Nueva arremetida salmonera contra ley que entrega protección de mares a pueblos originarios
En los últimos años, los mares de la Patagonia chilena son escenario de una puja de territorio entre quienes incentivan el desarrollo industrial de la pesca y sobre todo la salmonicultura, y aquellos que buscan promover el uso sustentable del borde costero con actividades a escala artesanal, mucho menos nocivas con el ecosistema.
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En ese contexto, una ley de ordenamiento costero vigente en Chile ha servido como herramienta para que los pueblos originarios puedan ejercer la protección de los ecosistemas marinos y de los usos ancestrales que sus pueblos hacían del mar, ante la gran industria salmonera: la ley lafkenche, que permite crear Espacios Costeros Marinos para Pueblos Originarios (ECMPO).
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Es esta ley la que está poniendo en tela de juicio la industria salmonera en los últimos meses, celebrando talleres en distintos lugares del sur de Chile y difundiendo columnas y notas llamando a modificar el texto para incluir a la salmonicultura entre las actividades permitidas en estos espacios protegidos por pueblos originarios.
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En efecto, una moción parlamentaria ya presentada y en trámite busca modificar la ley en este sentido, lo que ha generado alerta en comunidades lafkenche y de otros pueblos. La iniciativa fue presentada por senadores como Fidel Espinoza, que históricamente ha respaldado el desarrollo de la industria salmonera en el sur del país.}
El debate ahora se toma la región de Aysén, donde este 29 de febrero se decide sobre el destino de dos solicitudes de ECMPO en las islas Cisnes y Huichas, a lo cual el gremio salmonero se opone con campañas en redes sociales y medios de prensa.
Herramienta de conservación
Los ECMPO se crearon en el 2008, en el marco de la ley Lafkenche, que busca ordenar el uso del borde costero. Se trata de territorios marítimos cuya administración se entrega a las comunidades indígenas que demuestren usos ancestrales que han hecho de esos espacios.
Hoy en día, existe una decena de ECMPOS ya otorgados y con planes de administración ejecutándose a manos de pueblos originarios, y otra decena con los trámites ya avanzados. A pesar de los plazos extensos, el instrumento se ha posicionado tanto para las comunidades como para organizaciones ambientales, como una herramienta para la conservación.
“Los ECMPO sólo son aprobados cuando existe ya un plan de administración, lo que es un avance con respecto a otras áreas protegidas. Estos espacios son evaluados cada dos años, y si se constata que ha habido una afectación a la biodiversidad, las comunidades pierden la administración. No se trata solo de una herramienta de manejo pesquero, sino que se realzan los objetivos de conservación que están intrínsecos tanto en la visión de las comunidades indígenas como en el articulado de la Ley Lafkenche”, resume Yacqueline Montecinos, encargada de biodiversidad marina de la ONG WWF Chile.
Los ECMPO que funcionan hace más tiempo, han sido evaluados, y aunque los resultados son preliminares, “hay tendencias importantes de que las medidas de vigilancia y manejo de las comunidades han tenido efectos positivos en la conservación de la biodiversidad”, comenta Luciano Hirart Bertrand, director ejecutivo de la fundación Costa Humboldt. Dicha organización ha apoyado a comunidades en la etapa de implementación de ECMPOs, y uno de los puntos que más destacan es la interacción entre los conocimientos ancestrales y las nuevas tecnologías o formas de monitoreo, generando experiencias interesantes de conservación.
En los planes de administración que se han aprobado en estas áreas, se incorporan iniciativas como “el turismo sustentable, el turismo marino que también genera una diversificación económica en las mismas comunidades, o planes de manejo con refugios de semilleros para la recuperación de las especies” ejemplifica Luciano.
Conservar o explotar el mar
Ante la inminente decisión sobre dos ECMPO en Aysén este 29 de febrero, el gremio salmonero se sumó al debate generando talleres para difundir su postura en contra de la ley a las y los trabajadores, y campañas en redes sociales y columnas y notas en medios de prensa advirtiendo sobre una supuesta arbitrariedad en entregar la administración costera a pueblos originarios.
Ante la arremetida comunicacional, comunidades y dirigentes de la pesca artesanal de Aysén están levantando voces contrarias a la postura del gremio, aclarando por ejemplo que los ECMPO permiten dentro de su administración distintos usos artesanales del mar para comunidades no indígenas como pescadores artesanales y mariscadores, a diferencia de lo que se ha difundido desde las salmoneras.
Es el caso del histórico dirigente pescador de Aysén, Nelson Matissine, que acusó en un taller a la industria de intervenir en el proceso de solicitud de estos ECMPO, para estancarlo. “Ningún dirigente de los pescadores está contra la industria salmonera. Estamos en contra de las malas prácticas y aquí ha quedado abiertamente señalado que lo que ellos persiguen es más y más territorio, más manga ancha con respecto a lo que ellos quieren”, sostuvo.
En la misma línea, organizaciones territoriales de la región despliegan una campaña en redes llamando a “no caer en cahuines falsos sobre los ECMPO”. Allí buscan derribar algunos mitos explicando, por ejemplo, que el instrumento de protección permite frenar la sobreexplotación costera protegiendo actividades artesanales y pesquerías.