María Fernanda García, directora del Museo de la Memoria: “Para los jóvenes la dictadura pasa a ser algo lejano”
Han sido semanas agitadas para la directora ejecutiva del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, María Fernanda García, luego de lo que ha sido un verdadero “destape pinochetista” en la derecha.
Luego de declaraciones de personeros políticos como el presidente de la UDI, Javier Macaya o María José Hoffmann (UDI) donde relativizan las violaciones a los Derechos Humanos en la dictadura cívico-militar en relación a lo sucedido en el gobierno de Salvador Allende. Afirmaciones como “sin Allende no hay Pinochet”, emitida por el líder de los gremialistas.
Sumado a los dichos del consejero constitucional con más votos de la Región Metropolitana, Luis Silva (Republicanos), quien manifestó que Pinochet era “un estadista” en entrevista con Cristian Warken en la Enade.
Algo en lo que para María Fernanda García se equivoca el representante del partido de José Antonio Kast, si cree “que ganaron por estas ideas” y no por la coyuntura política marcada por la crisis de seguridad.
Además, en el contexto de la necesidad de llegar a un público más jóven, uno de los grandes desafíos del museo, ya que según la última encuesta CERC MORI un 40% de los jóvenes entre 18 y 35 años creen que el régimen de Augusto Pinochet fue “en parte bueno, en parte malo”.
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-¿Cómo se enfrenta el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos a la coyuntura actual?
Es en este contexto cuando se adquiere más relevancia y necesidad de estar, no solo en las paredes físicas del Museo, sino también poder salir a través de itinerancias, con nuestras colecciones, programas y proyectos como las exhibiciones gráficas. Por ejemplo, estuvimos Lollapalooza, que fue increíble, aunque teníamos resistencias desde muchos lugares, por ser considerado un "espacio capitalista". Muchos defendíamos la idea de que es ahí donde hay que estar. El país ha cambiado por lo que, lo que sirve hoy, mañana está obsoleto. Tenemos que ir actualizándonos en nuestro lenguaje y en como presentamos los museos, porque son espacios que muchas veces se quedan chicos para contar nuestra historia y memoria.
-¿Por qué una parte de los jóvenes se han volcado a una posición ambivalente sobre la dictadura?
Creo que los jóvenes al no conocer lo que es la dictadura, no tienen como imaginársela. Ahí radica el hecho de que no sabes si es bueno o malo, porque simplemente no lo conocen. Cuando algo es muy lejano es como preguntar, tú estás a favor o en contra de Balmaceda. Es así como pueden aparecer respuestas de "no era ni lo uno, ni lo otro" sobre un hecho, por ejemplo. Entonces, cómo hacerles entender no sólo el golpe y la dictadura sino el valor de la democracia. Ahí es que como museo tenemos una misión importante, que es hacer valorar la democracia a gente que ha vivido siempre en ella, porque la democracia no es perfecta, pero no existe otro parámetro, esta es más frágil de lo que pensamos.
-¿Cuáles son las causas que eso ocurra?
No soy la única en decirlo, pero el haber tenido durante todo este período de democracia, personas que fueron protagonistas durante la dictadura, que luego estuvieron en distintos roles de poder y en los medios de comunicación a través de distintos roles fue muy dañino. Quizás en su minuto no se le tomó el peso, tampoco quiero repartir responsabilidades porque era lo que podía hacer con lo que se tenía, pero al seguir, muchos de ellos, teniendo tribuna se pueden explicar lo que sucede hoy.
-¿Habría que avanzar en una ley que sancione el negacionismo o en una ley de memoria como el caso español?
En España, el año pasado, sacaron una Ley de Memoria Democrática porque se dan cuenta de la importancia de resguardarla, es por esto por lo que como museo estamos trabajando con ellos en memoriales y otras iniciativas. También en Argentina hay este tipo de leyes y eso permite amparar sitios de memoria y resguardarlos a través de la educación. Es así como las sociedades nos ponemos de acuerdo que hay cosas que no pueden suceder.
-Un resguardo que estuvo en vilo el año pasado con la Ley de Presupuesto, que incluso estuvo a punto de dejar al museo sin financiamiento.
Fue absurdo. Aunque en ese momento aún no era parte del Museo de la Memoria, quiero destacar a la presidenta del directorio, Marcia Scantlebury, que tuvo un rol importante, pero no solo ella, sino que toda la comunidad que está detrás, el directorio, funcionarios, además del público enorme en Chile, como fuera del país. El museo es un referente en todo el mundo como espacio de memoria y no se puede jugar con el presupuesto por ser hacer un punto político y ganar una rencilla chica. Eso no nos hace bien como país.
-¿Cuál es el rol que deberían tener las Fuerzas Armadas en la conmemoración?
No soy quién para decir lo que deberían o no deberían hacer, pero pienso que a 50 años del golpe tenemos que reflexionar como sociedad con todos sus protagonistas. Todos perdieron durante la dictadura algo, donde lo más terrible son los detenidos desaparecidos, pero también hay hijos de torturadores o perpetradores que cortaron con su familia. Cada uno es dueño de su perdón, pero la verdad y la justicia son elementos que deben ser un sine qua non de una sociedad.
¿Cuál es tu opinión de las declaraciones de distintos personeros de la derecha que relativizaron la figura de Pinochet?
Se equivocan los Republicanos si creen que ganaron por esas ideas, fue algo coyuntural porque la gente quiere más seguridad y menos delincuencia. Algo que ocuparon deshonestamente ya que no iban a poder cumplirlo en la Consejo Constitucional y jugaron con las emociones y las inseguridades de la gente. Solo perdieron al hacer ese tipo de declaraciones.
Me extraña de Javier Macaya que lo tengo por alguien sensato, aunque no coincidamos en nuestras posturas, pero suele tener altura de miras. Un comentario que no viene a lugar, porque es como decir sin gitanos, judíos y comunistas no habría habido Hitler. Una frase como sin minifalda, no hay violación. Quizás se arrepintió porque es bastante absurdo. De los otros comentarios de personas que son más extremas como María José Hoffman o Luis Silva, es una brutalidad sus dichos y hablan desde un cierto desconocimiento.
A Silva se le sale la admiración que él había querido ocultar a través de las redes sociales y poder ser alguien más light para llegar a un público más joven.
Da pena la calidad de políticos, que es bastante transversal, porque son ellos los que tienen que liderar una sociedad cada vez más compleja.
Actividades para conmemorar los 50 años del golpe
El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos ya dio inicio a las actividades para conmemorar los 50 años del golpe de Estado con dos exhibiciones de archivo gráfico que dan cuenta de un recorrido desde la Unidad Popular, pasando por la dictadura hasta llegar a la actualidad.
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Y que tendrá además en la semana del 11 de septiembre el estreno mundial del último rescate a la obra de Raúl Ruiz, en colaboración con Valeria Sarmiento, El Realismo Socialista. Una película grabada entre 1972 y 1973 que da cuenta de los últimos años de la Unidad Popular a través de la mirada oblicua del cineasta chileno, que recién se pudo terminar en la actualidad.
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Además, de un podcast con historias no tan conocidas por un público masivo sobre violación a los derechos humanos y a la resistencia contra la dictadura, en lugares alejados de los grandes centros urbanos, en su busqueda de llegar a nuevos públicos.
-¿Cuáles son los desafíos futuros del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos?
Hay que insistir que, desde la educación y la memoria, los Derechos Humanos tienen que ser parte fundamental de nuestra creación como sociedad. Aunque en el tipo de sociedades en las que vivimos donde prima lo inmediato, muchas veces se llena todo de noticias falsas a través de Tiktok u otros medios. Una hiperconectividad que afecta sobre todo a los niños, que tienen un celular desde muy chicos, y ahí está la pregunta de como conectan con su memoria y no hablo solo de la dictadura, sino también con sus ancestros, saber de dónde vienen. Esa conexión es muy importante para desarrollar personas con más autoestima, seguridad y con un sentido de la vida distinto para crear una sociedad más justa y más amable.