Consejos para hacer el modelo forestal chileno menos propenso a mega incendios

Consejos para hacer el modelo forestal chileno menos propenso a mega incendios

Por: María del Mar Parra | 19.02.2023
Rodear de vegetación nativa los cursos de agua, plantaciones con árboles de diferentes edades, cortafuegos hechos de árboles nativos y espacios sin vegetación entre plantaciones y centros urbanos son algunas de las medidas concretas para un modelo forestal menos combustible.

La industria forestal ha estado en la mira de la opinión pública en los últimos días, dado el extendido diagnóstico de que, aunque los incendios forestales comienzan en general por negligencia o intención humana, la extensa propagación e intensidad que alcanzaron ahora se debe a la forma en que se desarrolla el modelo forestal en el territorio.

Desde la temporada de incendios del 2017 en adelante se realizaron extendidos diagnósticos para transformar el modelo forestal hacia uno más resiliente ante incendios forestales. Desde la CONAF también comenzó una línea de trabajo con empresas forestales para adaptar sus plantaciones, y se están realizando evaluaciones actualmente de cuáles medidas funcionaron y cuáles quedaron cortas.

El diagnóstico transversal parece ser que el modelo forestal debe cambiar. Pero ¿cuáles son esos cambios?

1. Diversificar las plantaciones

Las forestales en Chile plantan grandes mantos homogéneos y densos de árboles exóticos de la misma edad, y cada 20 años realizan una tala rasa para cosecharlos a la vez, y volver a plantar. Esta forma de hacer las cosas permite que los incendios se propaguen sin obstáculos. Unas de las medidas que más se proponen, buscan diversificar las plantaciones.

Incorporar especies distintas, y de distintas edades, con mayor distancia entre cada árbol para disminuir la densidad, y no talar grandes extensiones de una misma vez, son medidas que permiten “generar diversidad estructural en el paisaje”, y así enlentecer la propagación del fuego, según explica el investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) y de la Universidad Austral de Chile, Mauro González.

Talar grandes paños de terreno de una sola vez es una de las prácticas de la industria que más se ha intentado regular. “Internacionalmente en muchos países está prohibida la tala rasa de más de 20 hectáraeas. En el estado de California, donde además los pinos son especies nativas, no se permiten talas rasas de más de 8 hectáreas”, ejemplifica la profesora de la Universidad de Chile y Directora en Ciencias en Fundación Ecosur, Fernanda Salinas.

Afirma que en algunos países no se cosecha todo un paño en un solo momento sino que se extiende el tiempo de vida de los árboles y se seleccionan los que se van a ir cortando y reemplazando, en una plantación que mantiene su condición de bosque, con árboles de diversas edades y alturas. 

Generar cortafuegos o corredores que frenen la continuidad de estas grandes extensiones homogéneas de vegetación es una de las medidas que Conaf ha intentado implementar junto a la industria, según Rolando Pardo, el jefe de prevención de incendios forestales de Conaf. Fernanda Salinas propone que se pueden establecer cortafuegos con especies nativas de baja combustibilidad como el Piñón.

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2. Prevención en zonas urbanas 

Según un informe del CR2, muchos de los incendios accidentales que se generan en el país, suceden en las llamadas “zonas de interfaz urbano rural”, en que las plantaciones se encuentran de cerca con centros poblados. Desde Conaf se ha realizado un trabajo que involucra a empresas forestales y comunidades vecinas a plantaciones, para educar, eliminar riesgos y crear protocolos de acción. En luz de la temporada actual, buscarán extender estas experiencias.

“Una de las medidas que más han funcionado, implementadas con empresas forestales, es la de preparación de las comunidades. Tenemos casos en que este trabajo marcó la diferencia a la hora de responder a incendios, y estamos evaluando las experiencias para poder escalarlas a otras comunidades”, explica Rolando Pardo. 

La otra medida a tomar es generar espacios más amplios entre las plantaciones forestales y urbanizaciones, carreteras, y otra infraestructura que presente un riesgo. Aún es muy común ver en el país plantaciones a escasos metros de rutas y casas, y desde la ciencia han llamado a establecer las distancias mínimas necesarias, y otras medidas de la llamada “silvicultura preventiva”, que reduzcan la cantidad de combustible en esas zonas críticas a través de podas y reducción de densidad de árboles.

3. Cuidar ríos y bosques

Una medida concreta es proteger los ecosistemas que entregan resiliencia contra incendios al paisaje, como bosques nativos, cursos de agua y humedales, que funcionan como cortafuegos naturales y corredores biológicos para la flora y fauna. 

Dejar franjas más amplias de vegetación nativa alrededor de los cursos de agua, y eliminar especies exóticas de pino y acacia que hayan invadido bosques nativos son algunas de las medidas que propone Mauro González para alcanzar este objetivo.

Esto último es especialmente importante para la recuperación de bosques nativos luego de incendios, donde las especies que primero se regeneran son exóticas, y eso dificulta la recolonización del espacio por especies nativas. 

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4. Manejar los rastrojos

Los restos orgánicos remanentes de podas y otras actividades, quedan en el suelo y pueden ser material combustible si no se maneja adecuadamente. La forma de manejarlos genera contradicciones, dado que Conaf promueve la práctica de quema controlada de estos rastrojos, mientras que algunos investigadores proponen que ese material se devuelva al suelo para entregarle nutrientes y mantener la salud de los suelos, que se degradan mucho con las prácticas forestales, haciéndolo más débil ante incendios.

Para Fernanda Salinas, otra opción para manejar estos restos orgánicos es recolectarlos, procesarlos y utilizarlos como un subproducto de la actividad forestal que puede servir como cobertura o combustible, lo que sobre todo podría servir con las acículas de pino, que tienen una descomposición muy lenta. Así se puede evitar la contaminación que generan las quemas controladas en el aire, y el riesgo de que se salgan de control. 

5. Paisaje ordenado y diverso

La discusión sobre el modelo forestal despierta un debate más antiguo y transversal, que incluso propone la creación de una ley de ordenamiento territorial, para poder implementar un paisaje heterogéneo y diverso que se vea como un mosaico de distintos usos de suelo, y con una planificación según la aptitud del suelo y de las comunidades en cada sector del país, así como de adaptación a los riesgos que presenta cada lugar. Este tipo de paisaje haría mucho más difícil la propagación de incendios a gran escala. 

“No es viable seguir monopolizando el territorio con la industria forestal, dada su vulnerabilidad frente al cambio climático. Es necesario configurar un paisaje donde tenga cabida un abanico más amplio de actividades socioeconómicas que además favorezcan la identidad local y cultural. El estado tiene que tener un rol fundamental para orientar los incentivos y énfasis pertinentes a la realidad y vocación de cada territorio”, propone Mauro González. 

Para Fernanda Salinas, este tipo de paisaje heterogéneo además contribuye a frenar el uso intensivo de agua de la industria forestal y generar disponibilidad hídrica para diversos usos y para los ecosistemas, que con mayor disponibilidad hídrica aumentan su salud y su resiliencia frente a incendios. 

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