La relevancia de la fiscalización electoral: Lecciones de la Elección en Venezuela 2024

La relevancia de la fiscalización electoral: Lecciones de la Elección en Venezuela 2024

Por: Gastón Alvear Gómez | 29.07.2024
La lección que deja la elección venezolana es una llamada a la acción para los países que aún enfrentan desafíos en sus procesos electorales. Además, subraya que la democracia, en su forma más pura, depende de la transparencia y la rendición de cuentas.

En el complejo panorama político de América Latina, donde las elecciones a menudo son puestas en duda por votantes y organizaciones involucradas en el proceso, la auditoría y la fiscalización electoral se consolidan como pilares fundamentales para garantizar la legitimidad de estos procesos.

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Estos mecanismos, tales como la presencia de Misiones de Observación Electoral neutrales, la verificación y depuración de los padrones electorales, revisiones y pruebas públicas de los softwares y hardwares, monitoreos en el día de la elección, y un escrutinio público tanto del día de la elección como la revisión de las actas, son esenciales para asegurar la transparencia y la confianza en el ciclo electoral.

Adquieren una relevancia aún mayor en contextos de alta polarización y desconfianza, como el observado en la reciente elección presidencial de Venezuela, donde el candidato incumbente obtuvo un 51% de los votos según el Consejo Nacional Electoral (CNE), mientras que el candidato desafiante tuvo un 44%.

Con estos resultados, se destaca con claridad la necesidad imperiosa de contar con una auditoría electoral robusta y una fiscalización rigurosa, tanto a nivel local como internacional. En un país donde las disputas políticas y la crisis económica han socavado la confianza en los actores políticos y en las instituciones, el proceso electoral se convierte en un terreno fértil para la sospecha y la incertidumbre.

En este contexto la auditoría electoral no se limita a ser un procedimiento técnico, sino que se transforma en un acto crucial para restaurar la fe pública en el sistema democrático.

Las tensiones políticas y la controversia en torno a la administración del CNE han elevado el umbral de exigencia para la transparencia. Las acusaciones de irregularidades, la falta de consenso sobre las reglas del juego -como la solicitud voluntaria a los candidatos de aceptar los resultados- y el bloqueo a la oposición son síntomas de un proceso que demanda medidas de control más estrictas.

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En este escenario, la auditoría y la fiscalización electoral no solo buscan validar los resultados, sino también proporcionar garantías a todos los actores involucrados, desde los votantes hasta los candidatos.

Una auditoría electoral eficaz puede desactivar la bomba de la desconfianza. Este proceso implica una revisión exhaustiva de cada fase del ciclo electoral, desde la preparación y el diseño de los sistemas de votación hasta el conteo de los votos y la publicación de los resultados. En el contexto venezolano, la participación de observadores internacionales imparciales y la implementación de tecnologías que aseguren la integridad de los datos son pasos cruciales para contrarrestar las alegaciones de fraude y manipulación.

Por otro lado, la fiscalización electoral actúa como un mecanismo de control continuo, asegurando que todas las etapas del proceso se lleven a cabo conforme a la normativa establecida, aun cuando esta normativa pueda, en ocasiones, favorecer a los caudillos en el poder.

La presencia de entes fiscalizadores independientes, capaces de actuar sin presiones ni influencias externas, es esencial para prevenir abusos y garantizar que las elecciones se desarrollen según los principios democráticos. En Venezuela, fortalecer estos mecanismos contribuiría a crear un entorno en el que todos los actores políticos se sientan seguros de que sus derechos y sus votos están protegidos. Ahora solo queda esperar que los alegatos de la oposición sean tomados por el CNE, se investigue y lleven al Tribunal Electoral correspondiente para que dicte sentencia.

La elección en Venezuela ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de estos procesos en la región. La auditoría y la fiscalización electoral son mucho más que simples formalidades; son herramientas que, cuando se implementan adecuadamente, pueden restaurar la confianza en la democracia y asegurar que el poder derive legítimamente de la voluntad del pueblo. En un continente que ha sido testigo de numerosos episodios de desconfianza y crisis institucional, es imperativo reforzar estos mecanismos para garantizar que las democracias en América Latina no solo sean funcionales, sino también justas y transparentes.

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Así, la lección que deja la elección venezolana es una llamada a la acción para los países que aún enfrentan desafíos en sus procesos electorales. Además, subraya que la democracia, en su forma más pura, depende de la transparencia y la rendición de cuentas. El camino hacia una democracia más sólida y confiable pasa, sin duda, por una auditoría y fiscalización electoral que, más allá de los resultados, asegure que el proceso mismo sea un reflejo fiel y justo de la voluntad popular.

Crédito de la foto: Agencia Uno