Participar en la quinta edición del Congreso Jóvenes Futuro ha sido una experiencia enriquecedora y, en muchos aspectos, desafiante. Este espacio de debate para las juventudes nos invita a las instituciones culturales y artísticas a abordar con nuevas perspectivas la relación con artistas y públicos jóvenes y a repensar la conceptualización de la juventud en un mundo de transformaciones constantes y vertiginosas.

Como Pierre Bourdieu señaló, la juventud no es una entidad fija, sino una construcción social que se configura según los contextos históricos y culturales. Esta condición situada es vital para comprender el rol y la representación de las juventudes en nuestra sociedad contemporánea toda vez que las juventudes no son un proyecto de futuro, sino actores activos en el presente, con capacidad de agencia para transformarlo.

La interrelación entre el control institucional y la resistencia juvenil, como lo describe el filósofo Martín Hopenhayn, se nos hace evidente cada día. Como él afirma, las juventudes actuales tienen más educación y menos empleo; pueden acceder a grandes volúmenes de información, pero tienen muy baja capacidad de incidencia; han ampliado su consumo simbólico, en la misma medida que disminuye su consumo material. Este desajuste se manifiesta en brechas que, a pesar de las movilizaciones de los últimos años, persisten y se profundizan.

Son muchos los y las jóvenes de nuestra región que viven en realidades desalentadoras. La pobreza multidimensional, la violencia y la cooptación temprana en actividades ilícitas reflejan un sistema que perpetúa la desigualdad y la exclusión.

El más reciente Informe de Desarrollo Humano del PNUD (2023-2024) advierte que estamos siendo afectados por un cambio climático galopante, que se manifiestan diversas maneras inconstitucionales de ejercicio del poder, gravitan fuertes tendencias al populismo y nuevas y viejas formas de violaciones a los derechos humanos.

Según este informe cinco de cada diez personas dicen no tener control sobre su propia vida. Y siete de cada diez afirman que no tienen influencia en las decisiones de gobierno. De esta manera, la democracia misma pierde prestigio como forma de diálogo político, abriendo paso a peligrosas alternativas autoritarias.

Sin embargo, en medio de este panorama sombrío, surgen indicios de esperanza y resiliencia. El mismo informe del PNUD nos recuerda que, a pesar de la crisis global, estamos en una era de gran acumulación de conocimiento, creatividad y recursos. La capacidad de nuestras juventudes para movilizarse, articular sus demandas y utilizar el arte como un medio para el cambio social es también un testimonio de su poder transformador.

Es fundamental que reconozcamos y apoyemos este potencial. Las iniciativas artísticas y culturales emergentes, sobre todo en su expresión comunitaria, representan una forma de resistencia y una vía para construir conexiones auténticas y significativas.

Las y los jóvenes artistas están desafiando el status quo, cuestionando el mundo que habitan, y proponiendo nuevas formas de interacción y expresión. La creatividad se convierte así en una herramienta de cambio social, en un espacio de reflexión y en un medio para construir un futuro más inclusivo y equitativo.

En estos procesos de acción colectiva, la interseccionalidad juega un rol crucial. Si por un lado se identifican y reivindican causas identitarias particulares, la capacidad de las juventudes para unirse en torno a propósitos comunes y reconocer sus múltiples dimensiones e interdependencias puede hacer una gran diferencia.

Ante la urgencia de justicia social, equidad, protección de la vida y del planeta es indispensable validar la contribución de generaciones jóvenes que, con su visión crítica y su energía creativa, están en la primera línea de la transformación social.

Con esta inspiración, en Balmaceda Arte Joven creamos espacios de expresión y reflexión para las juventudes, con la convicción de que a través de las artes y la acción cultural podemos sanar el presente y proyectar un futuro sostenible, solidario y creativo; empeñadas como dice Mario Benedetti, “en defender la alegría y la esperanza como trincheras contra la indiferencia”.

Crédito de la fotografía: Balmaceda Arte Joven