El “burnout” del profesorado en Chile
Un estudio del CIAE (Centro de Investigación Avanzada en Educación) y del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la U. de Chile consideró a todos los docentes que ingresaron a la profesión entre 2005 y 2016 y encontró que alrededor del 20% de ellos se retira antes de cumplir cinco años trabajando en el sistema escolar y el 30% lo hizo al cumplir 10 años de años de docencia.
Poco se sabe de quienes permanecen en la práctica pedagógica. No sabemos qué los motiva o los amarra para continuar la labor docente, ni tampoco sabemos en qué condiciones de salud física y mental se encuentran.
Pero lo que sí sabemos, y está documentado y respaldado por la experiencia y los testimonios de profesoras y profesores, es que se enfrentan a diversas dificultades tales como: cargas administrativas excesivas; no solo deben preparar clases y evaluar a sus estudiantes, sino que también se les exige realizar labores burocráticas, por ejemplo, formularios interminables, reuniones sin sentido y reportes constantes son solo algunas de las responsabilidades adicionales a la docencia en el aula.
También desarrollan su actividad profesional bajo la permanente exigencia para mejorar el rendimiento de sus estudiantes, adaptarse a nuevas metodologías y currículos, y gestionar comportamientos desafiantes en el aula. Lamentablemente muchas veces no tienen las herramientas para empatizar y resolver conflictos al interior del aula.
En una rápida revisión de las mallas curriculares de la formación inicial docente de las principales universidades chilenas, se observa que están centradas en la enseñanza de didácticas y materias relacionadas a su especialidad. Carecen de áreas de educación socioemocional, resolución de conflictos, prevención de violencia y motivación al estudiantado.
El estrés crónico afecta la salud mental y física de los profesores. Un estudio realizado por Colegio de Profesores en 2022 indica que 16,2% de quienes respondieron la encuesta habían solicitado licencia médica por salud mental.
En Fundación Semilla vemos que hay mucho interés en perfeccionamiento del magisterio cuando se presentan oportunidades que abordan pedagógicamente y de manera lúdica y entretenida situaciones que se producen en el aula y que mejoran la relación maestro-estudiante, estudiante-estudiante y maestro-maestro. Aportamos en la formación socioemocional y convivencia, pero nuestro desafío es que se incorpore en la formación inicial docente y sea una política de Estado.
Una profesión tensionada y con baja valoración social corre el riesgo de verse disminuida y llegar al año 2025, según Elige Educar, a presentar un déficit de aproximadamente 30.000 docentes. Esta es una situación contradictoria con la esencia de lo que es la educación.
Chile necesita un sistema educacional que prevenga el burnout, porque un docente desgastado profesionalmente pierde eficacia y/o abandona la profesión.
Crédito de la foto: Agencia Uno