Académico y discursos prodictadura: "No hay igualdad entre lo que hizo Allende y Pinochet"
Jorge Alessandri (UDI), Frank Sauerbaum (RN) y Cristián Warnken (Amarillos). Los primeros son diputados de la República y junto al líder del movimiento Amarillos por Chile, en un par de días compartieron una postura algo en común: sus polémicas declaraciones respecto de la dictadura militar.
Mientras el gremialista provocó una serie de reacciones tras sincerar que justifica "el Golpe de Estado”, el jefe de bancada de RN, aseguró que este “fue pedido por la gran mayoría de los chilenos, dada la situación de caos institucional que existía”.
Desde el centro político, Warnken fue enfático en una carta dirigida al Presidente de la República, Gabriel Boric. “Es hora de cerrar el duelo: el país debe hacerlo, y sobre todo la izquierda. Sí. La que sufrió en carne propia los horrores del fanatismo, el exilio, la desaparición, la tortura. Más grande y poderosa será esa izquierda si puede hacer esa resiliencia”, sostuvo en el escrito oficializado este martes.
Pérdida del centro y el negacionismo
Si bien los tres discursos encontraron un sinfín de críticas, evidencian la polarización de un país que ha extremado sus posturas respecto a temas sensibles, los que de acuerdo al académico de la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad Diego Portales, Marcelo Santos, encuentra respuesta en “la frustración con los proyectos más moderados en Chile que vimos en los 30 años de Concertación versus alianza”.
“Hay un agotamiento de esa opción, y empieza a haber una atracción por proyectos más radicales, no solamente extremistas, sino que fuera de lo anterior, de lo esperado, como el fenómeno del Partido de la Gente (PDG), sin propuesta, sin programa, sólo una ideología muy centrada en el neoliberalismo, meritocracia e individualismo”, añadió.
Ello se explica también a través de las batallas entre las izquierdas y derechas del país, donde pese a que “el Frente Amplio gana la primera, luego sigue habiendo el descrédito con la clase política” y la población que no está “satisfecha” con ese tipo de liderazgo “se corre para el otro lado y Republicanos arrasan las elecciones para consejeros (del segundo proceso constituyente), a pesar de lo raro que fue esa campaña, centrada en la seguridad y cuestiones que no tienen nada que ver directamente con los representantes en el Consejo”, agregó Santos.
Las posturas extremas respecto a la dictadura también se relacionan con la polarización y el “vaciamiento de las fuerzas de centro, que pierden su peso y la confianza de la ciudadanía” por lo que “empieza a haber una mayor confianza en las posiciones más extremas”.
Radicalización del discurso
Para Santos, los discursos más radicales también tienen que ver con “cuestiones comunicacionales”. “La forma cómo los medios han tratado el gobierno de Boric no ayuda mucho, eso genera más polarización porque ha sido muy agresivo”, a lo que se suma un fenómeno populista.
“Sobre todo en la propuesta de José Antonio Kast, un populismo con una postura casi medio aristócrata, petulante, sin ideología, pero que resuenan como problemáticas muy individuales, la identificación de enemigos del pueblo y que siguen hablando de los comunistas, sienta los antecedentes para aumentar la polarización”, detalló.
Además, a ello se suma el contexto actual del país, marcado por el fracaso de un proceso constitucional que no concitó mayorías por ser categorizado como un proyecto de “extrema izquierda”, dando paso a uno liderado por la extrema derecha.
“Cuando ese proceso es fallido y no logra llegar a puerto, empieza ese retroceso y vemos el fortalecimiento de las fuerzas más conservadoras, lo que coincide con los 50 años del Golpe de Estado”, detalló Santos precisando que lo más natural es “el ascenso conservador que sale de esa espiral de silencio y empieza a poner la voz con su discurso pinochetista, pro-Golpe, anti-Allende, un discurso de relativización de los hitos”.
Al respecto, plantea que para erradicar definitivamente estas posturas, hay que “cultivar la memoria” y “educar y que ese discurso cada vez sea más atípico, más ridículo”.
“Hay que separar la paja del trigo, porque acá no hay igualdad, no hay igualdad entre lo que hizo Allende y lo que hizo Pinochet, no se puede comparar lo que es una elección democrática con lo que es un Golpe de Estado y eso tiene que ser muy taxativo”, cerró.