Un caso de experiencia previsional anterior a las AFPs
Nuevamente estamos ante un momento álgido en la discusión sobre las pensiones. Aquí, más que partir abordando el tema desde el presente, trataré antecedentes históricos sobre la previsión social en Chile (que seguramente son novedosos para muchos) y, luego, añadiré algunas reflexiones para la actualidad.
Se trata de una experiencia previsional anterior a la existencia de la AFPs, la cual fue lo sucedido con las pensiones de vejez entregadas por la Caja de Seguro Obligatorio (CSO) entre 1925 y 1952. En esos años el nombrado beneficio fue monetariamente bajo y, también, se permitía a los recién jubilados obtener todos sus ahorros previsionales mediante un solo pago (no igual, pero algo parecido a los retiros de los años recientes).
La institucionalización de la previsión en Chile se fue dando en las primeras décadas del siglo XX con la promulgación de normativas que permitieron la creación de instituciones conocidas como ‘cajas previsionales’, las que facilitaban diversos beneficios sociales a los trabajadores inscritos en ellas.
El organismo de este tipo más grande durante varias décadas fue la Caja de Seguro Obligatorio (1925-1952), la que llegó a afiliar entre un 40% y 52% del total de la fuerza laboral del país a lo largo de sus años de existencia (ver aquí). Entre las prestaciones sociales que entregaba estuvieron servicios de atención de salud, subsidios en caso de enfermedades, una cuota mortuoria, pensiones de invalidez y pensiones de vejez.
Su financiamiento provino principalmente de un pago, por parte de los trabajadores, de los empleadores y del fisco, de una cotización correspondiente a un porcentaje de los salarios de los trabajadores (para profundizar en estos antecedentes se puede ver la Ley 4.054 de 1924 (ver aquí).
En lo que respecta a las pensiones de vejez entregadas por la CSO, cabe mencionar que funcionó en base a fondos de ahorro individuales de cada trabajador, los que eran conformados por la cotización pagada por los afiliados correspondiente al 2% de sus ingresos. Esos fondos eran invertidos para hacer crecer el ahorro.
Por su parte, el individuo podía elegir 3 momentos para jubilar, al cumplir 55, 60 o 65 años. Además, la Caja de Seguro Obligatorio permitió a los trabajadores que optaran entre tener una pensión mensual o recibir en un solo pago el total de lo ahorrado en su cuenta individual. A esta última modalidad de jubilación se le llamó el ‘rescate de reservas’ (ver aquí).
En la práctica, lo que ocurrió fue que las pensiones mensuales de vejez que recibían los afiliados eran extremadamente bajas (ver aquí), principalmente debido al impacto de la alta inflación del periodo que disminuía considerablemente el poder adquisitivo del dinero ahorrado.
Pero además porque el porcentaje de cotización era bajo (2%) y que las inversiones realizadas por la CSO para aumentar los recursos destinados a los beneficios no obtenían los réditos necesarios, o al menos esa fue una la crítica constante que se le hizo, que realizaba ‘malas inversiones’ (ver aquí). Ante esta situación, la mayoría de los afiliados que llegaban a la edad de jubilación preferían el mecanismo del ‘rescate’, es decir, recibir en un solo pago todo lo que ahorraron durante su vida laboral.
Este fue el mecanismo de pensiones para prácticamente la mitad de los trabajadores chilenos hasta fines de 1952, año en que la Caja de Seguro Obligatorio fue reformulada y se convirtió en el Servicio de Seguro Social. Esta nueva institución existió hasta 1980 y entregaba pensiones en base a un sistema de reparto, modelo jubilatorio totalmente diferente (y que entregaba mejores pensiones).
Ahora, ¿qué se puede reflexionar a partir de la experiencia de la Caja de Seguro Obligatorio? Lo primero a destacar es que, con anterioridad a 1980, ya hubo experiencias en Chile en base al modelo de cuentas de ahorro individual con capitalización, las que tuvieron resultados deficientes.
La forma en que funcionó la cuenta individual durante los años de la CSO fue diferente a como lo hace en la actualidad (por ejemplo, en el porcentaje de cotización), pero en grandes lineamientos ambas se basan en un ahorro personal de cada trabajador y la inversión de ese dinero.
Si este mecanismo previsional fracasó en la primera mitad del siglo XX e igualmente lo hace en la actualidad, esto nos dice que hay problemas respecto a la capacidad de la capitalización individual para entregar buenas pensiones y que es necesario buscar formas de hacer viable ese modelo.
También cabe destacar que la alta inflación del siglo XX impactó fuertemente en el poder adquisitivo de las pensiones entregadas por la CSO, por tanto, hay que siempre considerar que el alza desmesurada de los precios daña gravemente los ingresos reales de los jubilados, trabajadores y las familias. Esto significa que el control de la inflación es importante si se quieren entregar buenas pensiones.
Otro aspecto a tener presente se refiere al papel de las inversiones realizadas por la CSO. Estas no llegaron a generar los ingresos necesarios para mejorar el valor de las pensiones. Una de las recomendaciones realizadas por organismos técnicos de la época, como el Departamento de Previsión Social del Ministerio de Salubridad (lo cual se puede ver en su revista “Previsión Social”, que se encuentra en la Biblioteca Nacional), era que había que mejorar la política inversionista para aumentar los ingresos de la institución con el fin de ayudar a combatir el impacto negativo de la inflación sobre las pensiones.
Esto es un tema fundamental también en la actualidad, existiendo voces que plantean la necesidad de revisar la manera en que las AFPs realizan sus inversiones. Por ejemplo, en los recientes resultados de una comisión técnica conformada por representantes de los senadores del Congreso y del gobierno en que estudiaron posibles lineamientos a la reforma de pensiones, una de las propuestas es realizar cambios al modelo de inversiones de las AFP en base a multifondos (ver aquí).
Argumentan que, con las modificaciones que proponen, las inversiones realizadas con los fondos previsionales aumentarían su rentabilidad, lo cual tendría como resultado mayores pensiones.
Para terminar, la experiencia histórica de la Caja de Seguro Obligatorio muestra que las bajas pensiones empujaron a que esa institución permitirá a sus afiliados retirar el total de sus ahorros en una sola ocasión, lo cual la gran mayoría prefirió en vez de unas insuficientes jubilaciones mensuales.
Entonces, es fundamental evitar que las pensiones sean bajas, de lo contrario surge descontento con la previsión y llegan a ser consideradas viables (y socialmente populares) propuestas como las que son actualmente los retiros.
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