Científicos y pescadores reforestan los mares del norte de Chile donde avanza el “desierto
En enero de 2019, y a sus 48 años, la recolectora de algas Susana Galleguillos se convirtió en la primera mujer Alcaldesa de Mar. Fue elegida por la Gobernación Marítima al imponerse ante dos hombres que venció en pruebas físicas y psicológicas.
Su rol consiste en supervisar que las embarcaciones estén en buenas condiciones y en revisar la documentación de los pescadores, entre otras cosas. “Soy los ojos de la autoridad marítima”, dice.
Galleguillos también es presidenta de la caleta de pescadores artesanales en Caleta Talca. Ella recolecta algas pardas, un grupo de macroalgas —llamado así por su gran tamaño— de tonos verdes y marrones, que crece en poblaciones conocidas como huirales que asemejan verdaderos bosques submarinos.
Desde el año 2013, la pesquería de algas cuenta con planes de manejo regionales y locales que contienen medidas y acciones para un aprovechamiento sustentable del recurso.
Sin embargo, el aumento considerable en el precio de las algas ha hecho que esta actividad crezca sobrepasando, muchas veces, la renovación natural de los huirales.
Reforestar el mar
Las acciones de conservación ante este escenario son urgentes. En el año 2019 un equipo de científicos, liderado por la académica del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, Alejandra González, concretó una idea revolucionaria.
Los investigadores descubrieron cómo seleccionar cepas de algas más resistentes para crear una que fuera capaz de crecer con una gran capacidad de resiliencia ante el cambio climático y otras amenazas. La llamaron Súper Alga.
Ahora, con la ayuda de Galleguillos y otros pescadores artesanales están logrando repoblar algunas áreas que, debido a la sobreexplotación, se habían convertido en desiertos submarinos.
Desiertos submarinos
En los últimos veinte años, Chile se ha consolidado dentro de los diez mayores productores mundiales de macroalgas, coronándose como el principal productor del continente. De estas algas marinas, que se exportan mayoritariamente como materia prima a mercados internacionales, se extrae el alginato.
Se trata de geles utilizados para la producción industrial de una amplia variedad de productos que van desde pinturas, cosméticos, pasta de dientes, fijador de colores de textiles, hasta el cultivo de células madres.
Pero por sobre todo eso, las algas son cruciales para la vida pues no solo absorben dióxido de carbono, sino que son el hogar de muchas especies que las usan como refugio y lugar de reproducción.
Según César Astete, director de campañas de pesquerías de Oceana, al año se están extrayendo en el país “400 000 toneladas de algas pardas”. La cifra preocupa a los científicos debido a que la sobreexplotación de este recurso ha generado amplios “desiertos” en la costa, disminuyendo de manera importante la biodiversidad y aumentando los riesgos en el borde costero.
Las marejadas cada vez más intensas, debido al cambio climático, podrían causar desastres al desaparecer los bosques de algas que actúan como una barrera natural ante el oleaje.
Si se agotan las algas, se perderán recursos de importancia biológica, económica y social, aseguran los expertos. La doctora Fadia Tala, académica de la Universidad Católica del Norte, señala que si se termina con los bosques de algas de las regiones de Atacama y Coquimbo, “las pérdidas ascenderán a 500 000 millones de pesos”, unos 623 millones de dólares.
Para hacer frente a esta amenaza, los investigadores comenzaron a investigar maneras de repoblar de algas los espacios en el mar que han sido deforestados.
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El nacimiento de la Súper Alga
Al inicio de los estudios, los científicos pudieron establecer algunas cuestiones claves. La primera es que existe una baja diversidad genética en algas, probablemente asociada a la sobreexplotación.
Además, comprobaron que sus ciclos de vida son complejos y estacionales. Lo más relevante que descubrieron fue que estas plantas marinas, cuando están compuestas por más de dos organismos, son más fuertes.
Julio Vásquez, académico de la Universidad Católica del Norte (UCN), trabaja con estas especies desde la década de los ochenta. El investigador explica que el alga está conformada por un estipe (el tallo), una fronda (el conjunto de hojas) y un disco en su base que permanece adherido a la roca.
“El disco del huiro está lleno de organismos chiquitos”, explica Alejandra González. “No es que un organismo simplemente esté al lado del otro, sino que se conectan, se fusionan y se mezclan, y así se genera un nuevo cuerpo que actúa como un individuo completo”, indica la académica. “Es un mecanismo de sobrevivencia en lugares tan extremos y es el origen de la diversificación en el ambiente”, reflexiona González.
Tras ese hallazgo, los científicos mezclaron, en un laboratorio, algas de mayor crecimiento y que tuvieran más alginato.
Al analizar los resultados, los investigadores observaron que esas algas quiméricas —apodadas así por estar compuestas por diferentes organismos seleccionados— tenían una mayor diversidad genética, tenían más posibilidades de sobrevivir, de crecer rápido y de disponer de hábitat, pues se adaptan mucho mejor que un alga común.
Además, al ser organismos con más fronda capturan más dióxido de carbono (CO2). Lo mejor es que estas algas mostraron mayor resistencia a los impactos del cambio climático como el aumento de la temperatura, la acidificación y el oleaje. Esta alga más fuerte y resiliente la bautizaron Súper Alga.
Hasta aquí, todo lo que se había hecho en restauración y repoblamiento nunca había considerado la descomposición genética de las plantas. Y “esa es nuestra innovación tecnológica”, dice la investigadora.
[caption id="attachment_837078" align="alignnone" width="1200"] Súper Alga. Foto: Equipo de investigación del departamento de Ciencias Ecológicas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.[/caption]
El proceso de creación de la Súper Alga es como hacer una trasplante de órganos, ejemplifica la científica. “Para poder saber si el órgano se puede usar, deben hacerle un análisis genético al donador, un análisis genético al donante y ver si son compatibles”.
En el caso del alga, “nosotros sabemos qué mezclar y con qué”, explica González. Todo ese conocimiento, que ocurre en la naturaleza, el equipo de científicos lo ha usado como herramienta para una mejora tecnológica.
El siguiente paso fue iniciar el repoblamiento y restauración de las caletas escogidas para llevar a cabo el estudio, entre ellas Caleta Talca.
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Proceso de repoblamiento
Los pescadores de Caleta Talca, ubicada en la comuna de Ovalle en el norte de Chile, cuentan que en el pasado trabajaron en la mina de oro que estuvo emplazada por años ahí, hasta que se cerró.
Desde entonces, algunas familias emigraron y otras, como la familia de Susana Galleguillos, permanecieron y volcaron su actividad productiva hacia la pesca artesanal. Fue justamente el padre de Galleguillos, uno de los primeros pescadores que vislumbró una oportunidad económica en la recolección de algas.
“En esa época éramos los únicos recolectores de algas y nos decían las gallinas”, cuenta riéndose Susana Galleguillos. La gente de la caleta, explica, asociaba el alga, por su forma, a los gusanos de los cuales las gallinas se alimentan.
Hoy, la Alcaldesa de Mar se siente orgullosa de pertenecer a una de las familias pioneras en el arte de la recolección de algas y es una voz respetada por los científicos a la hora de conocer el delicado estado en el que se encuentran las algas.
Los investigadores, al llegar a Caleta Talca, se reunieron con los pescadores para aunar los conocimientos científicos con los locales. Fue así que los recolectores, liderados por Galleguillos, junto con el equipo de investigación de González, comenzaron a plantar las súper algas en la playa Las Papas, un área de manejo cerca de Caleta Talca.
[caption id="attachment_837079" align="alignnone" width="1200"] Foto: Equipo de investigación del departamento de Ciencias Ecológicas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.[/caption]
“Las instalamos (las algas) y les enseñamos a sembrarlas promoviendo el cumplimiento de los planes de desarrollo frente al cambio climático”, dice la científica.
Como resultado, cuenta Galleguillos, crecieron muchas algas en el sector. Las que habían sido plantadas prosperaron y otras nuevas aparecieron. “Fue un éxito pues en el sector que se restauró no tenía algas y ahora hay muchas”, cuenta la recolectora.
Además, en el camino los pescadores y recolectores de algas han aprendido sobre el cambio climático, sus causas e implicaciones. De hecho, hoy son conscientes de que existe una mayor ocurrencia de olas de calor, de que la temperatura ha aumentado y de que mantener los ecosistemas sanos permitirá que los seres humanos podamos adaptarnos mejor a los cambios que ya están ocurriendo.
“Nos ayudó mucho participar de este estudio para comprender la importancia que tienen las algas”, dice Galleguillos.
La Alcaldesa de Mar asegura que al hacerse partícipes del proceso comenzaron a revisar en conjunto, con los investigadores, estrategias para mejorar la restauración de los bosques de algas. Además, identificaron en la relación costo-beneficio de la restauración una oportunidad económica.
Pasaron de ser recolectores a productores, empezaron a postular a fondos económicos y se están abriendo a un nuevo mercado y a la obtención de bonos azules, afirma González.
A pesar de que las Súper Algas se instalaron en agosto y septiembre del año 2019, en la época de más calor, el proceso fue exitoso. Sucede que “el porcentaje de mortandad con quimeras disminuye”, enfatiza González.
La experta considera que el modelo es una real solución a las consecuencias la sobreexplotación de algas en la costa de Chile. “Es un modelo costoso, pero es posible”, sostiene la investigadora.
De hecho, González es la única científica chilena que ha logrado estar nominada al premio Earthshot, la condecoración en medio ambiente más prestigiosa del mundo, gracias a su trabajo de la Súper Alga.
Desiertos costeros
Alrededor de 15 000 personas en el norte de Chile dependen de la recolección, extracción, procesamiento y comercialización de algas.
Un informe del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), organismo que tiene la responsabilidad de fiscalizar los recursos pesqueros y acuícolas, señala que el precio del alga registró un alza a partir del año 2020.
Pasó de tener un valor promedio de $305 pesos (USD 0.38) a $500 pesos ( USD 0.62) en 2021, y en 2022 llegó hasta los $950 pesos (USD 1.18) promedio. Según Susana Galleguillos, en una buena temporada, el kilo de este recurso puede llegar a costar mil pesos.
En este negocio, que mueve cientos de miles de toneladas de algas al año —en la última década los niveles de explotación se aproximaron a las 450 000 toneladas secas anuales generando casi US$ 25 millones—, Sernapesca implementó ciertas reglas para evitar la sobreexplotación.
Se implementaron vedas, cuotas de extracción, planes de manejo y registros pesqueros para llevar un control sobre cuánta gente aprovecha el recurso. Hasta ahora, sin embargo, estas medidas no han sido suficientes.
La llegada de la Súper Alga entrega una esperanza para sanar los bosques marinos que han sido destruidos. Eso sí, aclara González, “esta solución sirve para mitigar los efectos del cambio climático y capturar más CO2, no para continuar sobreexplotando los lugares habitualmente frecuentados para la extracción”.