Medicina y humanidades: ¿Por qué hablar de curiosidad en la salud?
Descubrir algo nuevo, motivarnos a entender fenómenos desconocidos, lo que sentimos o percibimos, nos hace entender fácilmente que la curiosidad juega un rol central en cómo hacemos la vida cotidiana. Nos moldea en lo que buscamos para leer, con quién preferimos pasar nuestros momentos más apreciados, dado que atraen nuestro interés.
Hace algunas semanas vivimos la Séptima Jornada de Medicina Narrativa y la Cuarta Jornada de Humanismo en Salud. Ellas estuvieron centradas en el cultivo de la curiosidad, y queremos compartirles algo de lo vivido. ¿Qué nos puede aportar la curiosidad? ¿Por qué hablar de curiosidad en salud?
La curiosidad mató al gato, dice un popular refrán, nos habla de un riesgo, de un peligro en la curiosidad. La curiosidad lleva a lugares desconocidos, a nuevas miradas, a dudar y sobre todo a sostener más las preguntas que las respuestas.
La mirada curiosa es una mirada que implica estar atento a lo que estoy observando, es una mirada que se detiene y explora. Muchas veces es considerada infantil, por ser una característica muy presente en la niñez, pero no es solo propia de los niños, de hecho podemos cultivar esta mirada. De hecho, se le atribuye la idea a Aristóteles: la filosofía surgiría del asombro.
Desde el asombro vamos a la curiosidad como un elemento que nos conduce a nuevas posibilidades de la imaginación y el conocimiento. Cuando preguntamos a una persona querida ¿cómo estas? ¿Qué has hecho hoy?, ¿Estamos atentos y curiosos? o ¿solo preguntamos por el hábito de preguntar? Nuestra mirada, nuestra actitud curiosa puede llevarnos a descubrir algo inesperado e incluso no solo influye en nosotros sino en esa otra persona. Ese espacio relacional que construimos está nutrido por nuestra actitud y disposición, tanto como la de la otra persona.
Cultivar la curiosidad como un hábito genuino para las prácticas sanitarias parece una cuestión sensata, puesto que sólo a través de esa curiosidad es posible que logremos hacernos preguntas para llegar a entender lo que realmente aqueja a las personas que atendemos en los espacios sanitarios.
La buena nueva es que hoy mediante técnicas que acercan a los estudiantes de medicina a lo que no está dicho, a lo impreciso, es posible cultivar esa curiosidad. Todo aquello que es tan cambiante en el espacio de las atenciones es complejo de abordar y ser conscientes que nos debemos adaptar constantemente, no es posible con la radicalidad que se enseña a través de libros, revistas o publicaciones donde hay un patrón o descripción de las cosas.
Enseñar para cuidar personas enfermas requiere otras habilidades, más allá del saber enciclopédico, si es que queremos que sea un cuidado de calidad. Eso significa valorizar las pausas, los tiempos de reflexión, permitir que la curiosidad se exprese y que surjan las preguntas sobre los otros y sobre nosotros mismos.
Para hacernos cargo de estos menesteres, en los ejercicios de medicina narrativa se utilizan las artes de distintos modos. Nos apoyamos en técnicas de exploración específicas, y se va develando lo impreciso, lo oculto y este viaje que nos permite la curiosidad nos lleva a nuevos entendimientos.
De todo esto se reflexionó en las pasadas jornadas de medicina narrativa donde tuvimos la oportunidad de conversar estas ideas desde la perspectiva filosófica a partir de conferencias y talleres sostenidos con Diana Aurenque, y el aporte de Tomás Domingo Moratalla, desde España. La visión de la curiosidad a partir de la literatura fue desarrollada por Andrea Kottow, Dra. en Literatura, mientras que Macarena García Moggia, ensayista chilena, se encargó de explorar la curiosidad desde el arte.
Esos tiempos de reflexión fueron tiempos de pausa que nos permitieron nutrirnos de diversas perspectivas e ideas para abordar una educación y sanidad más humanas.
Los invitamos a 'curiosear' las principales conferencias de las jornadas dedicadas al cultivo de la curiosidad que mencionamos en esta columna a través de este código QR:
Crédito de la foto: Taller de Medicina Narrativa, Universidad de Valparaíso