Taiwán: Lo que revelan las últimas elecciones
El pasado 13 de enero el Partido Democrático Progresista (PPD), descrito por muchos medios como “anti China”, logró ganar las elecciones presidenciales por tercera vez consecutiva en la República de China, más conocida como Taiwán. En la ocasión el candidato Lai Ching-te se impuso con un 40% de los votos.
Lai Ching-te, que es el actual vicepresidente de Taiwán, y no es muy apreciado desde el otro lado del estrecho. Medios chinos como CGNT lo han calificado de “alborotador” (ver link), esto por su discurso que promueve la independencia de la isla y también ha sido acusado de incentivar el odio contra China.
Su partido, el PPD, aboga por una Taiwán plenamente autónoma y soberana en detrimento de la política unificadora de la China continental. Para esto buscan estrechar lazos con los Estados Unidos y otras potencias occidentales, además de fortalecer su arsenal militar como medida disuasoria.
Por este motivo, que este partido haya ganado tres elecciones consecutivas, imponiéndose ante sus rivales más moderados u opositores, hace creer que el país sigue firme en su posición de no ceder ante las presiones unionistas de la República Popular China. Pero, al mismo tiempo, se puede observar que la fuerza política independentista está desgastada y perdiendo arrastre en los votantes.
En las elecciones de 2012 y 2016, la candidata independentista Tsai Ing-wen ganó con 6,9 y 8,1 millones de votos respectivamente; lo que representa a alrededor de un 57% de los votantes en cada elección.
En tanto, en esta última pasada, el candidato Lai Ching-te obtuvo sólo 5,6 millones de votos, siendo electo apenas por el 40% de los votantes. Lo que significa que, de haberse concretado la coalición entre el centenario Kuomintang (KMT) y el recientemente fundado Partido Popular de Taiwán (PPT), el PPD probablemente habría sido derrotado (ver link).
Por último, también está la cuestión del órgano legislativo. Durante los gobiernos de la ex Presidenta Tsai Ing-wen, el Partido Democrático Progresista había ocupado 69 y 61 escaños de los 113 puestos que integran el Yuan Legislativo. Lo que le daba la amplia mayoría sin considerar los escaños obtenidos por sus partidos aliados de la Coalición Pan Verde.
Como se menciona, en la elección de 2020 los demócratas ya habían perdido varios escaños, y en esta última sufrieron un revés mayor y el golpe fue mucho más grave, ya que alcanzaron sólo 51 representantes, con lo que pierden la mayoría absoluta para legislar. En tanto, los partidos opositores obtuvieron exactamente 57 escaños, con lo que son ellos los que dominan la mayoría absoluta. El gobierno tendrá que negociar para avanzar en su agenda legislativa.
Este revés electoral puede ser más que un retroceso coyuntural, y podría significar un hito que pone fin al ciclo político del auge del PPD. ¿Significa esto que el independentismo taiwanés va a la baja, y que el pueblo está cada vez más dócil ante la unificación?
Ciertamente sería un error afirmar aquello. Los resultados cuentan con muchos factores que determinan o condicionan un voto, como la falta de opciones, la gestión del último gobierno, el carisma del candidato, las noticias coyunturales, etcétera.
Ahora, no está de más mencionar que el Partido Progresista Democrático ya había sido gobierno entre los años 2000 y 2008, y luego volvieron a ser derrotados por el Koumintang, el cual se mantuvo a la cabeza durante dos períodos legislativos hasta 2016.
Por tanto, puede ser una manifestación del hastío de la sociedad taiwanesa con su élite política, resultando un fenómeno de péndulo en el que se genera una alternancia de los polos, que poco responde a verdaderas convicciones ideológicas de los votantes.
Lo que se puede sacar en claro es que la sociedad taiwanesa todavía no está decidida si quiere declarar abiertamente su independencia -con las posibles consecuencias bélicas que eso conlleva- ni seducida con la idea de reunificarse con la China continental.