La prematura e inesperada muerte del ex presidente Sebastian Piñera, a más de una semana del hecho ocurrido, sigue provocando diversas reacciones y gestos dentro del mundo de la política chilena, y por cierto que ha sido una noticia acongojante a nivel internacional, pero a nivel nacional es simplemente imposible no poder vislumbrar la cantidad de gestos republicanos, habiendo sido algunos sumamente destacados, precisamente por que en nuestra política actual estos mismos gestos son bastante escasos.

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Es cierto que en términos generales, tanto sociales cómo políticos, es de pésimo gusto hablar mal de alguien quien ha fallecido y peor aun cuando su defunción ocurre de forma sorpresiva y trágicamente. Pero, si bien una cosa es la prudencia y el respeto, otra muy distinta son el reconocimiento y los halagos.

Todos podemos concordar que ejercer labores y responsabilidades de Estado, en todas las escalas que esto significa, no siempre es cómodo o grato. Al momento de ejercer estas labores y responsabilidades no queda otra opción más que simplemente avanzar y gestionarlas, pero también podemos coincidir en que esto no obliga a prodigar halagos y alabanzas.

Muchos de quienes fuimos sus más acérrimos opositores y críticos de forma pública durante su dos gestiones en la primera magistratura del país, hace una semana atrás nos tocó reconocer los méritos del gobierno del ex presidente Piñera. Y es obvio ¿no? el acento se hace ya que estas palabras vienen desde la vereda opuesta valórica e ideológicamente.

Sin ir más lejos fue el propio presidente de la república Gabriel Boric quien durante los días de nuestro duelo nacional reconoció al ex presidente Piñera cómo un verdadero “Demócrata desde el principio”, pero todos recordamos que cuando el actual presidente era candidato al sillón de O'Higgins lo notificó o más bien le dijo que "se diera por avisado" sobre la eventual persecución penal por sus responsabilidades en las denuncias por violaciones a los DD.HHA durante el estallido social del año 2019.

Pero para ser justos los opositores y críticos del ex presidente Piñera no estaban solo en el centro y en la izquierda, sino que estaban también dentro de su propio sector, con críticas bastante duras, tales cómo que gobernaba con las banderas de la izquierda. Se habló también de traición a las convicciones, entre otras similares.

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Entonces, si la presencia de sus adversarios, quienes hoy son gobierno, llamo la atención, también lo hizo quienes posaron para una foto en su funeral cómo equipo de fútbol triunfante, pero llama la atención más aún quienes estuvieron ausentes en la foto debido a que no fueron ni estuvieron presentes en el duelo nacional, los mismos quienes le hicieron difícil la tarea dentro de su sector. La diferencia es que ellos han preferido guardar silencio, en contraste a quienes nos pronunciamos con respeto hacia la institucionalidad de la presidencia. Seguramente para ellos debe ser más difícil aún tener gestos de público reconocimiento, evidentemente porque en la actualidad disputan puestos de liderazgo del mismo electorado.

El ex presidente Piñera fue un gobernante de centro derecha, un político nacido en el seno de una familia demócrata cristiana de tradición y que en dictadura destacó por su diferencias públicas con Pinochet y que votó por él “NO” en el plebiscito qué comenzó con la transición a la democracia. La cuestión es, ¿el óbito del ex presidente Piñera, le resta al sector más renovado de la derecha el liderazgo necesario para volver a ser gobierno y tener influencia en los cursos de la nación?

Si bien aún podemos hablar de un “Piñerismo”, está designación se le puede aplicar a quienes fueron parte de su círculo de hierro y también sus colaboradores, pero en ningún caso corresponde a una expresión política de un movimiento o sector con otros liderazgos qué tomen la posta.

La pregunta es ¿hay piñerismo más allá del ex presidente Piñera? por lo general en política hay fenómenos qué no se pueden predecir, sobre todo en estos tiempos, sin embargo, existe la posibilidad de que lo generado por su fallecimiento pueda despertar un compromiso, y que todo lo ocurrido en la semana de duelo nacional no sea solo la emoción, y la efervescencia del momento, para la derecha y la centro derecha.

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Ahora, cabe enfatizar que, más allá de sus responsabilidades en las violaciones a los DD.HH y negligencias durante sus dos gobiernos, no se puede celebrar la muerte de nadie, menos una muerte como esta, y menos aún en la política nacional. Celebrar la muerte y criticar a quienes tuvimos los gestos republicanos durante el duelo nacional, es evidencia suficiente qué demuestra un nulo respeto por el Estado, la República y nuestras instituciones, nos puede gustar o no, pero Sebastian Piñera fue presidente de Chile electo de forma democrática dos veces y la presidencia de la nación es una institución que debemos valorar, respetar y cuidar a costa de todo.