Tras las cenizas: Valparaíso y la crisis de los modelos de desarrollo
A casi dos meses del devastador incendio que azotó la región de Valparaíso, las cicatrices en las comunas de Quilpué y Viña del Mar aún están lejos de sanar. Este desastre, uno de los más destructivos en la historia reciente de Chile, no solo consumió miles de viviendas y hectáreas de tierra, sino que también se cobró la vida de miles de seres, humanos y no humanos, dejando al descubierto la vulnerabilidad de nuestras comunidades frente a las fuerzas de la naturaleza exacerbadas por la acción humana.
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Sin embargo, más allá de la tragedia inmediata y el luto colectivo, el incendio de Valparaíso invita a una reflexión más profunda sobre las dinámicas subyacentes que moldean tales catástrofes: la intersección del capitalismo, el neoliberalismo y la constante reconfiguración del territorio en nombre del progreso y del lucro.
El incendio en Valparaíso no es un evento aislado, sino un síntoma alarmante de una enfermedad más profunda que afecta a nuestras sociedades: la voracidad del capitalismo neoliberal. Bajo este sistema el territorio se convierte en un mero recurso para ser explotado, donde el valor de la tierra se mide en términos de su potencial de desarrollo y ganancia, obviando las consecuencias ecológicas y humanas de esta perspectiva mercantilizada.
Los incendios forestales, en este contexto, actúan como catalizadores que exponen y aceleran los procesos de despojo y reconversión del paisaje para satisfacer la insaciable demanda de espacio para el desarrollo urbano, turístico y agrícola.
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Esta tragedia nos obliga a confrontar la realidad de un modelo económico y político que prioriza el beneficio privado sobre el bienestar común y la sostenibilidad ambiental. La desregulación y la privatización, pilares del neoliberalismo, facilitan la explotación desmedida de los recursos naturales y contribuyen a la concentración del poder y la riqueza, dejando a las comunidades locales en una posición de vulnerabilidad ante desastres naturales y la avaricia corporativa.
En Valparaíso, como en tantos otros lugares, las políticas ambientales y de ordenamiento territorial han sido insuficientes para proteger a las comunidades y sus entornos, evidenciando una profunda desconexión entre las lógicas de mercado y las necesidades de la gente y el planeta.
Ante esta cruda realidad, surge la urgencia de replantear nuestro modelo de desarrollo y nuestra relación con el territorio. La tragedia de Valparaíso debe servir no solo como un momento de duelo, sino como un punto de inflexión para cuestionar las fuerzas estructurales que dan forma a nuestras sociedades. Es imperativo buscar alternativas al neoliberalismo que pongan en el centro la vida, la dignidad humana y la salud del planeta, imaginando un futuro en el cual el territorio sea resguardado como nuestro hogar común, no como una fuente de explotación.
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La lucha por un modelo de desarrollo sostenible y justo es también una lucha por la democracia y por la capacidad de las comunidades para decidir sobre sus propios territorios y futuros. En este sentido, la tragedia de Valparaíso nos llama a unirnos en la búsqueda de caminos que conduzcan a una sociedad donde el respeto por la tierra y por la vida en todas sus formas sea la piedra angular de nuestro desarrollo. Solo así podremos esperar prevenir futuras catástrofes y construir un mundo más justo, equitativo y sostenible para todos y todas.