Los peligros de la autocracia: Una amenaza latente en América Latina

Los peligros de la autocracia: Una amenaza latente en América Latina

Por: Camila Figueroa Gómez | 15.08.2024
El resurgimiento de tendencias represivas en América Latina es un recordatorio de que la democracia nunca está completamente asegurada. Los líderes que concentran poder y destruyen las instituciones democráticas, ya sea en nombre de la estabilidad, la seguridad o el progreso económico, representan un grave peligro para la libertad y el desarrollo de sus naciones.

En las últimas décadas América Latina ha vivido un vaivén entre la consolidación de la democracia y el resurgimiento de tendencias autocráticas que amenazan con erosionar los avances logrados. Países como Nicaragua, El Salvador y Ecuador, entre otros, han mostrado preocupantes señales de retroceso democrático. Este fenómeno no solo afecta a las libertades individuales, sino que también pone en riesgo la estabilidad y el desarrollo de la región.

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Daniel Ortega, quien alguna vez fue visto como un símbolo de la lucha por la libertad en Nicaragua, ha transformado el país en un ejemplo de dictadura moderna. Desde su regreso al poder en 2007, Ortega ha utilizado reformas constitucionales para eliminar los límites a la reelección, consolidando así su dominio total sobre el país. Esta estrategia no es nueva en la región, pero en Nicaragua ha sido llevada a un extremo alarmante.

Como ha señalado Human Rights Watch, la represión estatal ha resultado en miles de nicaragüenses encarcelados, exiliados o silenciados. Además, la eliminación de medios de comunicación independientes ha dejado al país con una narrativa única controlada por el Estado, un rasgo común en regímenes autocráticos.

El caso de Nicaragua sirve como un recordatorio de cómo una figura política, inicialmente vista como una esperanza para el cambio, puede degenerar en un tirano dispuesto a destruir cualquier vestigio de democracia para mantenerse en el poder.

Aunque la comunidad internacional ha condenado repetidamente las acciones de Ortega, la respuesta ha sido limitada y, hasta ahora, ineficaz para revertir el curso autocrático del país.

En El Salvador, Nayib Bukele, quien llegó a la presidencia con un fuerte apoyo popular y promesas de cambio, ha mostrado una preocupante inclinación hacia la concentración del poder. En menos de dos años, Bukele ha socavado la independencia judicial y legislativa, lo que ha despertado alarmas en todo el continente.

Según un informe de la OEA, la destitución de magistrados de la Corte Suprema y del fiscal general en 2021 marcó un punto de inflexión, evidenciando el desprecio de Bukele por los contrapesos democráticos. Además, su decisión de adoptar el Bitcoin como moneda oficial, sin un debate nacional adecuado, ha generado controversia y muestra su tendencia a tomar decisiones unilaterales que ignoran las instituciones y los procesos democráticos.

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Aunque Bukele mantiene un alto nivel de aprobación, la historia latinoamericana está llena de líderes populares que, una vez en el poder, erosionan las instituciones democráticas. Los analistas advierten que esta concentración de poder es un terreno fértil para la autocracia, y El Salvador podría estar encaminado hacia un gobierno cada vez más autoritario.

Ecuador, por su parte, ha experimentado una marcada inestabilidad política desde el final del gobierno de Rafael Correa, quien dejó un legado de polarización y control sobre los medios y las instituciones. El país ha oscilado entre líderes que intentan distanciarse de la sombra de Correa y aquellos que, con un discurso populista, buscan retomar su estilo autoritario.

Como indica el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), la reciente crisis política en Ecuador, agravada por una economía debilitada y una pandemia mal gestionada, ha creado un ambiente propicio para el resurgimiento de tendencias autoritarias.

La fragilidad institucional en Ecuador facilita el abuso de poder, y sin una sociedad civil fuerte y una oposición cohesiva, el país corre el riesgo de repetir los errores del pasado.

No se puede hablar de autocracias en América Latina sin mencionar a Venezuela y Cuba, donde los regímenes de Nicolás Maduro y el Partido Comunista, respectivamente, han llevado a sus pueblos a la miseria bajo la bandera de un socialismo mal entendido. Estos países son ejemplos extremos de lo que sucede cuando el poder se concentra sin contrapesos.

Según Amnistía Internacional, la crisis humanitaria en Venezuela es uno de los peores desastres creados por el hombre en tiempos recientes, exacerbada por la represión brutal del gobierno de Maduro. Estos casos deben servir como advertencia para el resto de la región.

El resurgimiento de tendencias represivas en América Latina es un recordatorio de que la democracia nunca está completamente asegurada. Los líderes que concentran poder y destruyen las instituciones democráticas, ya sea en nombre de la estabilidad, la seguridad o el progreso económico, representan un grave peligro para la libertad y el desarrollo de sus naciones.

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Es imperativo que la sociedad civil, los medios de comunicación y la comunidad internacional permanezcan vigilantes y actúen para proteger los valores democráticos que tanto costó conquistar.

Crédito de la fotografía: OEA, banderas de Latinoamérica // flickr - Cancillería del Ecuador