“Prefiera la Democracia”: Margarita y la importancia de la caricatura social
La semana pasada falleció el poeta y caricaturista Gustavo “Gus” Donoso. Una noticia amarga para quienes disfrutaron de su gran prosa y agudo sentido del humor, especialmente de su creación más popular: “Margarita”.
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Muchos recuerdan esta caricatura que aparecía en el periódico Fortín Mapocho, pero poco se ha hecho por releer sus mensajes críticos a la dictadura desde el presente, y analizar su historia podría servirnos para reflexionar sobre el valor de la democracia que hoy en día se encuentra en disputa.
Margarita fue una caricatura que se publicó entre 1984 y 1990, siendo parte de la cobertura informativa opositora a la dictadura cuando la libertad de prensa era inexistente. Los periódicos en todo Chile eran amenazados y hostigados, incluso con violentos allanamientos que resultaban con trabajadores de las comunicaciones heridos/as, desaparecido/as o asesinado/as (Lidia Baltra, Atentados a la libertad de información y a los medios de comunicación en Chile: 1973-1987. Santiago: CENECA, 1988).
Su dibujo representaba a una niña escolar ubicada en la cabecera del semanario con un trazado sencillo, de un solo panel, que mostraba a este personaje en una postura fija siendo lo más importante su mensaje, el que satirizaba situaciones contenidas en el periódico. Rápidamente, Margarita fue transformándose en el rostro del Fortín Mapocho y en una imagen recordada hasta el día de hoy. Para Jorge Rueda y Maximiliano Salinas, esta caricatura se insertó en la memoria de los sujetos populares que desde el humor desafiaban el discurso apático de la dictadura:
“La Margarita, personaje creado por Gustavo Donoso Véliz, desde su ingenua personalidad de niña escolar, descubría al mismo tiempo una profunda capacidad crítica acerca de la situación política y social de Chile. Cada semana, el dibujante Gustavo Donoso, GUS, instaló un mensaje donde el discurso de denuncia se matizó con un importante componente afectivo y esperanzador. La risa fue, además, un aspecto central en Margarita. Por lo mismo se convirtió en una importante voz de la resistencia” (Maximiliano Salinas y Jorge Rueda, ¡El que se ríe se va al cuartel!: risa y resistencia en las poblaciones de Santiago de Chile, 1973-1990. Santiago: Editorial Universidad Santiago de Chile, 2015, p. 57).
Margarita fue una observadora activa en las luchas contra la dictadura y la transición a la democracia. Participó en este proceso histórico de resistencia y planificación de un nuevo modelo democrático para el país que concluyó la “transición pactada”.
Para ser más precisos, a través de Margarita se plasman dos momentos en los que se comenzaban a ensayar estrategias para la transición a la democracia. Por una parte, un primer periodo marcado por la movilización social cristalizado en las Jornadas Nacionales de Protestas (1983-1986). Se planeaba una transición radical que exigía como garantía básica el retiro inmediato de la Junta Militar y la eliminación de la Constitución de 1980.
Por otra parte, un segundo periodo ocurre luego del fallido atentado a Augusto Pinochet en 1986, en este preponderó el discurso de la “transición pacífica”. Para esta época, la movilización perdió su capacidad de convocar a las masas, viéndose protestas cada vez menos numerosas. Faltando dos años para la celebración del Plebiscito que consultaba la continuidad de Pinochet, la oposición política comenzó una campaña de acción institucional de negociaciones con los militares. La transición pactada inició con la aceptación de las coaliciones políticas de centro y centroizquierda según los marcos elaborados por la dictadura.
Las críticas de Margarita muestran estos cambios de planificación para la transición. Inicialmente se enfocó en arengar a la movilización social: “¡Si lanzamos una piedra— y la lanzamos todos juntos— tiene que caer!”. Hasta ese momento la opción del Plebiscito era vista con desconfianza, no se daba crédito a que la Junta Militar se retirase pacíficamente y entregasen el poder.
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Margarita muestra esa incredulidad cuando a inicios del 1987 mencionó que la combinación entre democracia y militares era inverosímil: “Voto con Bototo, matrimonio imposible”. Sin embargo, estas sospechas contra el sufragio fueron superándose gracias a una intensa campaña mediática de la oposición política y las masas sociales que encauzaron el Plebiscito como un medio para la transición. Por eso, y al poco tiempo, Margarita invitaba a quienes no se habían inscrito en los servicios electorales a que participasen en los comicios: “Para botar el bototo tenemos el voto: Inscríbase para exigir la democracia”.
Pese a todos estos cambios, Margarita sostuvo un compromiso inalterable por la defensa de la democracia. Llamando a nunca dejar de luchar por la democracia y protegerla una vez obtenida, algo que pareciera ser necesario revalorar en los tiempos actuales.
El retorno de la "democracia" no implicó una absoluta democratización política y social para el país. Rápidamente, aparecieron lecturas críticas contra la poca efectividad del proceso de la transición, siendo tempranamente denominada como postdictadura, es decir, una etapa de continuidad del régimen civil-militar presente en la continuidad de sus políticas estructurales: orden jurídico, político y económico.
Actualmente, el valor de la democracia ha sido confrontado por políticas populistas y líderes carismáticos que ofrecen soluciones radicales-autoritarias adornadas con mensajes seductores para las masas. Todo esto ha permitido el ascenso de una ultraderecha que ha conseguido acaparar electores practicando medidas políticas distantes de la democracia, asimilándose más al ideario de las dictaduras militares.
Últimamente han crecido discursos revisionistas sobre los regímenes autoritarios que eclipsaron la historia de la humanidad, mostrándose un aumento en popularidad de las dictaduras. Así, el pasado año Chile vivió la 50° conmemoración del Golpe de Estado marcado por el ascenso de relatos reivindicatorios hacia Augusto Pinochet y la Junta Militar.
Por todo esto, releer a Margarita nos puede ayudar comprender mejor la experiencia de las luchas sociales y políticas para conseguir la democracia, en un momento de avance de discursos nostálgicos a las dictaduras y populismos autoritarios.
Si esta caricatura puede legarnos algo, es el mensaje de siempre preferir la democracia, dado que es “el trabajo de todos”.
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Y es que si bien la democracia actual no es un modelo perfecto, y existen fisuras evidentes, siendo el estallido social una muestra clara de dichas falencias (generadas por una democracia atravesada por el capital, carente de democratización desde los tiempos de la transición), si entendemos la democracia como un medio y no un fin, tenemos la oportunidad de trabajar conjuntamente para lograr revertir la situación.
Desechar la democracia y mirar hacia políticas autoritarias por los últimos fracasos en materias de seguridad, sería despilfarrar todas esas luchas y vidas sacrificadas durante la movilizaciones sociales en dictadura. La democracia es un trabajo de todos, Gustavo Donoso y Margarita lo anticipaban.