Lina Meruane, escritora chileno-palestina: "Creación del Estado de Israel tiene una vocación colonial"
“Regresar. Ese es el verbo que me asalta cada vez que pienso en la posibilidad de Palestina”, así comienza Palestina en Pedazos de la escritora Lina Meruane. Un libro que ha escrito y reescrito a lo largo de la última década a través de múltiples ediciones, a medio camino entre la narrativa y el ensayo donde indaga sobre su relación con la identidad del país árabe y su toma de conciencia de su palestinidad. Y que hoy la tiene presentándolo en Madrid desde donde conversa con El Desconcierto, en medio de la conmemoración de la Nakba el 15 de mayo.
Una palabra árabe que significa catástrofe o tragedia. En el mundo palestino, se la emplea para recordar cuando muchos de ellos perdieron su hogar durante o tras la primera guerra árabe-israelí de 1948 y la creación del Estado de Israel. Se estima que alrededor de 700.000 personas huyeron o fueron desplazadas de lo que hoy es ese territorio. La Nakba recuerda que muchos palestinos, hoy, siguen siendo apátridas.
Nakba
-¿Qué implica en la historia de Palestina, el Nakba?
La creación del Estado de Israel ocurre en 1947, la Nakba va justo a continuación, lo que implica la fundación y creación de un Estado que tiene vocación colonial. Significa la desposesión de los palestinos de sus tierras, sus casas, su derecho al retorno a lo largo de 75 años.
En el momento de la fundación del Estado de Israel, por el devenir después de la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto y el genocidio que habían practicado contra los judíos, se encuentra esta salida. Eso significa que en el momento de su creación hay solo un 35% de población judía y ellos son dueños de un 7% del territorio en ese momento. Pero la distribución del territorio no se hace en esos términos, sino que se hace entregándole a la población judía israelí una parte desproporcionadamente grande de ese territorio, sin medir las consecuencias de lo que eso podía generar en términos de sufrimiento, opresión palestina y de ir, incluso, contra la propia legislación internacional de esa época, que aún sigue en pie. Lo que ha hecho es seguir desposeyendo a la población palestina que todavía vive en Israel y a la gente que está en los llamados territorios ocupados, es decir, Jordania y Gaza.
Esto ha significado que cuando uno mira el mapa de 1947 y de 1967, cuando fue la Guerra de los Seis Días, en la que la comunidad palestina perdió más tierra y derechos, lo que ve es que la población ha sido fragmentada e intervenida por grandes avenidas, incluso por el muro que está construido por dentro de la línea que se les otorgó. O sea, ilegalmente por dentro, dividiendo pueblos por la ocupación de los asentamientos de colonos.
[caption id="attachment_838961" align="aligncenter" width="617"] Mapa Palestina-Wikipedia[/caption]
Todo esto de manera ilegal en términos de la propia legislación internacional y lo que dice sobre los territorios ocupados. Entonces, todo esto, genera una gran resistencia, radicalización y, por supuesto, violencia.
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Toma de conciencia
-¿Cómo ha sido encontrarte con tu palestinidad?
Más que encontrarme con una identidad, es más bien una toma de conciencia de lo que significa tener una genealogía palestina. Mi vida como medio palestina en Chile. No había tomado conciencia ni menos conciencia política de pertenecer a esa comunidad en la diáspora.
En Chile esa comunidad está muy asimilada y por lo tanto no tiene problemas, no se sufre discriminación. De hecho, el país tiene la comunidad palestina más grande fuera de Palestina misma y del mundo árabe. Es una identidad que no está puesta en cuestión, no se hace cargo de esa parte de su identidad porque fluye.
Aunque cuando llegué a Estados Unidos en el año 2000 a hacer mi doctorado fue justo el momento en que fueron atacadas las Torres Gemelas. Se acusó de inmediato a los palestinos que eran culpables de ese ataque, ahí me di cuenta de que había una fuerte islamofobia al tratar a los árabes como enemigos. Ser palestina y también latinoamericana, en ese momento era un problema. Esa es una primera toma de conciencia del impacto político de pertenecer a esa comunidad dentro de un esquema de una nación y de un mundo islamofóbico.
La comunidad palestina de Chile no practicaba el islam, no era puramente cristiana ortodoxa y luego convertida a la religión cristiana romana, pero aún así los árabes son todos árabes, la islamofobia los reduce a ser árabes, no importa si tú eres cristiano o musulmán o incluso judío, eres árabe. Entonces esa fue como la primera toma de conciencia.
Luego ocurre, por supuesto, el viaje, eso sí está contado en la primera parte del libro, Volverse Palestina. En ese viaje todos estos temores, digamos, se vuelven realidad cuando intento atravesar Tel Aviv hacia Palestina y ahí me encuentro con toda la realidad política de los interrogatorios de la sospecha, los checkpoints, con toda esa realidad que viven los palestinos de Palestina y de Israel en sus propias casas, incluso, no poder entrar por sus propias puertas. Por supuesto comprendo que es un gran privilegio, o que yo fui muy privilegiada por esa migración temprana de mis abuelos, pero que yo podría haber pertenecido a esa comunidad.
-La tercera parte del libro que se llama Rostro de mi Rostro donde indagas en la multiplicidad de identidades. ¿Cómo se conjuga eso en un mundo global?
Todos venimos de muchos lugares. Los palestinos, los chilenos, los israelíes, los latinoamericanos. Todos estamos atravesados por sucesivas migraciones que ocurrieron a lo largo de la historia. Entonces, es realmente un momento muy interesante de revisión de las diferentes y múltiples partes que tiene la identidad.
La última parte que es la que añadí a la nueva edición del libro, es donde hago esta reflexión a partir de una experiencia personal que yo veo que mucha gente comparte; es la de llegar a un aeropuerto, museo, mall, lugares habitados o atravesados por múltiples gentes, de múltiples orígenes. Ahí entra la pregunta sobre quién eres tú, de dónde vienes. Si soy turca, peruana, árabe, israelí, eso me hizo pensar que en realidad es interesante que el rostro parece portar muchos rostros, tantos los que habitan en uno, genéticamente o genealógicamente, pero también los que los otros ven en uno y lo que de alguna manera rescatan de la manera en que nos vemos. Somos personas muy múltiples.
Además, venimos de un siglo XX que rechazó toda esa pseudociencia de la frenología, que es leer en el rostro una serie de características personales, incluso criminales. Hoy, estamos volviendo a la obsesión por identificar los orígenes a través del rostro y esto se ve por supuesto en toda la tecnología cada vez más sofisticada del reconocimiento facial. Ahí percibo una tensión muy grande entre estos dos polos, los de la multi-etnicidad, por un lado, y por el otro, el de una especie de angustia o ansiedad de identificar identidades únicas y rígidas. A mí me parece este segundo aspecto muy conectado a ciertas ideas o ideologías de los nacionalismos, ideas esencialistas sobre quiénes somos, a dónde pertenecemos y de qué manera podemos excluir a los otros. Entonces me parece una pregunta políticamente también muy delicada, no solo personalmente complicada, sino que políticamente peligrosa. Y esto además tiene también un eco en algo que estamos viendo ocurrir en muchos países, y sin duda ocurre en el Estado de Israel, que se declara como un Estado judío, es decir, cierra la identidad en un origen y en una creencia religiosa, como si ser judío fuera a pertenecer a una sola etnia, y lo cierra en exclusión de los palestinos.
Nombrar las cosas
-Otro tema que desarrollas es como nombra desde ambos lados el Conflicto israelí-palestino ¿Qué rol cumplen los medios de comunicación en la creación del discurso oficial?
Lo que me interesaba era pensar, reflexionar, analizar cómo se había escrito de lado y lado este conflicto. Al escribir usamos las palabras, y el problema es que en esta historia hay una voz cantante, poderosa, oficial, una voz que ha sido legitimada por la historia, por los medios y por las fuerzas geopolíticas. Es la voz del Estado sionista. Entonces, esa voz lo que ha hecho es contar su propia versión de la historia y negarla a los palestinos. Pero no solamente eso, sino que además ha renombrado los lugares. Había una institucionalidad que se ha propuesto cambiar los nombres y cambiar la historia. Entonces, al hacer eso, lo que pasa es que uno empieza a repetir el discurso oficial como periodista. Yo fui periodista muchos años y sé que hay mucha información que ya viene mediada por las ruedas de prensa oficiales. Y entonces, precisamente por la crisis del periodismo, porque hay menos tiempo, menos periodistas, menos dinero para la investigación cuidadosa, se cae en la trampa del discurso oficial. Así es como la prensa termina hablando de guerra, por ejemplo, en el caso de Palestina o en el caso de Ucrania, cuando lo que hay ahí es una invasión y una ocupación. Son realmente cuestiones bastante distintas. Se habla de muro versus valla de seguridad. Y no es una valla, es un muro grueso, alto, que tiene unas consecuencias físicas y económicas para los palestinos brutales. O llamar a los asentamientos de colonos, los vecinos judíos. Eso no corresponde porque esas palabras no describen la realidad. Entonces, en este texto yo me propuse de alguna manera glosar todo ese lenguaje y me descubrí a mí misma cayendo en la trampa de un discurso oficial. Situación que me exigió volver atrás en mi propio libro, en la última edición, y corregir algunos de los términos que yo misma había usado sin darme cuenta.
-¿Qué palabras corregiste?
La más importante, para mí, fue la ciudad de Hebrón y que, en realidad, los palestinos llaman Al-Khalili. Esa palabra, no me daba cuenta en su momento, que ese nombre no era el nombre original. Otro ejemplo es el del aeropuerto de Ben Gurion, tenía otro nombre para los palestinos. Ese fue arrasado, fue destruido y fue reconstruido como el del aeropuerto de Ben Gurion. Y así muchísimos lugares, han sido reconstruidos con otros nombres. Entonces también no nombrar el nombre original me parecía un fallo, digamos propio fallo mío. Porque es muy fácil caer en el discurso oficial, es muy fácil caer en los olvidos. Entonces me parece que también me sirvió a mí esta escritura para entender esas trampitas para ir corrigiendo y reflexionando sobre esos usos del lenguaje. Y me parece además importante que todos reflexionemos siempre sobre el lenguaje que estamos usando para describir ciertas cuestiones.
Colectivo de Artistas por Palestina
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-Pocos días atrás se presentó un Ciclo de Lecturas Dramatizadas de Teatro sobre Palestina con el fin de visibilizar la ocupación llevada a cabo por el Colectivo de Artistas por Palestina ¿Cuál ha sido tu rol ahí?
A mí me invitaron al colectivo. No soy una miembra activa en el sentido de que yo no pude sumarme este gran encuentro de lecturas dramatizadas de y sobre autores palestinos o chilestinos sobre Palestina.
Estoy viviendo ahora en Madrid. Pero me pidieron un texto. Estuve muy contenta de cederles el texto que se llama Palestina, por ejemplo. Este se publicó en Chile hace unos años por editorial Libros del Cardo. Y bueno, me preguntaron si quería elegir a los dramaturgos que iban a poner en lectura el texto. De alguna manera he participado con ellos. Estoy realmente muy feliz porque sé que fue un evento multitudinario, sé que convocó a un público muy amplio, además de muchas voces muy diversas. Así que estoy contenta de participar en esa colectiva de artistas.