Súmate a nuestro canal en: WhatsApp
La revitalización gastronómica y cultural del barrio Lastarria: En pie y funcionamiento a pleno

La revitalización gastronómica y cultural del barrio Lastarria: En pie y funcionamiento a pleno

Por: Felipe Rodríguez Cadiz | 21.07.2024
Tras los problemas que acarrearon el estallido y la pandemia, uno de los rincones claves del comer capitalino ha recuperado su fulgor y diversidad. Restaurantes para todos los gustos, cafeterías, librerías y heladerías se mezclan en pocas calles impulsando un turismo tan internacional como local. Aquí 8 recomendados ED.

Las imágenes parecían lapidarias. De las alegres manifestaciones callejeras del estallido se pasó a la violencia irracional con el incendio de la iglesia de la Veracruz en noviembre de 2019. El oasis que era el barrio Lastarria se transformó en hordas de personas con rostros cubiertos que destrozaban el mobiliario de los locales con impunidad.

El sector, que desde la construcción del edificio Unctad III en 1972, posteriormente llamado durante la dictadura como edificio Diego Portales y, ahora, Centro Cultural Gabriela Mistral, fue construyendo un entorno ligado, primero, al arte y luego a la gastronomía y el ocio. Tras la furia, sin embargo, parecía tener sus días contados.

Pero darse una vuelta por el barrio Lastarria es, ahora, sinónimo de alegría. Aunque sus calles aún no alcanzan ese carácter bohemio de los últimos treinta años, cuando la mayoría de los sitios funcionaban hasta las 2 o 3 am –en la semana se cierra a medianoche y el fin de se alarga un poco más-, nuevos emprendimientos gastronómicos y culturales y un aumento exponencial en sus calles de turistas locales y extranjeros han revitalizado uno de los lugares claves del buen comer capitalino. 

Aunque las ofertas son diversas –desde un local que es un hit en la venta de papas fritas a una sala de cine arte o desde sangucherías a librerías con estanterías repletas de títulos que no remiten a best sellers-, la esencia del barrio está nuevamente en pie y funcionando a pleno.

Acá, recomendamos algunas distintas opciones para disfrutar de uno de los lugares imperdibles del Santiago tradicional.

Bar Liguria

Uno de los puntales gastronómicos del barrio y, también, un gran aporte desde la arquitectura. En un bellísimo edificio de tres pisos donde antes funcionó el Instituto Chileno Francés, derrocha una búsqueda por la excelencia y la reinterpretación de la comida chilena adaptada a la actualidad.

La diferencia se percibe desde su carta donde detallan el proceso del vino y describen la lira popular, una serie de impresos sueltos de circulación masiva donde los poetas publicaban sus textos entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

A especialidades como la mechada con tallarines, se suman platos de raigambre local como el chupe de jaiba, locos de Maullín con papas mayo, erizos frescos de Caldera –los traen todos los días- con salsa verde y tostadas con mantequilla, pichanga a la chilena –con arrollado huaso, pickles, pepinillos y otros- y el conejo escabechado con arroz al perejil.

En este bar no solo se come bien, sino que se busca la excelencia gastronómica, con prolijidad, y siempre desde el prisma de exaltar la chilenidad. Es difícil mantener un standard de perfección en forma permanente. Liguria lo logra.

Hay descuentos de 20% si te sientas en la barra y, a fines de agosto, el patio –con unos estupendos murales donde aparecen Gabriela Mistral, Víctor Jara y Violeta Parra, entre otros- tendrá eventos musicales.

MERCED 298

CONSUMO PROMEDIO: 27.000 PESOS

@bar_liguria

Le Bistrot Viet 

Ahora que el invierno es verdaderamente invierno y los turistas extranjeros han doblado su presencia en el país, este restaurant con recetas vietnamitas es otro de los imperdibles del barrio por su personalidad internacional.

En el piso superior de la galería Lastarria, una de las más distinguidas del sector, Le Bistrot Viet es un amplio espacio que funciona tanto al aire libre como en interior. Su comedor cuenta con una cava a la vista con decenas de vinos, mesas que se asemejan a un vagón de tren frente a la cocina y, por esa misma línea, más mesas de tonos sobrios y delicados.

La comida, con recetas familiares de Madame Kim, la dueña del sitio, sobresale por su preeminencia por los sabores asiáticos de una gastronomía que siempre está en el top por su influencia francesa.

Entre sus especialidades de entrada están los nems de jaiba y cerdo, que son arrollados de arroz frito, rellenos de jaiba, cerdo, verduras, fideos de porotos y huevo, acompañados para envolver de lechuga y hojas de menta.

La crocancia y el sabor dan gusto. Otro clásico vietnamita es la sopa Poh tradicional, que es un caldo con albóndigas de vacuno y carne estofada más fideos de arroz, menta y albahaca, que se cuece por doce horas. Un concentrado de sabores ideal para esta temporada de bajas temperaturas.

El ascendiente de la gastronomía francesa se percibe en el trutro de pato al curry con leche de coco. Es un plato fino que se puede acompañar por verduras salteadas o arroz y que va a la segura. Le Bistrot Viet siempre aporta una experiencia grata, con garzones bien preparados y solícitos. Para los que no quieren salir de casa, tiene delivery.

PADRE LUIS DE VALDIVIA 333, PISO 2

CONSUMO PROMEDIO: 30.000 PESOS

@lebistrotviet

Bask

En la misma galería donde se ubica Le Bistrot Viet, pero en el primer piso, Bask es un pequeñísimo lugar, con unas cuatro mesas puestas en el pasillo y que es un gran descubrimiento. Al timón de este proyecto está Gonzalo Vidal, un joven chef de 32 años que, pese a su juventud, ha dado una vuelta larga trabajando en hoteles, locales en Maipú y durante la pandemia en su casa bajo el formato delivery.

El impulso de este último trabajo y la insistencia de cercanos lo empujaron a abrir un local que cumple con creces en el masivo formato de sushi fusión.

Vidal no trabaja con pescados típicos como la reineta, sino que todos los días consigue los más frescos. Para destacar está su tiradito de róbalo, muy sabroso, con un caldo para revivir muertos y que sobresale por su frescura. También destacan los niguiris, sashimis, rolls envueltos en salmón y palta, más algunas preparaciones veganas y vegetarianas.

En Bask, con un equipo jovencísimo, pero muy profesional, su cocina exhibe amor por las preparaciones, calidez gastronómica y la inclusión de pescados no tradicionales en su carta, le otorga un valor agregado que, de continuar en esa senda, puede generar una ampliación de su local. Por ahora, el resultado es óptimo y vale la pena probar sus platos.

PADRE LUIS DE VALDIVIA 333, PISO 1, LOCAL 4

CONSUMO PROMEDIO: 20.000 PESOS

@basksushi

Wine Rebels

Casi en la esquina de Merced con José Miguel de la Barra, y en el límite entre los barrios Bellas Artes y Lastarria, Wine Rebels es un bar itinerante especializado en vinos orgánicos chilenos y extranjeros –tienen más de 35 etiquetas y cada copa cuesta 4.000 pesos- que partió el año pasado en pizzería Gabilondo.

Detrás de este proyecto está la mano de la sommelier, Nadia Parra, una mujer apasionada y difusora de los proyectos marginales de viñas –aquellos que producen entre 400 y 3000 botellas, aproximadamente- en el país.

Su espíritu independiente  adhiere a una necesaria causa: hacer confluir a la comunidad fanática del vino, donde puedan intercambiar impresiones, descubrir cepas y generar un movimiento que vaya más allá de las etiquetas que copan –por su magnitud y trascendencia- los estantes de supermercados.

Abierto desde mediados de mayo, el efecto es palpable. Las mesas están llenas en un frío sábado por la noche y muchos de los parroquianos discuten y comparten impresiones con Parra y sus eventuales compañeros.

Para fortalecer este lazo, la sommelier recomienda maridajes con ostras, medallones de albacoras fritas y carnes. El mundo del vino independiente va en alza –hay asociaciones gremiales cada vez más organizadas- y Wine Rebels es un punto de encuentro que, en un mundo ideal, debería tener prontas ramificaciones a provincias.

JOSE MIGUEL DE LA BARRA 418

CONSUMO PROMEDIO: 20.000 PESOS

@winerebelsbar

Pizzería Gabilondo

La página de Gabilondo dice, como declaración de principios, que la pizza no es comida chatarra, sino que es arte. Y en este lugar hay dedicación para que esa frase no sea lanzada al viento.

Ubicado al fondo de un pasaje en Merced, esta pizzería es de las buenas que se encuentran en la ciudad. Con un gigantesco horno en medio del salón como imagen distintiva, sus pizzas están hechas en masa madre fermentadas por 24 a 48 horas.

Acá, como en varios lugares del barrio, se aprecian detalles. Por ejemplo, para los aficionados al gin, solo se vende gin nacional.

Con una experiencia anterior de una panadería  en el mismo barrio, Gabilondo cuenta con un punto destacable donde más pesa: en el bolsillo.

Sus precios son convenientes dada la calidad de los productos –se utilizan siempre alimentos de temporada- y, aunque la carta ofrece distintos tipos de pizzas, el comensal puede agregarle algunos elementos. Hay creaciones propias como la Marinara Vegana, con salsa de tomate, merken, berenjenas marinadas en algas y aceitunas moradas, y otras clásicas. También es un punto a destacar su variedad de cócteles, que apelan a la sorpresa y la inventiva.

MERCED 346, LOCAL H

CONSUMO PROMEDIO: 20.000 PESOS

@gabilondo.pizzeria

Fuente Lastarria

Abierto desde comienzos de mayo, la sociedad entre el periodista Marco Sotomayor y el chef Patricio Canora se concentra en la recuperación de los sabores más chilenos, ya sea a través de los bebestibles como de su comida.

“Queremos rescatar la cultura urbana, el patrimonio nacional”, dice Canora. Hay tanto convencimiento en su frase que el interlocutor lo escucha con atención. Como en la mayoría de los locales del barrio, hay búsqueda por la distinción.

En Fuente Lastarria, por ejemplo, su sección sanguches se llama Sanguchilería y cada una de sus preparaciones apela a las distintas zonas del país. Están el Loco Luco, con locos laminados y queso fundido –especial para la temporada invernal-; El Cavanchino, con lechuga, tomate, cebolla y mayo casera. O también pichangas futboleras como la David Arellano, con queso de cabra, prieta, aceitunas negras y encurtidos.

Otro de sus rasgos que apela a la nostalgia y la emotividad son sus tragos típicamente chilenos. Están las vainas, el clásico aperitivo ochentero que se enfrentaba al pisco sour y que es cada vez más difícil de encontrar, la malta con huevo –ideal para combatir la resaca- y el terremoto, otro trago nacional. 

Es, en el fondo, un local que funciona como un muestrario del Chile profundo. De esos que, al retirarte, dan ganas de gritar un ceacheí.

MERCED 333

CONSUMO PROMEDIO: 20.000 PESOS

@fuentelastarria

Quitral

Para la mayoría de los chilenos, la palta se come fría y no solo como ingrediente de un sándwich. Con el tiempo, se ocupa en batidos, en ceviches y otras preparaciones. En el restaurant Quitral, en cambio, desde hace unos años le dieron una vuelta. Y les resultó. Como uno de sus aperitivos insignes, en este lugar situado al interior de un patio de comidas de Lastarria, la palta se sirve grillada, rellena de camarones junto a sopaipillas  caseras y pebre. Es un experimento no tradicional que funciona.

Quitral es un lugar amplísimo, donde las maderas son el protagonista y que responde al rótulo de restaurant con personalidad internacional. Así, al menos, se nota en su interior donde siempre hay grupos de estadounidenses y, especialmente brasileños, que están en masa en el país por la temporada invernal.

El recetario de Quitral es diverso y con equilibrio entre comidas chilenas y platos internacionales junto a una gran variedad de vinos y destilados. Están las carnes como entrañas, lomo liso, costillar con puré picante y pastas para todos los gustos junto a símbolos locales reconvertidos como el Risotto Pablo Neruda, en que el tradicional caldillo del vate se transforma en risotto caldoso junto a arroz, mariscos y trozos de filete.

JOSE VICTORIO LASTARRIA 70

CONSUMO PROMEDIO: 25.000 PESOS

@quitral_resto

Nolita

Pancho Toro se hizo un imperdible noventero por dos motivos. Primero, por su aparición en televisión como uno de los iniciáticos chefs y, posteriormente, por The Pinch of Pancho –junto a su hermano Carlos-, uno de los restaurantes más reputados de esa década.

El trabajo de la dupla siempre está linkeado junto a la delicadeza de su cocina que, a su vez, trae reminiscencias tanto de la comida itálica como la estadounidense.

Desde 2005 en Isidora Goyenechea y, posteriormente, en Lastarria, Nolita es un espacio urbano estiloso, en que cada plato conserva una presentación visualmente atractiva y sabores que se distinguen por el trabajo profesional que hay detrás.

Entre los canapés artesanales, el de prosciutto italiano, con lonjas de este jamón italiano sobre trozos de baguette untados en pomodoro, mayonesa y hojas de rúcula, es ideal para compartir entre tres personas. Aunque las hamburguesas y las pizzas marcan presencia y preponderancia en el gusto popular, las pastas son las reinas de la carta.

Los ñoquis de funghi, con setas silvestres y champiñones son una delicia. Tanto como los cannelloni de espinaca y ricota, bañados en salsa pomodoro, queso mozzarella y parmesano y pesto. De martes a viernes tienen su “tarde feliz” de 16 a 19 horas: schop, sangría, espumante, pisco sour y copa de vino bajo el formato 2 x 1.

LASTARRIA 70

CONSUMO PROMEDIO: 25.000 PESOS

@nolitalastarria