De minería a basura electrónica: el daño ambiental de la digitalización y su efecto en Chile
A simple vista, la digitalización puede parecer un proceso que ayuda al cuidado del medio ambiente, porque libera de la necesidad de material y espacio para almacenar información en formato físico.
Pero en toda la cadena de producción de los elementos que sostienen el formato digital se generan daños ambientales que crecen, y proyectos que entran en conflicto socioambiental con cada vez más comunidades en el mundo.
“La transición digital, que se plantea como algo necesario para acompañar la transición hacia energías limpias, significa que hay que poner en la ecuación mucha más infraestructura para mantener la creciente demanda de servicios digitales, y en toda la cadena de este proceso hay daños ambientales”, explica Paz Peña Ochoa, investigadora y periodista autora del libro “Tecnologías para un planeta en llamas”, que explora la disyuntiva.
Boom minero
Los países industrializados son los que producen la infraestructura y artefactos que sostienen la digitalización, y para ello necesitan minerales que se suelen extraer de lugares como África y América Latina. Se trata de los mismos minerales que está demandando la transición hacia energías renovables.
“El boom minero que se genera, hace que esos minerales se obtengan muchas veces a través de la minería ilegal, lo que significa no solo contaminación no evaluada sino también vulneraciones a pueblos indígenas, daño a la biodiversidad y mucha violencia”, explica Paz Peña.
La investigadora menciona el ejemplo de Brasil, donde se demandó a Google porque había utilizado oro extraído ilegalmente desde la Amazonía.
Chile está en el centro de esta situación a raíz de la Estrategia Nacional del Litio presentada en los últimos días; un mineral que se usa en las baterías de celulares y computadoras.
Según Peña, la estrategia aún “replica la lógica colonial en que los países que más responsabilidad tienen de la crisis climática y ecológica, en una carrera por virar a energías verdes, impulsan que los países que no causaron la crisis tengan que sacrificar su medio ambiente para satisfacer estas demandas verdes del norte global”.
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Almacenar los datos
Otro creciente punto de conflicto es la creciente instalación de data centers; grandes centros de computadoras que necesitan las gigantes tecnológicas como Google o Microsoft para almacenar datos.
“Son edificios gigantes donde hay miles de computadoras funcionando las 24 horas del día y eso requiere agua dulce fresca para poder enfriar los computadores sin dañar el sistema sin dañar los equipos. El uso d agua de un solo datacenter puede ser equivalente a una ciudad de 350 mil habitantes”, comenta.
El otro problema de los data center es el consumo intensivo de energía eléctrica para poder tener a las computadoras funcionando las 24 horas del día.
“En un mundo en que la matriz energética todavía está volcada en su mayoría a los combustibles fósiles, el uso de energía de los data center aumenta la huella de carbono de las compañías, como sucedió con Microsft que había anunciado su meta de ser carbono neutral al 2030 y tuvo que aplazarlo”, recuerda la investigadora.
En Chile, la instalación de data centers de Google, Microsoft y Amazon ha generado conflictos ambientales aún en curso con comunidades de lugares como Quilicura, Cerrillos y Huechuraba.
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Basura electrónica
El resultante de todo este proceso es un aumento de basura electrónica, que son desechos con elementos tóxicos que requerirían un proceso especial para disponer de ellos o reciclarlos, minimizando el impacto ambiental.
“En América Latina hay muy poca legislación y política pública al respecto. Quienes terminan rescatando algunos minerales para volver a usarlos son quienes se dedican a la minería urbana, que la practican para tener un sustento, y lo hacen sin los implementos necesarios por lo que sufren problemas de salud.
Otro fenómeno asociado a la basura electrónica, según comenta la investigadora, es que los países del norte global son los que más consumen aparatos electrónicos y envían sus desechos a países de África que se hacen cargo de ellos con muy pocas herramientas y con impactos.
¿Qué se puede hacer?
Paz peña nombra iniciativas como empresas de Europa que están buscando producir teléfonos que sean reparables, para terminar con la obsolescencia programada.
También hay normativas como la de que todos los cargadores de celulares sean iguales para evitar acumular más basura electrónica, y gigantes tecnológicas se están planteando formas de hacer un uso más eficiente de la energía en sus operaciones.
Para la investigadora, el debate de fondo tiene que ver con el modelo capitalista. “El problema de la crisis climática y ecológica es que estamos consumiendo demasiado y en vez de sólo concentrarse en una transición energética y una digitalización, debemos pensar en una transición hacia un modelo que cuestione ese hiperconsumo que es lo que nos tiene al borde de los límites planetarios”, reflexiona.
En ese sentido, invita a que como consumidores cuestionemos nuestros hábitos de consumo digital, como por ejemplo el comercio digital que habilita a comprar cosas del otro lado del mundo a precios baratos pero con una gran huella de carbono.
También como votantes llama a elegir con conciencia de que esas personas van a estar tomando decisiones sobre el rol del país en la crisis climática, y que como ciudadanía se puede impulsar este tema para que sea parte de la agenda política.