La ultraderecha chilena: Moral de Gato Callejero
En una reciente maniobra política que deja mucho que desear por parte del expresidente de la UDI Javier Macaya, la ultraderecha chilena ha mostrado una sorprendente afinidad con lo que podría llamarse la “moral de un gato callejero”, término acuñado por el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, para describir a su adversario político, Donald Trump. Esta analogía encaja perfectamente si analizamos el comportamiento incongruente y oportunista de la ultraderecha respecto a la Educación Sexual Integral (ESI) en los colegios chilenos.
Desde hace algún tiempo figuras de este espectro político han rechazado vehementemente cualquier intento de introducir contenidos de ESI bajo el pretexto de que imponen "ideologías de género" y corrompen la inocencia de las y los niños. Sin embargo, esta postura parece más un intento desesperado de mantener votos que una preocupación genuina por el bienestar infantil. Los mismos políticos que presumen “defender a las y los niños” son los primeros en encubrir casos de abusos sexuales dentro de círculos cercanos, mostrando así una moral selectiva y flexible como las garras de un gato callejero.
El rechazo a la ESI además es profundamente perjudicial para el desarrollo integral de los estudiantes. Diversos estudios científicos avalan la importancia de una educación sexual informada y libre de prejuicios como herramienta fundamental para reducir el abuso y la violencia sexual. Negarse a implementar estos programas no solo es una muestra de ignominia política, sino también un atentado contra el bienestar de las futuras generaciones.
En este contexto, resulta crítico desentrañar las incongruencias y manipulación de la narrativa por parte de la ultraderecha. ¿Es realmente perjudicial la ESI o simplemente una amenaza a un modelo conservador y patriarcal que ya no tiene cabida en una sociedad en cambio?
La Educación Sexual Integral no es una ideología; es una necesidad urgente en un país donde adolescentes, además de ser desinformados, son vulnerables a abusos y a embarazos no deseados.
Las contradicciones de la ultraderecha chilena se evidencian aún más cuando en público aseguran tener los intereses de las y los menores en el corazón, mientras que en privado sus acciones parecen demostrar todo lo contrario: encubrir abusos sexuales y desviar la atención de la verdadera necesidad de una educación sexual integral. Esto es un acto de hipocresía y abandono de sus responsabilidades políticas y morales.
El doble estándar de la ultraderecha es notoriamente alarmante. Por un lado, rechazan la ESI con argumentos infundados y, por otro, perpetúan sistemas de poder y control que marginan y vulnerabilizan a las y los menores. Es una moral de convicción intercambiable, que se adapta según las necesidades del momento, tal como un gato callejero que merodea por los techos en busca de su próximo refugio.
Incluso, en su afán de liderazgo, basado en el miedo y la desinformación, recurre a tácticas engañosas y discursos inflamatorios. Atacan conceptos básicos de la libertad individual y la igualdad bajo el pretexto de proteger tradiciones. Pero, es evidente que su verdadera preocupación radica en mantener una estructura de poder que se beneficia del statu quo.
En momentos críticos como estos no basta con señalar la hipocresía; es necesario actuar en pro de una educación fundamentada en derechos y respeto. La ESI no solo es una herramienta de conocimiento, sino también de protección y empoderamiento. Ha llegado la hora de dejar atrás los discursos retrógrados y adoptar una postura que realmente proteja a las y los NNA de nuestro país.
Crédito de la foto: Agencia Uno