Hace más de 40 años, en la dictadura de Augusto Pinochet, un hombre y su familia vivieron un período de terror en su propio hogar en Antofagasta, marcado por vigilancias constantes, allanamientos frecuentes y violencia extrema.

En septiembre de 1980, la represión alcanzó su punto culminante cuando este hombre fue secuestrado, torturado y falsamente etiquetado como terrorista por agentes del Estado, lo que desencadenó una serie de eventos que alterarían su vida y la de su familia para siempre.

Según se puede apreciar en el fallo judicial, en medio de este clima de miedo, la tragedia golpeó aún más cerca cuando el perro de la familia fue envenenado por personas que seguían y vigilaban su hogar.

Los días siguientes trajeron más horrores: su casa fue invadida violentamente, y bajo amenazas de muerte, el hombre fue secuestrado y sometido a torturas brutales en un lugar clandestino.

Estos actos de barbarie culminaron con una condena bajo cargos fabricados y un período en prisión.

Después de su liberación en 1982, el hombre y su familia tuvieron que huir y comenzar una nueva vida lejos de su ciudad natal, enfrentándose a la marginación y la pobreza.

Recientemente, el Tercer Juzgado Civil de Antofagasta y la Corte de Apelaciones revisaron el caso, reconociendo la profundidad del sufrimiento de este hombre y los efectos perdurables en su hija, quien también ha sido compensada.

La indemnización por daño moral para el hombre fue aumentada de $60 millones a $90 millones, mientras que su hija recibirá $20 millones.