¿Invierno altiplánico en otoño? Científicos observan nuevas tendencias en las lluvias del norte
Deslizamientos, inundaciones y cortes de luz fueron algunas de las consecuencias de las lluvias vividas durante la mitad de abril en las regiones del norte de Chile. Y aunque estas no coinciden con el invierno altiplánico, en que se espera que las tormentas del norte se concentren en los meses de verano, científicos han observado cómo están cambiando las tendencias de lluvia en el norte, convirtiendo al otoño en una temporada cada vez más lluviosa.
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“Analizando las lluvias entre 1979 y 2017, un estudio observó el aumento de precipitaciones en otoño en las regiones entre Antofagasta y Coquimbo, y eso se puede relacionar con variables como el aumento del contenido de vapor de agua en la atmósfera durante otoño. Las lluvias del pasado fin de semana coinciden con esa tendencia”, sostiene Roberto Rondanelli, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2).
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Y según Rondanelli, a futuro los nortinos podrían tener que acostumbrarse también a otras tendencias en las lluvias, traídas por el cambio climático. Esto porque según algunos modelos que proyectan el calentamiento global a futuro, las lluvias en general aumentarán en frecuencia y sobre todo en intensidad desde Coquimbo hacia el norte, lo que significa un mayor riesgo de inundaciones.
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“Es importante que las autoridades sepan que esta lluvia de mitad de abril la sacamos barata, porque se concentró en cordillera y con temperaturas relativamente bajas, por lo que hubo bastante nieve, pero perfectamente podría no ser así la próxima vez. Y aunque podemos saber con precisión cuando vendrán estos eventos con 4 o 5 días de anticipación, es poco lo que se puede hacer en unos días por lo que prevenir y adaptarse es clave”, comenta el meteorólogo.
Riesgos del norte
Con suelos áridos que no tienen tanta capacidad de retener agua, pronunciadas pendientes que dan hacia las zonas pobladas y relaves mineros acumulados en el territorio, el norte del país tiene varios factores de riesgo que pueden transformar una lluvia intensa en un desastre.
Para la investigadora Francisca Roldán, uno de esos factores es el crecimiento urbano irregular que se ha dado en esa zona del país a raíz de la migración y la falta de estudios para caracterizar los riesgos de cada territorio y las soluciones posibles, contemplando el avance de la urbanización.
“Se están haciendo algunos esfuerzos en el conocimiento, pero no son suficientes porque la expansión urbana va más rápido que el levantamiento de información”, comenta Roldán, que es investigadora del centro Cigiden y candidata a doctora por la Universidad Católica del Norte.
¿Qué se puede hacer?
Realizar estudios que caractericen las amenazas en cada lugar y las zonas más expuestas contemplando la urbanización irregular y los asentamientos informales es uno de los pasos, en el que se necesita de una coordinación entre academia y autoridades para que los planes reguladores de las ciudades contemplen este conocimiento.
Para Roldán, otro factor sería inyectarle recursos a Senapred. “Es muy bueno el cambio de ley que crea el Senapred, y que indica la necesidad de una mayor conexión con los municipios y de realizar mapas de riesgo para cada lugar. Pero lamentablemente no se ha destinado la inversión pertinente para hacer estas labores”, explica.
Por último, la investigadora llama a que haya una bajada más efectiva hacia la comunidad sobre cómo responder ante estos eventos. “No existe ningún ensayo de evacuación para amenazas de inundación fluvial y aluviones. Yo he estado en eventos educativos donde la gente no sabe qué es un aluvión y que riesgos conlleva ni cómo reaccionar. Falta educar en cuanto a conocer nuestros territorios y sus amenazas y que las autoridades a cargo también lo estén”, reflexiona.