¿Es estratégica la siderúrgica Huachipato?
Huachipato fue una empresa estratégica en un momento no demasiado lejano de la historia del país y puede volver a serlo, pero hoy en día su carácter de tal es muy incierto. Una condición elemental para que una empresa se haga merecedora de ese calificativo de estratégica es que sea funcional o parte fundamental y necesaria de una determinada estrategia de desarrollo.
Si esa estrategia no existe -o impera otra que no le concede mayor importancia a lo que suceda a una industria como la siderúrgica- esa empresa deja de ser estratégica. Es una empresa más, que puede crecer o morir según sean las circunstancias.
Huachipato fue una empresa estratégica en los momentos en que se creó, pues el proceso de desarrollo y de industrialización que se llevaba adelante en ese entonces necesitaba de una provisión cercana, segura y nacional de productos siderúrgicos. El proceso de industrialización por sustitución de importaciones necesitaba vitalmente de empresas siderúrgicas, eléctricas o ferroviarias, por poner unos pocos ejemplos, pues sin ellas el proceso se retardaba o se inviabilizaba.
Con el advenimiento del modelo neoclásico, de apertura ilimitada al exterior, ese rol se desdibujó por completo. Por un lado, porque el parque industrial que logró sobrevivir es bastante menor al que existía antaño, y requiere, por lo tanto, en forma menos vital, de esos productos siderúrgicos.
Además, se les impuso a todas las empresas nacionales -la siderurgia incluida- que tenían que ser capaces de competir de igual a igual, en precio y calidad, con las empresas más exitosas del mundo contemporáneo.
Si no podían hacerlo, debían desaparecer y ese espacio pasaba a ser llenado tranquilamente por la vía de las importaciones. Una empresa como Huachipato quedaba en esa forma librada a las circunstancias del mercado internacional, que al igual que muchas otras, mueren sin dolientes.
Pero, si cambiara el modelo o estrategia de desarrollo que preside la política económica del país, la calificación y la importancia de algunas empresas podrían modificarse radicalmente.
No es posible ni conveniente volver al proceso de industrialización por la vía de la sustitución masiva e indiscriminada de importaciones, pero sí es posible una nueva industrialización, más selectiva y competitiva, que tenga horizontes claros, que utilice las ventajas competitivas con que cuenta el país y que se puedan crear con esfuerzo nacional, que descanse en la ciencia, en la tecnología y en la innovación permanente, y que goce de los apoyos nacionales que correspondan.
Una estrategia de desarrollo de esa naturaleza le daría sentido y dirección a la nueva industria naciente; establecería las urgencias a la docencia, la investigación y la extensión de nuestras universidades; orientaría la inversión que desarrolla el estado; generaría opciones al desarrollo regional; se establecerían prioridades en cuanto a la inversión extranjera que se promueva y, desde luego, al tipo de empresas que queremos que se establezca en el país.
Hoy en día Huachipato enfrenta dos desafíos. Por un lado, hay miles de trabajadores que dependen de dicha empresa, y a los cuales hay que apoyar en todo lo que diga relación con sus indemnizaciones y su reinserción laboral, que no puede dejarse librada solo a las fuerzas del mercado.
Por otro lado, la industria siderúrgica misma, aún cuando no sea hoy en día parte de una estrategia de desarrollo suficientemente clara, puede y debe ser parte del Chile del mañana, que se construye desde ya, en el presente, con todo aquello que podamos crear y rescatar y que tenga potencialidades futuras.
Solo con esa optimista visión de futuro podemos decir que Huachipato es una empresa estratégica.
Crédito de la fotografía: Agencia Uno