Pescadores de Cachagua dejan de pescar voluntariamente en 15 hectáreas para crear refugio marino
En Cachagua, el segundo balneario con los metros cuadrados más caros de la costa chilena, los restaurantes proveen a quienes los visitan de pescado y marisco fresco, muchas veces capturado por pescadores artesanales de la caleta Las Cujas, que antiguamente desembarcaban en la codiciada playa de arenas blancas.
[Te puede interesar] Olivos y mariscos: actividades que impulsan en La Higuera en alternativa a industrialización
Desde este sindicato decidieron voluntariamente dejar de pescar en un área de 15 hectáreas para crear así un refugio marino y proteger la biodiversidad. Se trata de una figura que ahora tiene respaldo en la recién promulgada Ley Bentónica, donde los sindicatos pueden crear estas zonas de protección en las áreas de manejo que administran.
[Te puede interesar] La Ligua se distancia registrando el temblor de mayor magnitud del fin de semana
En Chile existen hasta ahora cinco refugios marinos como este, promulgados por sindicatos de pescadores artesanales en la región de Valparaíso. Detrás de este trabajo está el impulso de la organización Capital Azul, que canaliza recursos privados de empresas y ONGs para apoyar a los sindicatos en aplicar esta medida, que permite asegurar la sustentabilidad de las pesquerías a largo plazo, cuidando el ecosistema en que habitan los recursos de los que depende su actividad.
[Te puede interesar] Los frentes bélicos que amenazan una guerra global: Europa, Oriente Medio y Asia-Pacífico
“Si no cuidamos los pocos recursos que tenemos, nadie los tendrá. Las especies que habitan en la isla de los pingüinos no tendrán cómo alimentarse en el futuro, al igual que nuestros niños y nuestras familias”, explica el presidente del sindicato de pescadores de Cachagua, Manuel Figueroa, explicando la motivación para dejar un área sin pescar.
Parte del objetivo de la creación de estas áreas es que los pescadores puedan diversificar sus ingresos y no dependan solamente de la extracción. Para ello, se promueve en estos refugios incentivar actividades de educación ambiental, ecoturismo, buceo o artesanías, como alternativa de desarrollo para los pescadores.
Así, al inaugurar a mediados de abril el refugio marino, pescadores del sindicato llevaron a niñas y niños de la Escuela Balneario Cachagua a conocer el lugar, y pudieron observar de cerca las especies que allí proliferan, como pingüinos de Humboldt, chungungos, delfines y aves costeras.
Que la comunidad conozca y se involucre con el espacio también es una medida para asegurar que su protección sea efectiva y que las mismas personas ayuden a fiscalizar y denunciar si existen actividades ilegales o pesca dentro del refugio.
Además, desde Capital Azul también ponen a disposición de los refugios creados un sistema de monitoreo con cámaras e inteligencia artificial, para ayudar a los pescadores y a las instituciones públicas a fiscalizar el espacio. El sistema está siendo instalado en Cachagua y ya funciona en otras caletas con refugios como la de Zapallar.