Revelan que frío extremo en Patagonia tuvo precedentes en década del 50 con temperaturas más bajas
Mares y cascadas congeladas, y nieve en la orilla del mar son algunas de las imágenes que han impactado en los últimos días a raíz del frío extremo que se vive en la Patagonia. Pero se trata de un fenómeno que tiene precedentes.
La cúspide de esta ola fría se vivió el 24 de junio, donde los sensores de la estación meteorológica Balmaceda en Aysén llegaron a marcar la temperatura mínima de -21,9°.
Este valor es “muy excepcional, pero no es un valor sin precedentes, y tampoco sienta un récord, pues en la década de los 1950 tenemos registros de valores más bajos”, comenta el investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), Martín Jacques.
¿Cómo se explica el evento?
Según Jacques, la ola polar responde a una alta presión, denominada “alta de bloqueo” que se instaló sobre la Patagonia de forma persistente, induciendo condiciones como baja nubosidad, fuerte pérdida radiativa durante la noche y vientos del sur, desde regiones polares. En el caso de Balmaceda en Aysén, también hay un flujo de viento desde el interior del continente, que se encuentra inusualmente frío.
Aunque un evento frío puede sonar contradictorio con el calentamiento global, “un planeta que se calienta es un planeta que seguirá exhibiendo eventos extremos, que pueden también modificar sus características”, aclara el investigador.
Por su parte, la investigadora Laura Ramajo del mismo centro describe que los organismos que viven en la zona (como en cualquier otra), tienen un rango de temperatura al que están adaptados para vivir, por lo que temperaturas extremas pueden ser nocivas.
Por el momento, se puede pronosticar que las especies que no pueden moverse a lugares más cálidos, como los organismos marinos sésiles, disminuyen sus tasas metabólicas para guardar energía para procesos vitales, y pueden ver impactados sus procesos de alimentación y reproducción, con el fin de ahorrar energía.
Foto: Agencia UNO.