Enfermera que busca cambiar experiencia de la muerte advierte que vivir bien no es útil al sistema
Gabriela Vivanco, enfermera de profesión, está muy involucrada en el tema del acompañamiento de la muerte, lo que la llevó a elaborar un proyecto que comparte en diálogo con El Desconcierto, enfatizando en su visión sobre la materia.
“Se llama Transmutativa, y lo que busca es transformar la experiencia de la muerte y el duelo, en una vivencia de amor y de infinitas muestras de agradecimiento, así está definido y declarado”, comenta.
Sobre el propósito de su iniciativa, recalca que este aboga por la existencia “de una cultura de acompañamiento de fin de vida”, que sea “consciente, humana, compasiva”.
“Para eso he creado la Escuela para la conciencia de la muerte, que precisamente busca expandir este acompañamiento, en primera instancia a los profesionales del área de la salud”, ilustra.
En su opinión, “el acompañamiento de fin de vida, tiene que ingresar primero en la institución, en la institucionalidad”.
Padecimiento llevará a la muerte
“Hay varios esfuerzos comunitarios, y de muchas personas que están haciendo cosas en su comunidad, y a nivel latinoamericano también. Pertenezco a la Red Latinoamericana de acompañamiento muerte y duelo, y este año se celebró el segundo encuentro, y ahí me di cuenta de que se están haciendo muchas cosas en Latinoamérica”, recalca.
Por qué piensa en los profesionales del área de la salud, ella misma lo argumenta apuntando a la relevancia de contribuir desde lo educativo, a través de la creación de “programas de formación en relación a muerte, duelo, acompañamiento de fin de vida”.
“En relación al proyecto de cuidados paliativos universales, que son una ley ,y el proyecto de la eutanasia, mi proyecto conversa mucho con eso, porque toda persona que está en tránsito hacia el final de su vida, requiere de cuidados que son altamente específicos, muy sensibles, y al tratarse de la muerte, del fin de la vida, genera también una especie de recapitulación de tu propia vida”, comenta.
O sea, complementa, “no solo estás enfermo, sino que además esta enfermedad te está llevando a la finitud de tu vida”.
“Y esa finitud, tú la haces consciente durante tu proceso de enfermedad”, destaca.
El impacto de hacerse consciente
“Ahora uno dice, ‘bueno, si uno nace, obviamente va a morir’. Sí, pero uno vive de manera inconsciente de que va a morir, entonces la idea es transformar esta experiencia. Y en la medida que nosotros nos enfocamos en que somos seres finitos, en que vamos a morir, somos más conscientes de la vida”, dice Vivanco.
El problema, complementa, es que “al ser más conscientes de la vida, nos preocupamos realmente de lo que es importante. ¿Y qué es lo realmente importante?, las relaciones humanas, el buen vivir, por eso es un tema tan necesario”, pero a la vez, “a este sistema no le conviene que seamos conscientes de un buen vivir, porque significa disminuir el consumo, significa querer disminuir también la carga laboral, y muchas otras cosas”.
Profundizando en su iniciativa, nuestra entrevistada comenta que “dentro de esto de acompañar a personas que están en tránsito hacia el final de su vida, existen los cuidados paliativos, que son una herramienta, no es un fin, porque el fin es el bienestar y la tranquilidad, la dignidad y la paz de la persona que va a morir”.
“Y los cuidados paliativos otorgan eso, tranquilidad, paz, otorgan alivio”, insiste.
En consecuencia, comenta, “cuando hablamos de cuidados paliativos universales, es maravilloso porque en el fondo toda persona que va a morir, o que está desahuciada, va a recibir estos cuidados paliativos. Eso es lo que dice la ley”.
Complejo acceso a cuidados paliativos
“Los cuidados paliativos son cuidados altamente especializados, específicos, apuntan a, entre otras cosas, aliviar el dolor. Y no sólo los debieran recibir las personas que están muriendo, hay personas que tienen enfermedades crónicas invalidantes, que merecen también recibir cuidados paliativos, por ejemplo los niños con fibrosis quística, todos los niños que tengan genopatías, o personas con genopatías que tienen una vida que se les complica por algún tema físico, biológico de tu cuerpo, merecen tener cuidados paliativos”, releva.
Ahora, recalca, “los cuidados paliativos a los que apunta este proyecto son precisamente a las personas que están muriendo. Eso igual es bueno, es una ayuda. Pero el problema de los cuidados paliativos, no son cuidados paliativos en sí, sino el acceso a ellos, ese es un gran problema”.
Porque, agrega, “cuando hablamos de universalidad de los cuidados, quiere decir que estos cuidados se deben dispensar en todo nivel, el nivel comunitario, el primario, y no que queden atrapados en el nivel terciario, de las hospitalizaciones”.
“No pueden quedar ahí, porque todos sabemos que el nivel terciario de atención tiene poca cobertura, son los niveles primarios de atención los que tienen la mayor cobertura, y ahí es donde hay que apuntar”, detalla.
Hay una actividad que debe ser visible
“Con el proyecto Transmutativa vamos a hacer un piloto en octubre a médicos de familia, y los vamos a entrenar para que sean facilitadores de acompañamiento de fin de vida”, cuenta apuntando a su iniciativa.
Lo que significa, como la misma Gabriela Vivanco lo asegura, “entre otras cosas que ellos van a aprender y van a estar seguros de hacer indicación de cuidados paliativos, por ejemplo. Es muy bonito”.
Los cuidados paliativos se enfocan, más que nada, en la persona que está sufriendo, es la persona que está con malestar. Y siento, que de una u otra manera, la persona que cuida debe tener un trato especial, porque cuidar a otro ser humano es altamente desgastante”, dice recalcando que además, se trata de una labor que debe ser remunerada como corresponde.
“Ahí empiezan a salir otras cosas. En mi proyecto Transmutativa, dentro de los objetivos estratégicos que tengo planteados a largo plazo, está generar un semillero de cuidadoras, porque ahí hay una actividad económica súper interesante, y que tiene que ser visibilizada y se tiene que dar el espacio, el espacio legal para que las cuidadoras de fin de vida, tengan un trato especial para poder cuidar”, agrega.
Cuidadores, en una realidad muy precaria
“En general, la realidad de los cuidadores en este país es súper precaria. Si bien hay hartas intenciones, y hay espacios en donde se fortalezcan y todo, como que quedan limitados a las municipalidades, en general el cuidador informal, que es el que el que se denomina, es un cuidador sobrecargado, un cuidador que no sólo cuida, sino que hace otras actividades de cuidado, como por ejemplo aseo, cuida de otros, no solo a una persona, tiene que cocinar, tiene que gestionar la casa, entonces es está como sobreexplotado”, dice relevando una realidad de la que al parecer hay poca consciencia.
De hecho, como comenta, pese a que “las municipalidades igual tienen programas para cuidar adultos mayores, y eso se agradece que exista, no es suficiente”.
“Creo que las garantías que se requieren para ser un buen cuidador, es el cuidado ‘uno es a uno’, eso es lo ideal. Ver bien la dotación que va a tener un cuidador, ¿va a cuidar a una persona?, ¿a dos personas?, ¿cuál va a ser su horario?, ¿cuáles van a ser sus actividades? , ¿qué formación necesita?”, se cuestiona Vivanco luego.
Nicho del cuidador, una mina de oro
Y en el ámbito de su capacitación, asegura que “estamos hablando de formación que no necesariamente tenga que ser técnica, o una formación universitaria. No, creo que el ser humano, entrenándolo, es capaz de aprender y aprender súper bien”.
“Yo conozco TENS (Técnicos de Nivel Superior) que saben tanto como una enfermera, conozco personas que no tienen educación media completa, y son súper profesionales, entonces también hay que dar la posibilidad de que el ser humano aprenda, y yo siento que el cuidador, el nicho laboral del cuidado, es un nicho que hay que explotarlo como una mina de oro”, complementa.
La conciencia de los cuidados, recalca luego Vivanco, “es súper especial, hay teorías que lo asocian”, dice apuntando al feminismo. E insiste en que “ser cuidador de un otro, en cualquier etapa de su curso de vida, guagua, adulto mayor, un postrado, un agónico, un moribundo, lo que sea, requiere de actitud, de habilidades, de conocimiento”.
“Y hay un costo asociado a eso, un costo económico, es un servicio que se tiene que monetizar, ponerlo en plata, no puede quedar en la voluntad. Y ahí yo tengo mis sesgos en relación a los voluntarios. Hay intenciones, buenas intenciones por supuesto de personas y de grupos que quieren formar voluntarios”, dice antes transparentar su reparo.
“No estoy de acuerdo, que otorguen un servicio y este servicio sea remunerado”, concluye.