Barbarie y deshumanización en Medio Oriente
En estos días he visto imágenes que me han dejado helado y difícilmente me podré sacar de la cabeza. Vi un padre corriendo con su hija recibir una ráfaga de disparos y protegerla. Ella sobrevivió, el padre falleció. Vi a un niño con los ojos desorbitados por el trauma de haber perdido a su familia completa y la casa donde vivían.
Un padre israelí y un niño palestino. Esos son los rostros de esta guerra. Ya van miles de muertos por lado y lado, no me propongo señalar culpables, no quiero entrar en la performance condenatoria que no conduce a nada, solo quiero reflexionar sobre un rasgo de este conflicto que, de continuar, solo llevará a la aniquilación de unos u otros.
Me refiero a la completa falta de reconocimiento del otro ¿Cómo es que un ser humano es capaz de disparar a mansalva a un padre que corre con su hija? ¿Cómo es posible que un ser humano bombardee la casa de familias cegando la vida de niños y niñas? La deshumanización es una característica de toda guerra, el problema es que en ambos casos no son combatientes las víctimas, son personas comunes y corrientes.
La pensadora estadounidense Judith Butler, reflexionando respecto de las imágenes de tortura en las cárceles iraquíes en el contexto de ocupación de los EE.UU. de ese país árabe, se cuestiona cómo es que un ser humano puede llegar a despreciar de esa forma la vida de otro. El problema está en el marco de recognoscibilidad, es decir, el contexto que permite reconocer la humanidad en el otro. Los marcos de guerra, es decir, el contexto general de una guerra, dificulta en extremo la posibilidad de reconocer la humanidad en el otro.
Si seguimos la discusión teórica respecto del reconocimiento podemos advertir una dificultad socio-política, y es que para que se produzca la disposición para el reconocimiento se requiere de un contexto cultural, social y político para aquello. Las guerras son contextos en que el otro no aparece como un ser humano con capacidad de sufrir, de hacer luto por sus seres queridos perdidos, sino que aparece como un animal más. Como dijo el ministro de defensa israelí refiriéndose a Hamás: “son animales humanos”.
Hace un tiempo, buscando bibliografía y material audiovisual sobre la guerra de Vietnam, me tope con algo muy revelador de esto mismo. Cuando en EE.UU. comenzó a haber un movimiento de protesta tan fuerte en contra la guerra y se comenzó a hacer tan pesada la carga de los muertos en guerra, las fuerzas armadas comenzaron a justificar las matanzas señalando que los orientales no aprecian la vida como los estadounidenses. Piense el lector de este texto en la justificación que cada uno de nosotros repite en su cabeza cuando ve imágenes de violencia y muerte en medio oriente: “allá están acostumbrados a eso”.
Volviendo a Judith Butler, preguntándose ella sobre lo que constituye la condición humana, llega a la conclusión de que lo fundamental es que compartimos la desposesión, es decir, todos somos mamíferos que sufrimos, enfermamos, morimos y necesitamos de otros para vivir. Esto incluso lo compartimos con todos los seres vivos, no hay vida sin los otros, pero además tenemos la particularidad de que hacemos luto y esa posibilidad no está equitativamente distribuida. No todos tienen la posibilidad material de guardar luto por sus seres queridos perdidos, piensen en el pequeño palestino que perdió a su familia y su casa, ahora debe huir por su vida y, por lo tanto, no está en condiciones de guardar luto. La guerra inhumana deshumaniza al contrincante.
Ahora se hace cada vez más difícil solucionar el problema palestino-israelí, el resentimiento que los actos violentos dejarán solo empeorarán las condiciones para el reconocimiento mutuo. Es el resentimiento lo que, en parte, explica los actos de Hamás; es el odio y la sed de venganza lo que explica, en parte, la violencia israelí en Gaza. La única alternativa que queda es insistir en que a ambos lados hay seres humanos.
El antisemitismo y la islamofobia crecen en este momento. Es absolutamente irrisorio, inverosímil y abominable que judíos y musulmanes reciban amenazas, violencia verbal y miedo acá en Chile por lo que sucede en Medio Oriente. Los medios de comunicación, las élites y los intelectuales deben ser activos en abordar este asunto y señalar, una y otra vez, que judíos y musulmanes son seres humanos que merecen compartir este mundo ya que todos compartirnos el dolor, la rabia y la desazón cuando perdemos un ser querido, todos necesitamos de otros, todos moriremos, por lo que no podemos aceptar que se asesine por no considerar humano al otro.