Central nos permite tener plena conciencia que la intervención a este, y, por consecuencia, la pérdida de su autonomía, podrían mutilar una institución que a lo largo de su historia en nuestro país ha mantenido una fuerte relevancia para la economía y desarrollo de la nación.
Crédito de la fotografía: Agencia Uno